Capítulo 11: La sombra del olvido.

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Era una tarde gris y tranquila con una tenue luz que se filtra a través de las cortinas semitransparentes se la carpa de Paola, las cuales funcionaban como ventanas. Una mesa de madera en medio de ambas, sobre la cual se hallaba un tablero de ajedrez , con sus casillas oscuras y claras en perfecto contraste. Miraba por la ventana, a lo lejos se encontraban Popee y Kedamono realizando sus peligrosos actos de circo con cuchillas y explosiones. Ensayaban demasiado, tanto ellos como Marifa, por lo que me entro una duda.

— ¿Cuándo son las funciones? —le pregunté a aquella mujer que me acompañaba.

— No habrá mas funciones —respondió de inmediato.

Me sorprendí de inmediato abriendo mis ojos en grande.

— ¿Cómo que no?, pero, ¿por qué ensayan tanto entonces?.

No me hacía sentido que se esforzaran tanto y le pusieran tanto empeño a sus actos y acrobacias arriesgados por nada.

— Marifa lo hace porque asiste a una escuela de ballet y tiene presentaciones en el teatro de la ciudad —explico la mujer.

— ¿Pero que pasa con Popee y Kedamono?.

— Popee se a negado a aceptar que ya no habrá mas funciones, el circo cerro sus puertas hace un año, pero el se niega a aceptarlo. Kedamono se queda con él, puede aguantar lo que sea, excepto ver la decepción en los ojos de su amigo, por eso a pesar de que casi todos los demás artistas se fueron, él se quedo.

Cuando escuche aquello me impacto, no lo podía creer, me daba tristeza verlo atrapado en aquella fantasía, pero de cierta manera entendía su dolor. Se enojaba con facilidad, se frustraba si no lograba hacerlo bien pero sus ojos muchas veces me decían que se sentía igual de solo que yo. Mi manera de verlo cambio un poco al saber aquella información, pero no le iba a juzgar.

Luego de que terminaran sus ensayos pase un rato con mis amigos, los cuatro convivimos amenamente tomando bebidas frías y consumiendo snacks, pero en todo aquello no podía alejar la vista de ese chico rubio, por mas que lo intentara. Por ratos se daba cuenta pero en cuanto me miraba de vuelta yo desviaba abruptamente la mirada.

Aquellos momentos que pasaba junto a ellos me hacían sentir mejor y podía llegar a olvidar esa sensación de angustia y desolación que me embarga día con día. Pero todo eso regresaba cuando me dejaban sola.

La noche llego. Comencé a odiar las noches desde que me dieron esa habitación. Odiaba esa enorme sensación de soledad que me ah estado atormentando desde entonces, pues no había logrado dormir en varias noches seguidas y no quise quedarme mas en aquel espacio que me causaban melancolía y desesperanza.

Me levante de esa cama individual, tome mi celular y me puse a caminar por el circo ya vacío sin un rombo fijo. Cuando me sentí mas tranquila en aquel espacio mas abierto en algún punto me senté sobre la arena y mire el cielo para apreciar las estrellas pensando que su majestuosidad me ayudaría, pero el vacío en mi interior no se iba. Saque el celular del bolsillo de mi pantalón para buscar música, cualquiera estaba bien siempre y cuando fuese alegre y melodiosa.

Con gesto abatido y la mirada perdida me recosté sobre el suelo. Nuevamente intentaba recordar familiares, amigos, algo, pero no encuentro absolutamente nada, como si fueran fragmentos de un mundo que me ha sido arrebatado, siento la angustia de no poder sentir el calor de los recuerdos que todos, menos yo, tienen.

Siento que floto en un vacío existencial, donde mi propia identidad se ha desvanecido en una neblina de incertidumbre. Solo soy un naufrago en un océano de desconcierto, sin una brújula para guiarme en la búsqueda de lo que eh perdido.

Los sollozos silenciosos no tardaron en aparecer, lágrimas que caen como testigos mudos de mi desesperación. Las emociones abrumadoras me envuelven, y la sensación de no tener un pasado ni una historia propia me sumerge en una soledad insondable. Cada suspiro es un lamento por lo que eh perdido, por la vida que no puedo recordar y que se me escapa entre los dedos como arena.

En algún punto caí rendida por el cansancio de no haber dormido en días, mis parpados ya pesaban demasiado y mi cuerpo se quedaba sin fuerzas, hasta que termine por caer dormida. En un instante, me encentraba sintiendo la brisa marina acariciar mi piel, mientras una voz lejana pronuncia un nombre que no puedo distinguir. Tenía una sensación de felicidad y libertad que llenaba mi ser, había mujeres con vestidos lindos que reían junto a mi, sin embargo no podía distinguir ningún rostro de los presentes a mi alrededor. No duro mucho, pues todo se desvaneció rápidamente, dejando solo una sensación fugaz de alegría en mi corazón.

Entonces sentí cierto movimiento y abrí mis ojos poco a poco, alce la mirada, se trataba de nada menos que Popee quien me llevaba en brazos. La resplandeciente luz de la luna le sentaba muy bien al chico, lo hacía resaltar de una manera especial.

— No deberías dormir a la intemperie, te enfermaras —dijo con voz suave apenas se percato de mi mirada fija en él mas no la correspondió.

No dije nada, únicamente atine a abrazarle y dejarme llevar pues aun me sentía cansada, apenas podía mantener mis ojos abiertos, por lo que no tarde en cerrarlos de nuevo para concentrarme en solamente su calor corporal que me daba paz.

Me recostó sobre la cama, mi cuerpo con trabajos respondía, me cubrió con las sabanas, le mire una ultima vez, se encontraba agachado frente a mi, con su usual semblante inexpresivo, pero de alguna manera, se veía..

— Lindo.

 Y mis ojos se cerraron. No supe mas.

A la mañana siguiente. Al abrir los ojos me di cuenta que me encontraba en mi habitación. Me reincorpore lo suficiente para sentarme, talle mis ojos y traté de recordar como es que había llegado hasta mi cama. Fue cuando el recuerdo de aquel chico llego a mi cabeza, el cual desde mi perspectiva, con el cielo lleno de brillantes estrellas detrás de él, acompañado del resplandor de la luna a su costado, de alguna manera hicieron resaltar su belleza de una manera tan hermosa que me hicieron sentir tanta paz en ese momento. Mi corazón acelero sus latidos de solo pensar en ello, pero no entendí muy bien porque, ¿será que Popee tenía razón y me estaba enfermando por quedarme afuera en la noche?. Por costumbre y un poco de instinto mire al otro costado de mi cama, pero Popee no estaba y eso me entristecía.

— No estoy entendiendo nada...

Fragmentos Perdidos ||PopeexT/N||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora