xxvi.

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Ataraxia tragó saliva, ahogando un quejido y haciendo una mueca de dolor al contraer los músculos de su abdomen involuntariamente. Emrey se alertó un poco, pero su hija negó con la cabeza, tranquilizándola un poco.

Norm suspiró con pesadez, aunque ese sonido fue ahogado por un resoplido de pura frustración salido de Trudy, que tenía las manos en las caderas, intentando no coger esa nave misma y bombardear la pequeña ciudad de la RDA.

Elijah se sentó al lado de su prima, acariciando a Sukha.

—Lo siento, sé que son malas noticias, pero no hay mucho que podamos hacer —murmuró negando con la cabeza.

—Por ahora, primo, nos centraremos en volver a la base de los bosques, sanos y salvos —dijo su prima, aparentando una calma que se había evaporado de sus venas cuando vio a Elijah con una mueca de preocupación absoluta.

—Pero los escudos... —quiso empezar Norm.

—Hemos traído algo para que ella lo arregle, está en la otra nave —respondió Emrey con una sonrisa amigable, luego miró a la piloto y soltó un suspiro—. Voy a por eso.

—Llama a todos los Sully, Norm, tengo trabajo que hacer —pidió Ataraxia recostándose un poco en la camilla en la que todavía estaba.

—Tengo que acelerar esa curación —comentó a punto de salir.

—Primero volvamos a casa, luego habrá tiempo —prometió, probablemente en vano, con la RDA nunca se podía estar seguro.

El científico asintió y fue a buscar a la familia de su viejo amigo, tal vez ya estaban preparados para salir, aunque sabía que Ataraxia no los entretendría mucho más de lo imprescindible.

—Siento no haberte protegido, Ahli —murmuró Trudy acercándose por fin a la albina.

—No puedes estar en todos lados, ma, estoy... —cabeceó un poco la cabeza de un lado a otro—, más o menos, ya me entiendes.

La piloto soltó una risa nasal que no le llegaba a los ojos, luego le dejó un beso en la cabeza y una caricia llena de todo el amor que siempre le había dado desde niña, a pesar de su naturaleza implacable y dura.

Norm apareció entonces, hablando con Jake como viejos amigos. Neytiri asomó la cabeza y Ataraxia la saludó con la mano y una sonrisa que la nativa del bosque apreció y devolvió.

Lo’ak se asomó por debajo de su madre, sacándole una sonrisa más amplia a la mujer, y saludó frenéticamente con una mano a la humana, a lo que ella respondió con una sonrisa divertida.

Tuk hizo caso omiso de las órdenes de sus hermanos y madre y saltó a la nave para ver a la chica que casi daba la vida por ella.

Xia —saludó al verla con mejor color que la noche anterior.

Hola, Tuk —susurró acariciándole un poco la cabeza, ante lo que la niña bajó un poco las orejas.

Vuelve con mamá, corazón —pidió Jake rozando el hombro de su hija menor.

La pequeña vaciló un poco, pero al ver la sonrisa de Ataraxia volvió con el resto de su familia. La albina sintió el resoplido de Tuk al oír el pequeño regaño de su hermana mayor al decirle que no podía subir a la nave sin más.

—¿Qué querías decirnos, Ataraxia? —preguntó el hombre una vez supo que su hija estaba fuera.

—Ya que voy a reforzar los escudos de estas naves, pensé en... crearos un escudo a vosotros —explicó, haciendo que el Sully levantara las cejas—, al menos a vosotros, no sé si podré hacérselo a vuestros ikranes —comentó un poco dudosa.

—¿Cómo... cómo lo harías? —inquirió sorprendido por la respuesta de una chica tan pequeña.

—Los comunicadores. —Se encogió de hombros cómo si fuera obvio, pero al ver la cara extrañada de Jake se explicó—: Al cubrir la línea que los conecta entre ellos y a nosotros, que también os haga invisibles a vosotros.

—Eso es...

—Muy Augustine —completó Emrey con una sonrisa mientras entraba en la nave.

—Sí —asintió el veterano—, es cierto —afirmó de nuevo, recordando a la fallecida doctora.

—Bueno... si me permitís, tengo trabajo que hacer —pidió Ataraxia con una sonrisa. Los allí presentes asintieron.

𓏲᭄

Volvemos a casa —murmuró Lo’ak acariciando a su ikran.

¿Ya se lo has dicho? —preguntó su hermano mayor cojeando un poco.

Más o menos —respondió rascándose la nuca.

¿Y eso quiere decir qué...? —lo incitó a seguir.

Que no me ha rechazado —terminó con una leve sonrisa.

Neteyam se cruzó de brazos, dejando el peso de su cuerpo en la pierna buena, levantando lo que vendría siendo una ceja, inquisitivo y mirando a su hermano con seriedad.

No me mires así, ¿cuánto tardaste tú en aceptar al cara de pez? —preguntó señalando la aldea Metkayina con el pulgar.

Vale, ya te dejo —cedió caminando hacia su ikran. Lo’ak sonrió victorioso, le daría todo el tiempo del mundo a Ataraxia.

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El viento le removía la coleta mientras inspeccionaba el radar que maravillosamente había arreglado y que usaba para descubrir barcos, aviones u otro tipo de vehículo terrestre de la RDA.

Todavía no había nada y no sabía si eso le gustaba o le parecía sospechoso.

Se decantó por la segunda opción, parecía la más segura dado el tipo de gente con la que estaban tratando. O con la que tenían una relación que gracias a cualquiera que escuchara no tenía dentro la muerte.

En su mayor parte.

—Espero que lleguemos bien a la base —comentó Elijah.

—Seh —luego miró hacia el chico de rastas que el escuadrón de Quaritch se había llevado—. Oye —lo llamó, él reaccionó por fin y giró su cabeza hacia ella—, ¿estás bien? Pareces perdido.

—Sí, sí, no te preocupes —respondió con una ligerísima sonrisa, pero una de todos modos.

La albina asintió y volvió a su vigilancia, que la dejó más aburrida de lo que ya estaba cuando no la habían dejado moverse de la camilla. Pero bueno, era lo que tenía que hacer.

Lo que tenía que hacer para que nadie muriera.

—Oye, Norm —llamó al científico, el avatar miró a la albina, indicando que la escuchaba—. ¿Qué significa decir «te veo» para los na’vi? —preguntó tragando saliva.

—Eh... ¿cómo te lo explico? —Norm se frotó el mentón un segundo—. Significa que... ves más del cascarón exterior, que ves su alma y quiénes son de verdad, sin mentiras ni partes ocultas, la verdad del interior de un alma —explicó recordando cuando él le había instruido a Jake sobre esas cosas para adaptarse mejor a los Omatikaya—. ¿Por qué?

—Porque lo oí por ahí —mintió.

«Porque tú, sin saberlo, fuiste la primera en verme como soy de verdad, no un... demonio».

Las palabras de Lo’ak la golpearon con fuerza y las mariposas en el estómago volvieron a ella. Necesitaba arreglar su cabeza antes de... hacer nada que pudiera hacerle daño a Lo’ak.

Someone new - Lo'ak SullyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora