𝐄𝐬𝐭𝐨𝐜𝐨𝐥𝐦𝐨 4 (+21) © BORRADOR

🕷️Extra🕷️

Lovely Walker.

Tiempo atrás...

—¡Levántate! —exige.

Trato de hacerlo cuando su mano cae a mi pecho y me levanta en el aire para tirarme de nuevo en el ring.

Los gritos de testosterona me abunda y las lágrimas me quiebran mientras trato de levantarme y me vuelve a empujar.

—¡Eres sólo una niña jugando a ser adulta! —me grita.

Los golpes que me da no duelen tanto como sus palabras y aunque es un maldito que no me importa debo aceptar que es verdad y que no soy nada.

—¡Levántate! —vuelve a exigir aunque tengo su mano contra mi pecho—. ¡Lucha!

—¡No puedo! —grito entre llantos.

Los ojos se rebelión se oscurecen y me toma del cabello. Me levanta y pone de rodillas.

No.

No.

—¡Elige ahora! —grita mientras sus hombres se balancean en las cuerdas—. ¿Eres presa o victimaria? —se comienza a quitar el cinturón y el miedo me atraviesa—. Vienes aquí con tu pantera pero el miedo te puede cuando el animal no te protege. ¿Eres una líder o marioneta?

El cinturón cae y la piel se me congela cuando se lo que hará.

—¿Serás una puta o serás la puta ama? —con la otra mano quita el botón mientras soy un manojo de llantos.

Niego y me quito los mocos. Me ha tenido peleando contra él por más de una hora.

—¡Dilo! —espeta—. ¡Quiero oírte!

«Mentón en alto», me obligo a mirarlo. El cabello oscuro le da por los hombros y la barba apenas saliente le cubre la mandíbula cuadrada.

—¡Usa lo que tienes! —exige—. ¡Conoce tu poder, malditasea! ¡Dominante y domíname, hazlo conmigo!

Los hombres cantan en samoano.

—¿Quién eres? —me jala el cabello.

—Por fav... —trato de suplicar pero me dobla la mano que trata de apártalo.

—Bien.

Acto seguido se baja el cierre y es cuando mis demonios me dominan, si dejo que rebelión me tome no podré hacerlo. No podré luchar y seré nuevamente el llavero de un mafioso con moral dudosa, uno que me llevará al delirio.

Voy a caer en el círculo vicioso y esta vez no voy a tener elección.

Antes de que se lo saque golpeo con los nudillo la parte de abajo, dándole en los testículos para arrancarle el gruñido que lo hace darme una bofetada, la cual me manda al suelo con gritos y aullidos de hombres en espera de mi caída.

Se burla de mí, le encanta que luche para después destruirme.

—¿Eso es todo? —sisea mientras me sostengo de las cuerdas.

Los hombres no me ayudan, sólo están mirándome como si fuese mi final.

Tengo sangre en las manos, no es suya, es mía. Es la que me ha sacado en base a golpes, pero cuidadosos. Es como si supiera adónde darme, para no matarme pero sí herirme. No me maltrata, pero tengo los labios con más de un corte.

—Eres un maldito idiota —me levanto de nuevo. Obligo a mis piernas a ser fuertes—. No vas a sacar nada mí. Tenemos un trato, y no de daré nada a menos que me des lo que quiero.