Capítulo 27

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Lovely Walker.



Doble vida.

El automático se activa en mi cuerpo mientras la enfermera inyecta el suero. Cierro los ojos y con cuidado doblo la manguera para que no se de cuenta.

Apaga la luz y deja un pequeña encendida. Hace unos minutos desperté pero no me quiero dormir. Salgo de la camilla arrancando los monitores. Desconecto la máquina para que no haga ruido, sé que se darán cuenta pero ya estaré lejos. Corro hacia el pasillo tratando de ocultarme de la seguridad.

Hay demasiada... una enfermera sale de una habitación y le empujo adentro enterrando suavemente la pluma en su garganta.

—Shhh —le indico—. Quítate la ropa.

Trata de negarse pero la someto y temblando lo hace. La amarro a la camilla del inconsciente y me arreglo el cabello.

—Si gritas será el último sonido que emitas —le advierto.

Tomo la pluma. Escribo una nota en un lenguaje que sólo Elton entenderá. Griego.

"No me busquen y volveré, si lo hacen entonces no lo haré"

Con amor; Love.

Una alerta se hace presente y salgo de la habitación. Me escabullí con el torbellino de personas. Doblo la esquina y Elton entra en seco a la habitación. No ve a nadie pero su rostro decae. Recoge el papel y grita golpeando la pared.

—¡Con una maldita mierda! —casi siento lástima por mi mejor amigo.

Cruzo el área de morgue. Me escabullo dejando los gritos atrás. Los soldados comienzan a sonar y como último recurso enciendo la alarma contra incendios.

Salgo del hospital por la parte trasera. Hay oscuridad pero ni siquiera la siento, quizá porque la oscuridad es la que hay en mí. Y de último momento el corazón se me comprime recordando que Tayler no estaba, él no fue a verme al hospital.

«¿A quién le importa?»

No sé cuánto camino. Pero el amanecer parece cercano, me escabullo entre un par de bosques. No puedo sentir nada, ni siquiera la rabia.

Determino la casa a las afueras y aún con la carretera vacía me escabullo hacia la puerta de madera. Hay un pequeño patio con plantas.

Rosas que rebelión plantó para mí.

Sus cámaras me afocan y me detectan. Armas que robo de un almacén que yo indiqué. Guardan los proyectiles y subo el pórtico. Tocó dos veces. Después cuatro y finalmente sueno mis uñas en la madera...

La puerta se abre de una tirón y el hombre de 1.90 me escanea. La barbilla me tiembla y me levanta del suelo al que caigo.

—¿Qué te hicieron, viuda? —cierra mientras me carga.

No respondo, sólo dejo que las lágrimas fluyan. No puedo decirle que me di cuenta que estoy enamorada del hombre al que odia, que salvé a su sobrino, y que hubiera deseado verlo en la camilla mientras yo estaba inconsciente pero no fue así.

Me aferro a su camisa y se sienta conmigo.

Talla mi espalda, sollozo y respiro dominándome.

𝐄𝐬𝐭𝐨𝐜𝐨𝐥𝐦𝐨 4 (+21) ©  BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora