Capítulo 9: Habitación nueva

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Escuche una música y voces que susurraban entre ellas, como si estuviese en una fiesta, escuche risas y pasos, pero solo me encontraba yo, en un lugar desolado mientras que a mi alrededor solo habían manchas difusas que emitían aquellos sonidos, pero a pesar de ello no sentía miedo, sino alegría, a mi lado había personas pero sus rostros estaban completamente difuminados, apenas se podía distinguir que eran personas, la pasaba bien. 

De pronto sentí que el piso se movía de manera brusca, tanto que casi me hace caer, entonces todo a mi alrededor se volvió completamente oscuro acompañado de gritos, alborotos y sonidos extraños. De inmediato cubrí mis oídos tratando de mitigar todo el caos, sentí un calor sofocante y grite.

Me levante estrepitosamente, mire a mi alrededor, me encontraba en la habitación de aquel chico rubio que me salvo, aun sentía ese miedo y mi corazón latía muy acelerado. Me gire a un costado en búsqueda del chico pero no el simplemente no estaba, su lugar se encontraba vacío, trate de buscarlo o pronunciar su nombre pero las palabras no salían de mi boca por mas que movía mis labios.

— Al fin despiertas —reconocí enseguida aquella voz. La persona que buscaba venía entrando, me calme un poco al mirarle acercarse a mi—. Ya esta listo el desayuno, pero si no te apuras se acabara pront-

No lo deje terminar y apenas lo tuve cerca me abalance sobre él abrazándole con fuerza.

— No estabas —pude pronunciar apenas en un susurro.

A los pocos segundos el chico correspondió mi abrazo sin decir una sola palabra hasta que me tranquilice.

— Vamos a desayunar, si nos tardamos mas no quedara nada —me dijo con calma.

Después de separarnos me tomo de la mano y me llevo con los demás. Este gesto aunque pequeño, me tranquilizaba demasiado, no quería que me soltara nunca. Sin embargo, apenas llegamos nuestras manos se separaron antes de entrar, entristeciéndome al momento.

— ¿Por qué tardan tanto?, las tostadas están por acabarse —menciono Marifa.

— Seguro se estaban peleando —asumió Paola— no se porque aun te quedas con ese psicópata.

El chico se molesto, comenzando a pelear con aquella mujer. Por mi parte simplemente me senté en la mesa ignorando el tema, salude al resto y me serví mi desayuno.

— Pero pueden estar tranquilos, ya que tengo una solución a ese problema —habló el dueño del circo.

— ¿Cómo que solución? —cuestiono su hijo.

Aquel hombre simplemente sonrío sin decir mucho, únicamente nos pidió esperar a que se ocultara el sol.

Después del desayuno, Popee y Kedamono se fueron a practicar sus peligrosos trucos de circo, Marifa se fue a ensayar y el resto se retiraron sin decir a donde. Me quede sola, sentada frente a la mesa que ahora se encontraba vacía. Por mas que pasan los días la sensación no se va y mis recuerdos no vuelven.

Nadie me lo pidió, pero, con afán de distraerme para no pensar en ello, me puse a lavar todos los platos, limpiar la mesa y arreglar el lugar hasta que quedo completamente limpio, tanto que podía ver mi reflejo en el cual perdí el tiempo, era deprimente mirar mi reflejo y no conocer a la persona frente a mi, era como ver a un total desconocido. Pose una mano sobre el reflejo y la otra la lleve a mi rostro a manera de comprobar que realmente me veía a mí.

— ¿Quién eres? —le pregunté a mi reflejo esperando una respuesta sabiendo que no la obtendría.

Me atormentaba cada segundo que pasaba y me preguntaba eso mismo una y otra vez.

Fragmentos Perdidos ||PopeexT/N||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora