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Bien, el mensaje ya estaba enviado, todavía quedaba día por delante y Quaritch podía llegar en cualquier momento —si lo hacía—, pero por ahora todo estaba yendo sobre ruedas.

Esperó que no estuviera yendo tan estupendamente, era un poco... sospechoso.

—Y... ¿qué es lo que más te gusta hacer? —preguntó Parker después de tomar un sorbo de su café.

Ataraxia observaba a los robots arácnidos trabajar sin descanso en los edificios y otras instalaciones de la ciudad humana, la Bridgehead City, según se había enterado el día anterior.

—Experimentar, en general —respondió antes de olvidarse de la pregunta.

—¿A qué te refieres con «en general»?

—No me gusta experimentar si eso incluye sacrificar vidas por un bien final —murmuró, luego tomó un sorbo de la taza de café que le calentaba las manos—, el fin no siempre justifica los actos (de hecho no lo hace casi nunca), y la idea de matar nunca me ha resultado atractiva —admitió mirando por fin a Parker.

—Comprendo lo de la idea de matar, pero no entiendo lo de que «el fin no justifica los actos», yo creo que sí lo hace —confesó, Ataraxia se enderezó un poco en su sitio—, y lo hace sobre todo cuando es un bien que beneficia a la gente, creo.

—¿Masacrar a cierta especie solo por un bien que al final no beneficia a mucha gente es justificable? —preguntó, aunque no le dio tiempo a responder a Parker—. El fin justifica los actos cuando dentro de ellos no hay nada relacionado con el hecho de herir a otros, cuando lo hace o lo justifica a medias (lo que no sirve, porque o lo hace o no) o simplemente no lo hace —expuso—, creo.

Parker miró a la albina con ojos curiosos y a la vez sorprendidos por las palabras que acababa de soltarle. Era, en cierta manera, admirable que una niña fuera consciente de la magnitud de tales palabras.

Recordó cuando había ordenado la destrucción del gran árbol de los na'vi y se le secó la boca. Siendo incapaz hasta de tragar saliva, bebió otro sorbo de su café. Ella no podía saber eso, pero había vivido con Emrey. Lo más probable era que lo supiera.

—Creo que... tienes razón —murmuró mostrándole a Ataraxia una sonrisa leve.

Ella iba a mirarlo con una ceja alzada, pero con el brillo de la sorpresa bailando en sus ojos cuando escucharon un grito proveniente de la entrada de ese edificio.

Ataraxia se bebió todo el café de golpe y siguió a Parker por un par de pasillos hasta la entrada.

Cuando vio a un Quaritch muy herido y profundamente cansado siendo ayudado por los científicos y soldados de la RDA a mantenerse de pie, la albina detuvo al que era su padre.

—Antes de que hables con él, quiero decirte una cosa —murmuró mirando de soslayo al avatar.

—¿Qué pasa? —preguntó Parker algo preocupado.

—Antes de venir aquí, ellos... me llevaron al arrecife a cuidar de una de las hijas de Jake Sully —empezó, luego tragó saliva.

—A donde fue Quaritch más tarde...

—Sí, y cuando quise explicarle que estaba de su lado me... disparó —dijo, Selfridge abrió los ojos como platos—, y cuando me liberó, junto a la más pequeña de las hijas de Sully, la niña me empujó y él terminó rajándome el vientre, la niña solo se preocupó en salvar a su hermana y volver con su madre. —Tragó saliva con fuerza, fingiendo tener un nudo en la garganta que en realidad tenía en el corazón al decir aquello sobre Tuk—. Casi muero, porque no me dio tiempo a explicarme.

—Tranquila, recuerda que estás a salvo bajo mi protección —indicó en un intento de animar a la albina. Ella asintió mirando al suelo.

Fue consciente de que habían llevado a Quaritch al laboratorio para que le curaran las heridas que tenía en todo el cuerpo, infectadas y todavía algo sanas. Era un desastre.

Ataraxia esperó, hablando a medias con Parker, durante una hora entera en la que los científicos y demás personal médico estuvieron volcados en su tarea de curar al coronel Quaritch.

Cuando el avatar salió de la habitación en la que había estado, lo sentaron en uno de los varios bancos que había en las paredes del laboratorio.

Él levantó la cabeza, encontrándose con Parker y una chica albina que... debería estar muerta.

—¿Qué demonios haces tú aquí? —escupió en dirección a Ataraxia.

—Está de nuestra parte —explicó Parker con paciencia.

—¿Nuestra parte? —Soltó una risa sarcástica que resonó en las paredes del laboratorio—. Está en el bando de Sully, Parker, abre los ojos.

—¿Acaso viste algo? —espetó Ataraxia—, ¿te paraste a mirar si quería hablar o no? Si me hubieras prestado un mínimo de atención te habría explicado que estoy de vuestra parte —replicó con suavidad.

—No me hagas reír, niña —bufó.

—¿Viste algo? —repitió—. ¿Viste algo por el humo? ¡Claro que no! La niña de Sully me empujó y tú, como estabas ciego como un topo, no te importó rajarme el vientre hasta casi matarme. Si me hubieras dado tiempo te habría explicado —insistió apretando los puños.

—¿Y para quién era ese «arde en el infierno», eh? —espetó, pero ella ya tenía preparada esa respuesta.

—Para el na’vi que me cogió para sacarme de allí, no para ti —gruñó, aunque luego vaciló un poco—, bueno, para ti también había algo, me rajaste el vientre, entiéndeme. —Ataraxia se cruzó de brazos.

El coronel observó a la albina con intensidad, haciendo que ella le devolviera una mirada de frustración y odio. Quaritch parpadeó una vez, única muestra de su sorpresa al ver que ella no se amedrentaba ante él, al contrario, lo retaba. Descaradamente, además.

—Digamos que te creo —comentó apoyando los codos sobre las rodillas—, ¿dónde has estado estos años?

—En otra base, alejada de la que hay en los bosques, Emrey dijo que no me quería cerca de... él —dijo señalando a Parker—, por eso no pude venir aquí antes.

—¿Y después? —insistió.

—Emrey le pidió a toda la base que me vigilara por la misma razón que antes —respondió—, conseguí escapar porque dije que iba a soltar a un experimento que hice hace tiempo, me dijeron que no me alejara mucho, pero no creí que me fueran a dejar sin vigilancia, no sé donde está el experimento, no le puse ningún chip, si esa va a ser tu siguiente pregunta —soltó sin más, viendo venir las siguientes preguntas del coronel.

—Eres una mentirosa compulsiva, ¿verdad? —inquirió Quaritch todavía observando a Ataraxia.

—Necesitaba serlo —espetó, estaba empezando a cansarla con creces, no sabía si aguantaría mucho más en ese interrogatorio.

—Digamos que te creo —repitió cerrando los ojos un instante.

Someone new - Lo'ak SullyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora