Capítulo 3

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Matthew Reid.

Feliz cumpleaños, anciano.

No he podido sacar de mi cabeza a la bella mujer que se roba mis respiros. Al pasar la semana sólo nos enfocamos en trabajar juntos y aunque es tímida y dulce no deja de ser como si fuese una pizca mordaz.

No hago más que verla por los pasillos, caminando de prisa, tomando pastillas y haciendo un trabajo excelente, siempre me atrapa mirándola pero es que cubre sus ojos con lentes de cambio térmico. Son oscuros o rojos pero nunca veo la claridad de ellos.

Ha estado dos semanas en su cubículo debido a el reporte que nos han dado de unos posible pichones. Ella y yo hacemos los perfiles.

Trato de entablar conversación con ella y me evita, tenemos reuniones y trabajos pequeños pero ella se limita a hacerlo sola ya que, así lo pidió.

Por ello tomo mi canasta y toco su puerta.

—Adelante —dice cuando el click de seguridad se desactiva.

Está sentada en su cama con papeles hasta en el suelo y un moño mal hecho. Su pijama de tirantes me hace apreciar su piel pálida con ligeras marcas... cubre esto cuando se da cuenta y paso.

—No has salido en todo el día y me tomé el atrevimiento de traerte algo.

—Oh, no te hubieses molestado —sonríe dulcemente.

—Acéptalo.

—Sólo si tú comes conmigo.

Sonrío antes sus palabras y me hace espacio en la cama.

—Mi madre me ayudó a cocinar. —le muestro las albóndigas—. Yo piqué las verduras.

—Aunque no lo creas es el trabajo más importante —entrecierra los ojos.

Comenzamos a comer con tranquilidad y me cuenta por encima cómo ha sido su vida, le creo la mitad y la otra la dejo en duda.

Terminamos y comenzamos a entablar sobre la información.

—Nuestro informante habla de una mujer —comienzo mostrando fotografías de una pelinegra a la que no se le ve la cara—. Se dice que está con él. Más allá de ser una cautiva es...

—¿¡Novia!? —sujeta la foto tomada en una penumbra por las cámaras de seguridad.

—Sí. Aún no se sabe de ella, pero en Nuevo México se presentó, cerca de los asesinatos de Australia y ahora en Brazil. —le muestro la más reciente. Ella repasa la foto y la deja en su lugar—. Por ahora nuestro único informante es Franchesco. Un italiano que huye de la Bratva, trataron de hacer asociación pero el Pakhan se negó. Lo cual dividió a Andersson a ser uno de los contrincantes de su propio hermano.

Ella asiente tocando sus labios y sisea.

—Así que —repasa las fotografías—, si la mujer no es prisionera, no es informante y está sana...

Pauso y suspiro para seguir.

—Andersson está construyendo un imperio —simplifico—, eso quiere decir que no es casualidad. Está construyendo su legado. Ha habido incendios en lugares extraños donde en la cercanía han encontrado cuerpos y Franchesco ha estado allí. Tenemos a otro sospechoso y él nos llevará a él.

𝐄𝐬𝐭𝐨𝐜𝐨𝐥𝐦𝐨 4 (+21) ©  BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora