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—At, por favor, no seas mala —pidió Emrey tras apaciguar su risa.

—Estás pensando en mandar a un loco aquí —espetó haciendo que Lo’ak se tapara la boca para evitar reír en alto.

—Ninguno está más loco que tú.

—Permíteme dudarlo.

Norm hizo un sonido extraño que fácilmente se podía entender como una réplica hacia Ataraxia, quién se le quedó mirando con una mueca, llamándolo traidor mentalmente.

—Te dejo escoger cual va para allí —dijo con los ojos cerrados con seriedad.

—Uno va a pelear conmigo a cada momento que pueda y el otro va a reírse de mí durante el resto de mi vida como haga una sola cosa mal. Mamá, por favor —insistió una vez más.

—Elije —sentenció.

—¿No sirve con Norm? —Señaló al científico con otra mueca que irradiaba súplica.

—No. —Ataraxia resopló con fuerza.

Se cruzó de brazos y se apoyó contra la pared, con una vena hinchada en el cuello que Lo’ak no había notado hasta ese momento. La albina apretó los dientes, tensando los músculos de la mandíbula a su paso.

—Elijah mismo, es malo con ambos —dijo al final, dejando caer sus brazos a los lados y estableciéndose en su sitio.

Emrey soltó una risa nasal. Ella sabía que su hija amaba a sus primos con toda su alma, pero era más fácil pelear que aceptarlo.

—¿Venís vosotros o...? —Norm no la dejó terminar.

—No, no, nos han permitido a nosotros quedarnos, así que será ir y volver —negó con la cabeza recordando el pequeño trato que tenían con los líderes Metkayina—, voy a avisar a la Tsahìk —dijo, luego salió.

—No te metas en problemas, Li —avisó la mujer mirando con seriedad a su hija, la chica solo asintió, luego cortó la conexión.

¿Li? —Preguntó Lo’ak.

Ataraxia casi se atragantó con su propia saliva. Maldijo un par de veces en ese idioma extraño antes de mirar al nativo del bosque, quién sonreía, como si hubiera descubierto un tesoro.

Un apodo de mi primer nombre —respondió carraspeando.

¿Apodo? —repitió rendido.

.

Dime tu primer nombre, por lo que más quieras —rogó. La albina se quedó frente a él, aunque al otro lado de la mesa antes de pulsar un botón para que ésta volviera a formar parte del suelo de la nave.

No, espérate —negó cruzándose de brazos.

Por favor —pidió una vez más. Ataraxia suspiró con pesadez.

No es un nombre na’vi y empieza por de —dijo simplemente.

Lo’ak lo celebró silenciosamente a pesar de no haber recibido mucha información más que tres letras que probablemente no iban juntas en su nombre, pero eso no impidió que pensara que la humana confiaba un poco en él. Un poquito.

𓏲᭄

En la tienda Lo’ak pensaba detenidamente como podían ir las tres letras que había recibido del primer nombre de Ataraxia mientras ayudaba a su madre a preparar la cena.

Kiri y Tuk habían arrastrado a la albina y, por ende, a su loba, aunque ninguna de las dos había protestado realmente, se veía que a Ataraxia le agradaba estar con ellas dos.

¿Qué pasa, Lo’ak? —preguntó Neytiri viendo el estado de su hijo, él nunca pensaba tan detenidamente ninguna cosa.

Solo intento descubrir el primer nombre de Ataraxia —dijo simplemente, confundiendo un poco más a su madre.

¿Te ha dado alguna pista? —inquirió levantando un poco las orejas.

—afirmó con una sonrisa.

Te dejo con tu duelo, entonces —murmuró Neytiri viendo como su segundo hijo volvía a adentrarse en un estado pensante en el que probablemente no había estado en toda su vida.

Eso le hizo un poco de gracia a la nativa.

Desde luego Lo’ak no eran de los que solían pensar tanto en algo, si hubiera sido otra cosa probablemente ya lo habría abandonado. Eso también le dio que pensar a la na’vi.

¿Por qué tanto empeño en descubrir un nombre? ¿Qué había en Ataraxia que provocara esos niveles de curiosidad y empeño en su hijo? Tal vez ser elegida de Eywa era una de las razones, pero no creía que eso fuera suficiente para su hijo. Entonces, ¿qué más había?

𓏲᭄

Ataraxia corría con libertad detrás de Sukha, Tuk y Kiri la seguían, lo sabía porque escuchaba sus risas y pisadas. Corrió con más brío para que no la pillaran.

Estaba claro que no tardarían mucho más tiempo en pillarla, por la Gran Madre, ¿cómo se le ocurría jugar al pilla pilla con na’vi? Bueno, a ella no se le había ocurrido, había sido petición de Tuk, pero ¿cómo se le ocurría aceptar?

Paró un segundo al lado de un árbol y miró hacia atrás un segundo antes de empezar a subir al árbol como última opción, si no lo hacía terminarían pillándola más tarde o más temprano.

¡Eso no es justo! —protestó Tuk viéndola sentarse en una rama.

Nunca dijimos que esto no se podía hacer —jadeó rendida, estaba en buena forma pero no tanta.

Tiene razón —murmuró Kiri.

Ataraxia se apoyó contra el tronco, aceptando su rendición mientras la na’vi mayor subía hasta su rama y se sentaba a su lado. Sukha volvió y aulló al ver que su ama ya había perdido, aunque todavía no la hubiera tocado.

¿Tan rápido te rindes? —inquirió la nativa de cindo dedos.

La albina sonrió sin ganas e hizo el símbolo de la victoria con su mano izquierda antes dejarse caer contra el tronco. Kiri rio suavemente y palmeó la espalda de la chica un par de veces.

La llevas tú —dijo con una sonrisa mientras bajaba hasta el lado de su hermana pequeña.

Entonces puedo quedarme aquí porque, a menos que me tire ahora, no os pillo nunca —caviló, cabeceando un poco.

Las dos nativas rieron ante el comentario, aunque mucha razón no le faltaba.

¡Chicas! —llamó alguien que las dos na’vi conocían perfectamente.

¡Neteyam! —exclamó la pequeña al ver a su hermano mayor allí.

Ataraxia bajó con cuidado del árbol, hasta terminar al lado de Tuk, quién sonreía con amor hacia su hermano. Neteyam llegó hasta ellas echando una última carrera.

Sukha se apoyó en la cadera de la albina sin recibir protestas.

La humana odió todavía más su metro ochenta, era tan alta como una niña de ocho años y daba gracias a que le llegaba a la cadera a los dos hermanos mayores. Debían de llevarle por lo menos un metro.

Mamá os llama para cenar —avisó, luego desvió su mirada a la chica—, a ti también, Ataraxia —añadió con una sonrisa sincera.

Yo no ceno nunca —comentó acariciando la cabeza de Sukha, aunque su estómago protestó, negando su comentario.

Sintió vergüenza por eso, la cual aumentó cuando sintió como los otros tres reírse en silencio. Gruñó suavemente para que dejaran de reírse.

Pues creo que hoy harás una excepción —dijo Kiri con una sonrisa, Ataraxia puso los ojos en blanco, luego le enseñó los dientes en una sonrisa sarcástica.

Someone new - Lo'ak SullyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora