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Ataraxia daba saltitos por la pasarela de tela a la vez que daba vueltas sobre sí misma cuando estaba en el aire. Habían cenado hacía un rato y luego, casi todos, se habían ido a dormir.

Ella no podía, Sukha sí, así que la había dejado descansando mientras ella daba un paseo hasta la orilla y se mojaba los pies mientras admiraba los colores de la noche y luego volvía.

Aunque todavía no tenía nada de sueño, así que no se molestaría en entrar y se quedaría sentada en el borde opuesto a la entrada del marui de los Sully de la pasarela.

Dejó de saltar, un poco mareada, cuando vio la tienda de los Sully. Se sentó con cuidado de no hacer ningún tipo de ruido y miró hacia el cielo nocturno tan salpicado de estrellas como a ella le gustaba.

¿Ataraxia? —murmuró un vocecilla cansada pero aguda, perteneciente a un niño.

La albina giró la cabeza para ver a la pequeña Tuk caminar hacia ella con cuidado de no despertar a nadie, al salir de la tienda se sentó a su lado.

¿Qué pasa, Tuk? —preguntó pensando que la niña podía haber tenido algún mal sueño o cualquier cosa de esas.

Tuve una pesadilla y no te vi en la tienda, luego sí te vi aquí —respondió abrazando sus piernas.

Ataraxia le acarició el hombro para reconfortarla, a ella a veces le pasaba lo mismo cuando supo lo que le había pasado al bosque un año antes, cuando los humanos volvieron a Pandora. Eso a veces le resultaba irónico.

¿Puedes cantarme? —susurró la niña mirando a la adolescente—. Sé que no cantas mucho, pero no quiero despertar a mamá —añadió con un poco de pena.

¿Qué querrías que te cantara? —respondió, era una niña, no estaba acostumbrada a cantar para otros, pero con Tuk haría una pequeña excepción.

Neytiri, quién había escuchado a su hija menor salir de la tienda, atendía con el oído bien afinado a las palabras de su hija y la chica albina. Su hija era su única preocupación en ese instante.

La canción que Lo’ak te escuchó cantar el otro día —pidió con una sonrisa amplia.

Bien —murmuró asintiendo.

Luego Tuk empezó a escuchar unos leves sonidos salidos del fondo de la garganta de Ataraxia: el ritmo de la canción. La pequeña na’vi levantó un poco las orejas para escuchar atentamente a la chica albina.

Throwing poison seeds into the wind. Make the poison tree growing in me begin —empezó con voz suave, arrancándole un escalofrío a Tuk—. Let your branches fork my veins. Let your honey tide in me. Blood loving, poison whispering.

Neytiri escuchó la voz suave, tranquila y harmoniosa de Ataraxia al cantar y casi se relajó entera al oírla. Casi, pero Tuk seguía con ella y aunque confiara en ella, no lo hacía tanto.

Oh, beautiful poison tree —continuó con los ojos cerrados, recordando la letra—. Let your power grow in me. Let your sorrow pour in me. Take away my blood and bones. Make your flowers deep inside of me. —Otro escalofrío, aunque esta vez se lo arrancó a Neytiri.

Tuk comenzaba a cabecear, pero se obligó a parecer lo más despierta posible para poder oír la canción entera. Lo’ak tenía razón, ella cantaba tan bien...

Least I’ll still have company. In my insides, tiny poison tree. I seal love in me. Tiny beautiful poison tree —cantó de nuevo, la niña se fijó en que estaba sonriendo, Ataraxia disfrutaba hacer eso—. Oh, beautiful poison tree. Let your power grow in me. Let your sorrows flow in me. Turn me into a poison tree.

La niña sonrió también cuando notó como las comisuras de los labios de la chica estaban ligeramente alzados en una sonrisa pequeña pero hermosa, igual a su canto.

Turn me into a poison tree. Make my shadow go away. Make my branches strong and hard. —A ambas na’vi despiertas les recorrió un escalofrío que tardó un poco más en morir en la adulta—. Make my leaves flower and spread. Make me feel like something powerful. Is growing deep inside of me.

Ataraxia abrió los ojos, sabedora de que solo le quedaba un verso y de que Tuk estaba cabeceando, por mucho que se obligara a quedarse despierta para poder oírla.

Se sintió un poco... feliz al notar eso, poca gente le había prestado tanta atención en su vida. Su madre, Trudy, Norm y alguna vez sus primos, solo desde que había dejado salir su inteligencia habían empezado a tomarla en cuenta.

En parte lo entendía, no era la guerra, pero sí lo más parecido. Pero aún así le dolía.

Turn me into a poison tree —finalizó, luego volvió a hacer esos sonidos salidos de su garganta, como entre algunos versos.

Tuk parpadeó pesadamente un par de veces mientras escuchaba la improvisada melodía de Ataraxia. Cabeceó un poco más, pero todavía no se creía que la canción hubiera terminado.

Quería oírla de nuevo.

Vete a dormir, Tuk —pidió la albina acariciando la cabeza de la niña.

¿Ya se ha acabado? —preguntó un poco incrédula, aunque el cansancio la superaba.

Me temo que sí, vete a dormir —insistió.

La niña cabeceó un asentimiento y volvió a su marui. Ataraxia escuchó como su respiración volvía a ser pausada y tranquila mientras admiraba el cielo un poco más.

Neytiri se alegró de que Tuk volviera a dormirse a su lado y se giró, fingiendo estar todavía dormida, para ver a Ataraxia.

Aunque solo la vió un poco más pálida de usual, con una mano en su pecho, temblando un poco. ¿Le tenía miedo? Neytiri pensó eso con un poco de incredulidad, pero luego recordó las historias un poco exageradas que se contaban sobre ella.

Entonces lo entendió.

La albina suspiró al pensar que no había despertado a Neytiri —por muy despierta que estuviera desde hacía un buen rato— y devolvió su mirada al cielo un segundo antes de levantarse y acurrucarse con Sukha.

𓏲᭄

Buenos días —murmuró Neteyam despertándose.

Lo’ak se estiró a su lado, como un maldito gato, haciendo un sonido salido de su garganta para decir lo mismo que su hermano, sacándole una risa a su familia. Bueno, no a toda.

Kiri y Ataraxia no estaban.

Deja de reírte de mí —ordenó la primera desde el exterior.

Perdón, pero es que... —Ataraxia se ahogó con una risa, sin ser capaz de terminar.

Kiri resopló con fuerza entrando a la tienda, la albina, con una sonrisa radiante a pesar de haber dormido unas cinco horas con suerte, detrás de ella. Ambas traían cuatro peces cada una.

Buenos días —saludó la albina a los recién levantados.

¿Cómo habéis dormido? —preguntó Kiri ayudando a la humana y a su madre a limpiar los peces.

Como si alguien me hubiera cantado una nana por la noche, haciéndome dormir mejor —confesó Lo’ak con una sonrisa, recordando el sueño en el que había una voz preciosa. Ataraxia se tensó un poco en su sitio.

Oh, tal vez fue Ataraxia —comentó Tuk con una sonrisa, la chica bajó la cabeza a la vez que se ruborizaba casi hasta las orejas—, ella me cantó por la noche —dijo ampliando su sonrisa un poco más.

Lo’ak solo pudo ver como la piel chocolate de las orejas de Ataraxia se volvía un poco más oscura y tal vez de un color un poco más... rojo. Que ruborizada estaba, por Eywa.

Someone new - Lo'ak SullyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora