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Mira, mira, mira —pidió emocionada mientras corría sobre el lomo del pa’li sin caerse, al llegar al límite del claro se detuvo y dio la vuelta.

Esa es mi chica —la felicitó Lo’ak con una sonrisa.

Ella bajó un poco las orejas al oírlo pero sonrió de todos modos, llevaba una semana practicando la montura en direhorse y aunque él la felicitaba de esa manera cada vez que avanzaba algo, todavía no se acostumbraba a ese apodo.

Ahora debo pedir que te hagan una silla de montar —murmuró mientras ella bajaba del pa’li y le acariciaba el morro. Lo’ak sonrió un poco—. ¿Tiene nombre? —preguntó acercándose a ella.

Ean —respondió girándose para mirarlo. El direhorse rozó la cabeza de Ataraxia con la suya al oír su nombre y ella le sonrió mientras lo acariciaba una última vez.

Lo’ak se la llevó hasta la aldea, aprovechando para preguntar un par de cosas sobre el primer idioma que había pedido aprender: portugués. Quería perfeccionar la pronunciación cuanto antes.

En parte le emocionaba un poco poder hablar con Ataraxia un idioma que nadie de la aldea comprendía, sería gracioso verles las caras.

Sonrió un poco al pensar en eso, pero borró su sonrisa para que ella no preguntara nada, aunque no creía que fuera a decirle nada malo, sino que se reiría con él.

Voy a pedirles la silla, vuelvo ahora —le dijo cuando estuvieron cerca de una de las tiendas de los artesanos, Ataraxia asintió y se quedó donde estaba.

El avatar escuchó unos pasos dirigiéndose a ella y posteriormente vio a unos tres niños acercándose. Levantó una ceja y miró hacia atrás, ¿a dónde iban esos niños?

Eres Ataraxia, ¿verdad? —le preguntó un niño deteniéndose a un metro de ella.

Sí, ¿por qué? —Miró a los tres niños, como en sus rostros empezaban a formarse amplias sonrisas de alegría.

¡Tú derribaste a la gente del cielo desde dentro! —exclamó la niña, la única de los tres.

Ataraxia parpadeó varias veces, ¿quién le había contado a la gente Omatikaya, a los niños, lo que había hecho? La niña abrazó sus caderas con una sonrisa.

¿Podrías contarnos como fue? —preguntó separándose un poco—, por favor —pidió juntando sus manitas.

Fue... Tenía que ser rápido —empezó captando la atención de los tres. Se acuclilló para estar a su altura—, además de que la seguridad no ayudaba, así que tenía que moverme rápido. —Los niños se miraron entre ellos con las bocas abiertas en círculos casi perfectos—. Doy gracias a que lo que conecté a lo que movía todo con lo que trabajaba la gente del cielo hiciera que todo simplemente... desapareciera —finalizó.

¿Te descubrieron? —preguntó el niño restante, parecía... tímido.

Al final sí —respondió, la niña hizo una mueca de horror, pero luego pareció recordar que estaba hablando con ella.

Pero sobreviviste —dijo alzando los brazos y haciendo un puchero.

—asintió. El niño tímido se acercó a ella para darle un abrazo, al que luego se le unieron los otros dos chicos.

Alguien llamó a los niños, haciendo que tuvieran que romper el abrazo, aunque los pequeños tenían sonrisas. Se despidieron con una mano mientras Ataraxia se levantaba y les sonreía enternecida.

Le caes bien a los niños —comentó Lo’ak acercándose a ella mientras dejaba caer los brazos.

Ella levantó las orejas y miró a la adulta que había llamado a los tres pequeños, la mujer le dirigió una mirada asesina que casi obligó a Ataraxia a bajar la cabeza, pero solo tragó saliva.

Tal vez a los niños, el resto me odia —dijo girándose hacia él, quién la miró algo apenado por ese hecho.

𓏲᭄

Neytiri miraba de vez en cuando a su hijo y lo veía echándole miradas furtivas al avatar de Ataraxia, como si quisiera decir algo y se estuviera asegurando de que ella no fuera a despertar de la nada.

¿Pasa algo, Lo’ak? —preguntó finalmente la matriarca.

Hoy tres niños se acercaron a Ataraxia pidiéndole que les contara cómo echó abajo a la RDA desde dentro, cuando se fueron le dije que los niños la querían —contó, luego soltó un suspiro pesado— y ella dijo que tal vez los niños, que el resto la odia —murmuró, odiando recordar ese momento. La impotencia que había sentido.

Ella, aunque haya ayudado mucho a echar a la RDA de Pandora, sigue siendo una persona del cielo para ellos, un demonio —dijo Neytiri terminando de hacer la cena—. Da gracias por que nadie sepa quién es su padre, no podría volver a pisar territorio Omatikaya jamás —sentenció, haciendo que Lo’ak agachara las orejas de golpe. Tenía razón.

¿Algún día la aceptarán? —preguntó después de un rato.

Aceptaron a tu padre, no veo por qué a ella no —respondió.

Con aceptarla me refiero a que no hablen a sus espaldas diciendo que es un demonio —replicó, mostrando su mano. Neytiri la sujetó entre las suyas.

Eso llevará tiempo, todavía están resentidos, yo también lo estoy —admitió señalándose a sí misma—, pero yo me he permitido crecer, le di un voto de confianza en el arrecife y cuando fue a la ciudad humana —dijo, captando la total atención de su hijo—, no me decepcionó entonces, y se lo vuelvo a dar ahora, que está aprendiendo. —Lo’ak miró a su madre con las orejas alzadas, él no se había dado cuenta de eso.

No te decepcionará —aseguró el joven.

Lo espero así —asintió su madre.

Ambos sonrieron y volvieron a su tarea de terminar la cena de una buena vez, antes de que el resto volviera a la tienda.

Aunque un grito femenino les hizo saber que no acabarían antes de que alguien llegara.

¡Hemos vuelto! —anunció Kiri con una sonrisa, Spider se acercó con ella al lado.

Te ves muy alegre, Kiri —comentó Neytiri sonriendo.

Sip, si supieras lo emocionada que estaba hoy At lo entenderías —contó, madre e hijo intercambiaron una mirada y devolvieron su vista a la chica na’vi—. Dijo que tres niños se le habían acercado y habían terminado abrazándola —respondió al brillo de duda de los ojos de su madre y hermano—. Si la hubieras visto sonreír... —Kiri se abrazó a si misma y dio saltitos mientras giraba sobre sí y sonreía como una niña.

Lo’ak alzó las orejas y las comisuras de sus labios al recordar la sonrisa que Dahlia había tenido al despedirse de los niños.

Someone new - Lo'ak SullyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora