vi.

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Ataraxia caminaba despacio, intentando retrasar lo máximo posible su charla con Neytiri. Le tenía miedo. Pero ¿a quién engañaba?, todos los humanos de la base del bosque le tenían miedo.

Menos su madre, por extraño que pareciera.

Siempre se había preguntado por qué su madre no le tenía miedo a Neytiri, era inteligente pero no tanto, nunca había sacado una conclusión clara. ¿Habían compartido un pasado juntas?

Hasta Trudy admitía que le tenía cierto pánico a esa na’vi en concreto.

Trudy... Sería complicado explicárselo a Jake, Norm le había dicho que había llorado su muerte, como aliado y amigo, sobre todo como amigo. Eso era lo que más le pesaba a Ataraxia.

Llegó al marui de los Sully y casi se echó a correr para volver a la base. Solo estaba Neytiri. Iba a estar sola con ella.

Se armó de valor y golpeó levemente la madera del umbral de la tienda para avisar de que estaba allí. La nativa del bosque levantó la vista y la invitó a entrar.

Jake me ha contado que eres... hija de Emrey —comenzó la mujer con tono suave. Ataraxia solo asintió—. ¿Cómo está Em?

Bien, algo cansada de tener que ocultarse de la RDA, pero nada más —respondió con la cabeza baja, esa mujer imponía incluso sin intentarlo.

¿Sabes por qué le pedí a Kiri que te trajera? —preguntó usando el mismo tono que antes. Ataraxia negó sin levantar la cabeza—. Porque ella ve algo en ti, y porque yo quiero saber si puedo confiar en ti como Jake lo hizo con tu madre —dijo posando dos de sus dedos en el mentón de ella y levantando un poco la cabeza de la humana.

¿Por qué no sería de fiar? —inquirió con suavidad inhumana.

Por tu padre.

Él existe para mí, yo para él no, desconoce por completo mi existencia —negó mirando al suelo de tela un segundo—. Mamá se encargó de eso.

Neytiri observó a la humana, tan parecida a su madre que era casi imposible encontrar un rasgo igual o siquiera similar a Parker, al final se dio por vencida. No encontraría un solo rasgo igual a Parker, ni siquiera sus ojos.

Era la viva imagen de su madre en cuanto al físico se refería, en cuanto al carácter... era más reacia a relacionarse con los na’vi, ya era suficiente para ella ser humana y estar en medio de ellos, como para que hiciera algo que ellos consideraran malo y terminaran echándolos.

Cuida de Kiri, por favor —pidió todavía recordando el día que se había desmayado como si estuviera pasando en ese mismo instante.

Ataraxia asintió y salió de la tienda una vez que Neytiri le dijo que podía irse. Había dejado a Sukha dormida en la nave y ahora no sabía si estaría despierta y llamándola o seguiría tumbada. Esperó que fuera la segunda opción.

Lo fue. Tardó un poco en despertar a la loba, pero una vez que despertó solo quería jugar. Así que Ataraxia le dio esa satisfacción.

Se alejaron de la aldea Metkayina hasta un sitio que estaba lleno de árboles y demás plantas que Ataraxia tardaría un buen par de horas en catalogar.

Pero no lo hizo, solo jugó —y entrenó— a Sukha, haciéndola saltar detrás de ella. Al ser una gravedad menor que la de la Tierra, según le había dicho su madre, era más fácil saltar y moverse.

Ataraxia saltó sobre una rama y se dejó caer hasta el suelo, un par de metros más abajo, su loba la seguía con una gracia muy similar a la de un felino. Había tardado un par de años en conseguir esa similitud para que Sukha estuviera más cómoda en Pandora.

Pero seguía siendo vulnerable.

Ese pensamiento casi la hizo caer de otra rama a la que había saltado, pero consiguió agarrarse con ambos brazos para evitar una caída bastante dolorosa de unos cinco o seis metros.

Consiguió poner una pierna sobre la rama, el resto fue pan comido. Una vez acuclillada soltó el aire que había estado reteniendo. Su loba, en el suelo, segura, lloriqueó un poco en su dirección.

Ataraxia la tranquilizó desde su posición y saltó a otra rama, más baja, de unos tres metros de altura. Luego se agarró solo con los brazos y se dejó caer.

Sukha casi la embistió cuando saltó sobre su ama para ver si estaba bien. Dio una vuelta a su alrededor para observarla mejor, sin encontrarse con nada, luego solo se acercó a su ama, posando la cabeza sobre su estómago, sentada casi sobre sus pies.

La albina le acarició la cabeza, Sukha era tan grande que Ataraxia solo le llevaba cuarenta centímetros. Según su madre, era casi como un poni adulto de la Tierra, unos diez centímetros más y sería igualita.

Tranquila, Sukha, estoy bien —intentó tranquilizarla, la loba emitió un lloriqueo más antes de alertarse.

Mostró los dientes hacia algo que estaba arriba, haciendo que Ataraxia también mirara.

Está claro que me odia —comentó Lo’ak bajando a la rama de la que Ataraxia casi se caía.

No te odia —negó la albina.

¿Cómo que no? —inquirió señalando a la loba, que todavía tenía los labios retraídos en un gruñido silencioso.

No le gusta el olor de los na’vi —respondió posando una mano en la cabeza de su mascota, tranquilizándola solo con eso.

Pero a Kiri sí la quiere —replicó sentándose en la rama.

No todos los na’vi le olerán igual, no lo sé —dijo encogiéndose de hombros—. A todo esto, ¿por qué me sigues?

Quiero saber tu primer nombre, y para eso tienes que confiar en mí —respondió con una sonrisa que dejaba sus colmillos a la vista.

Insistente —murmuró Ataraxia—. Pues siguiéndome no vas a hacer que confíe muy rápido en ti —negó con una ceja alzada.

¿Y cómo lo hago? —preguntó algo decaído.

Ya te lo he dicho, dame tiempo —repitió. Lo’ak gruñó un poco, luego recordó otra cosa.

Oye, unos amigos quieren conocerte —dijo bajando de la rama hasta el suelo, Sukha levantó las orejas, sin mostrarle los dientes—, ¿vendrías si te lo pidiera?

Puede, ¿quienes son? —Ataraxia tragó saliva, no le gustaba estar tan en medio de los na’vi.

Los hijos del Olo’eyktan Metkayina, un amigo suyo y nosotros —finalizó señalándose a sí mismo, dándole a entender que también estarían los niños Sully.

Puede que vaya —repitió sintiendo como Sukha enroscaba su cola alrededor de sus piernas—. ¿Aceptarán a un lobo?

Lo’ak se encogió de hombros, estaba claro que todo el clan observaba curioso al animal que siempre seguía a la humana albina, tal vez dejaban que se quedara con ellos.

Ataraxia suspiró, era la mejor respuesta que obtendría.

Someone new - Lo'ak SullyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora