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Creo que estuvo a punto de matarme cuando le dije que mamá me había pedido que le dijera que nadie hiciera nada —caviló Ataraxia mientras ayudaba a Kiri y a otro par de nativos a afilar algunos cuchillos.

Papá es..., bueno... quiere protegernos. —Un encogimiento de hombros.

Ataraxia solo asintió terminando de afilar el cuchillo que tenía en la mano. Sus orejas se movieron hacia atrás para captar la conversación de los otros dos Omatikaya, había escuchado su nombre y no sabía si le gustaba.

Tuvo agallas para meterse allí —parecía replicarle uno de los na’vi al otro.

Sigue siendo una persona del cielo —espetó el otro. Kiri miró a Ataraxia con una mueca de seriedad, ella solo negó con la cabeza.

No te cae bien porque los niños hablan más de sus agallas que de ti. —Ese había sido un golpe bajo hasta para ella—. Acéptalo, Pxim.

El otro no volvió a emitir un solo sonido. Ataraxia se giró de forma casual y lo vio cerniéndose sobre el que primero había hablado. Parecía decirle algo pero ella no conseguía captarlo.

Ya es suficiente —ordenó separando al segundo con un ligero empujón. Kiri observaba, dispuesta a meterse si algo le pasaba a su amiga.

No eres nadie para ordenarme nada —escupió el llamado Pxim.

No me importa, no estamos aquí para matarnos unos a otros, nos dieron una orden, yo solo te lo recuerdo —zanjó pasando por su lado para volver a su tarea.

Te crees mucho por ser la que derribó a la gente del cielo, ¿eh? —Ataraxia se detuvo, eso no era cierto, ella no había hecho nada. «¿De qué habla éste?».

Pxim. —Un aviso del otro chico, quién le agarró el brazo, aunque se zafó de un movimiento brusco.

Tío, ¿de qué hablas?, yo no hice nada —dijo, luego le dio la espalda para volver a su puesto.

𓏲᭄

¡Pero no me pegues! —protestó Ataraxia entrando en la tienda de los Sully a la vez que escapaba de Kiri—. Protégeme —le pidió a Neteyam, el primero que se había encontrado.

¡¿Que no hiciste nada?! ¡Yo te mato! —vociferó entrando en la tienda, se quedó quieta un momento al ver que estaba oculta tras su hermano mayor, que no entendía nada.

Lo’ak miró ceñudo a la pareja y luego cambió el brillo molesto de sus ojos a uno curioso cuando miró a su hermana mayor, quién ya estaba de brazos cruzados.

¿Qué pasa? —preguntó Tuk al ver que nadie lo hacía.

Ella dijo que no había hecho nada para ayudar a derribar a la RDA —respondió señalando a Ataraxia, que ya se había separado un par de pasos de Neteyam.

Es que no hice nada —protestó.

Que humilde —comentó Neteyam.

¿Qué hice?, conecté un aparato que hizo todo el trabajo y luego intenté no morir.

Te metiste en territorio enemigo y te enfrentaste a Quaritch por segunda y tercera vez, sabiendo que tenía todas las papeletas para matarte —respondió Lo’ak terminando de rehacerle una trenza suelta a su hermana menor—, a parte de mentirle a toda una ciudad —añadió cruzándose de brazos.

Ataraxia se quedó callada, sin poder protestar por mucho que quisiera. Miró a Kiri y Lo’ak de hito en hito, sin poder creerse que ellos de verdad pensaran que había hecho algo para ayudar.

Tienen razón, Xia.

—Todos contra mí —resopló levantando los brazos y dejándolos caer, como si le hubiera dado un espasmo.

𓏲᭄

Estaba claro, odiaba el arco.

O tal vez odiaba que Lo’ak la picara tanto cada vez que fallaba un tiro, aunque le diera cerca del punto que habían marcado hacía un buen rato. Llevaban ahí casi una hora y todavía no había acertado.

Disparó de nuevo. La flecha se clavó a unos pocos centímetros del centro.

Hasta un niño podría hacer esto, Dahlia —comentó Lo’ak cruzado de brazos con una sonrisa arrogante.

Ella lo pensó un poco y le golpeó con el arco en toda la cara, quitándole esa sonrisa. El Sully cayó al suelo con un poco de sangre resbalando de su boca. Se había mordido la lengua.

Podrías ayudarme en vez de reírte de mí —gruñó.

Es más divertido así —admitió sonriendo de nuevo.

Ataraxia, cansada, agarró una flecha y simplemente la lanzó al punto que habían marcado. Cuando se clavó en la madera con un golpe seco, ella le sacó la lengua mientras él la miraba con reproche.

Le había dado al centro exacto.

Si hubieras dejado de joder no estarías sangrando —comentó después de unos segundos de silencio.

¿Qué puedo decir?, me gusta verte enfadada.

Sem dúvida, você é um masoquista —murmuró en portugués sin darse cuenta.

¿Qué? ¿Qué has dicho? —inquirió levantándose.

Entonces ella cayó en que había hablado en portugués sin darse ni cuenta, pero también se le ocurrió la idea de hacer un trato con Lo’ak.

Si dejas de reírte de mí, te enseño portugués —negoció.

Todavía quedaría otro idioma que no entiendo —replicó.

Si no te ríes y me enseñas a luchar con la lanza, te enseño ambos idiomas —dijo después de pensarlo un momento—, ¿trato? —Extendió la mano para cerrar la negociación con él, si aceptaba.

Lo’ak pareció pensar los pros y los contras de aquel trato, pero nadie perdía nada.

Trato —aceptó cogiendo la mano de Dahlia, que era un poco más pequeña que la de él, más que nada por ser mujer, nada fuera de lo común.

«Ellos estarán orgullosos de mí» pensó recordando a los niños de la visión que había tenido en el arrecife.

Le había gustado ver el empeño que la chica estaba intentando poner en la lucha con lanza y eso la había alentado en parte a salir de la Bridgehead City con vida para entrenar ella también.

Yrstta. Como su tía, la madre de Thiago y Elijah. Le habría encantado conocerla.

Cogió otra flecha y se preparó para otro rato aprendiendo, aunque esta vez sin risas de parte del idiota ese.

Yrstta era la mayor, recordó. Realmente parecía que apreciaba a su familia, aunque había sido un lapso de tiempo demasiado pequeño como para verlo bien.

«Ella estará orgullosa de mí» pensó a la vez que soltaba la flecha.

Someone new - Lo'ak SullyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora