Capítulo 45: En la sombra del dolor

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Pase una semana completa en duelo. Parecía como si hubiera hecho un voto de silencio, pues en ningún momento pude ser capaz de decir una sola palabra al respecto. Los demás intentaban de muchas maneras levantarme el animo, pero no reaccionaba a ninguno de esos intentos.

Dejé de salir de mi habitación, ni siquiera para comer, comencé a saltarme las comidas, no podía pensar en otra cosa que en aquellas horribles imágenes que tuve la desgracia de presenciar, ver los cuerpos casi carbonizados de mis padres, recordar la manera en la que los perdí, era demasiado para mi.

— Umi —Llamó Popee desde afuera— Abre la puerta por favor —Varias veces había intentado incansablemente hacerme reaccionar, pero simplemente no tenía las fuerzas necesarias para levantarme, ni siquiera para responder— Se que esto es difícil para ti pero no estas sola, estamos contigo, yo estoy contigo..

Por mas que Popee intentara consolarme, no funcionó, a pesar de sus palabras yo me sentía completamente sola en esta vida, no sabía como es que podría salir adelante. 

Después de varios minutos de insistir, Popee se marcho.

El sol se filtraba a través de las cortinas entreabiertas, llenando mi habitación con una luz suave y dorada. Pero para mi, cada rayo de luz era como una daga, recordándome constantemente la oscuridad que había invadido mi vida desde la pérdida de mis padres en ese trágico accidente. Cada día había sido una batalla interminable contra la depresión y el dolor abrumador que me consumía por dentro, mi mirada se perdía, mis ojos reflejaban el vacío en mí, perdida en un torbellino de pensamientos oscuros. A pesar de tener la luz frente a mí, no era capaz de verla.

El sonido de su teléfono rompía el silencio, pero apenas lo noté. Con manos temblorosas, tomé el dispositivo y deslicé el dedo sobre la pantalla, apenas consciente de lo que estaba haciendo. Una voz familiar sonaba al otro lado de la línea, se trataba de nada menos que Popee quien también insistía a través del celular pero sus palabras se desvanecían en el vacío, incapaces de penetrar la muralla de desesperación que había construido a mi alrededor. Colgué sin siquiera haber respondido.

Todo lo que había conocido y amado se había desvanecido en tan solo un instante, dejándome sola en mi mundo oscuro y desolado. Las lágrimas brotaron en mis ojos mientras la realidad de sus pérdidas me golpeaba una vez más, como una ola implacable rompiendo contra las rocas. Apenas pude levantarme solamente para buscar el cuchillo.

Al intentar afilarlo como de costumbre, me di cuenta que ambos estaban tan desgastados que prácticamente me eran imposibles usarlos de nuevo. Fruncí el ceño y los arroje al suelo con fuerza. Un acontecimiento que me obligaba a salir de mi cueva.

Cuide que no hubiera nadie al rededor, de verdad no quería convivir ni hablar con nadie. Busque en la cocina otro cuchillo que me sirviera, pero ninguno me parecía lo suficientemente afilado y recordé los afilados cuchillos que usaba Popee para practicar sus actos de circo. Entré a su habitación después de asegurarme que no se encontrara cerca. Busque entre sus cosas y los encontré, por un efímero instante una apenas perceptible sonrisa se formo en mis labios.

Regresé a mi habitación, teniendo una pequeña sensación de victoria. Abrí la puerta pero me quede pasmada al encontrar dentro a Popee sentado en mi cama, sosteniendo tanto el afilador como el cuchillo desgastados. Popee me miro con una mezcla de confusión, tristeza y un poco de enfado.

— ¿Para qué usabas esto?, ¿por qué están tan desgastados? —Me preguntó con cautela.

Abrí mis ojos en grande, sentí mi corazón latir con fuerza, caí en cuenta que traía en manos uno de los cuchillos de quien tenía presente y de inmediato lleve mis brazos a mis espaldas. Popee no tardo en dejar las cosas detrás y acercarse a mi con cautela. Comencé a entrar en pánico y quise huir, pero antes de salir me sujeto con fuerza del brazo impidiendo mi escape. Solté un quejido de dolor. Cerró la puerta y me quito de un solo movimiento el otro cuchillo sin soltarme.

— Suéltame —Le pedí intentando liberarme, pero tan solo apretó ligeramente para evitar que me liberara, aun así me dolió y me queje.

— Lo haré si me dices que pasa —Podía notar su preocupación.

Asentí como primera parte de mi plan, pues en cuanto tuviera la oportunidad estaba dispuesta a huir. Popee dudo un poco pero me soltó con toda la intención de escucharme, pero entonces tanto él como yo notamos como su mano ahora estaba manchada de sangre, se habían abierto heridas. Popee frunció el ceño y me miro con preocupación. 

Pensé que era el momento perfecto de escapar, pero en un movimiento rápido, Popee se detuvo frente a la puerta impidiéndome el paso. Me tomo de la mano estirando mi brazo hacía él alzando mi manga, pero se encontró con la venda también manchada de sangre.

— Dime que no.. —Me miro a los ojos esperando que no fuera mentira. Solo atine a apartar la mirada— ¿Puedes enseñarme? —Me pidió casi suplicando pero con delicadeza y un poco de tristeza en su voz.

No tenía escapatoria para esto. Alce mis mangas y descubrí mis brazos, Popee mantuvo su mirada atento, abriendo los ojos al mirar todas las cortadas y las cicatrices, incluyendo las que ahora sangraban. Sentí vergüenza por su mirada.

Con un suspiro extendió las manos hacia mí, lo mire y tarde unos segundos en tomar sus manos de vuelta, me acerco a él. Sentí miedo de su reacción, sin embargo, Popee me envolvió en un abrazo reconfortante, abrí mis ojos en grande.

— Nunca debí haberme alejado de ti, lo siento tanto.

Las lagrimas vinieron a mi, esta vez no podría contener mi llanto, tenía una herida en mi corazón que no podía ocultar, se desbordaba de mi ser. Popee se mantuvo en silencio, dejándome desahogarme abrazándome con fuerza. Cuando me sentí un poco mejor, se aseguro de llevarse los cuchillos con el afilador para evitar que volviera a cortar mi piel y regreso con el botiquín, sonriéndome de manera reconfortante.

— Es mi turno de curar tus heridas.

Sonreí ligeramente al sentir su preocupación. Una a una trato cada herida con mucho cuidado y volvió a vendar mis brazos.

— Gracias —Le agradecí con sinceridad.

— ¿Te gustaría volver a dormir juntos? —Me pregunto mientras se sentaba a mi lado.

— No estoy segura..

Me abracé a mi misma, no sabía si estaba lista para volver a compartir habitación con Popee, sin embargo, intento algo mas.  

— Entonces veamos las estrellas juntos —Me miro con suplica.

Sabía que después de descubrir sobre mis cortadas, no podría alejarme de él tan fácilmente, conocía sus intensiones, no me dejaría sola. A partir de ahora estaría bajo su mirada. Como no tuve otra opción, acepté salir con él.

Extendió una manta sobre la arena y ambos nos recostamos en silencio. Me tomo de la mano tratando de darme consuelo. Sentía vergüenza por que haya tenido que descubrir sobre mis cortadas, me sentí como una carga para él que poco a poco se extendió hacia todos los demás. Ya era mas de media noche y Popee no tardo en quedarse dormido. 

Mientras miraba las estrellas, no podía dejar de recordar a mis padres, el dolor era abrumador, como una tormenta furiosa que arrasaba todo a su paso, me sentía atrapada en mi propia oscuridad, incapaz de encontrar una salida de la tormenta emocional que me había consumido por completo.

Con mucho cuidado, me separé del agarre de Popee, intentando no despertarlo y me alejé.

Me encontraba perdida en un abismo de desesperación, sin esperanza de poder encontrar la luz al final del túnel. En medio de la oscuridad que me envolvía, me preguntaba si alguna vez encontraría la fuerza para seguir adelante sin los pilares que habían sostenido mi mundo durante tanto tiempo. No creí ser capaz de superar esto....

Fragmentos Perdidos ||PopeexT/N||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora