Capítulo 33: Ultimo intento

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El sol estaba por esconderse y yo seguía sin saber nada de Popee, temía lo peor, o que hubiera recaído, pero al buscarlo en esa bodega, no había nadie, ni rastros de que alguien hubiese estado ahí desde aquel día. No deje de buscarlo, pero no había rastro de él.

— ¿Perdiste algo? —Me pregunto Marifa con curiosidad.

No tarde en acercarme a ella y tomarla de los hombros con preocupación.

— ¿Has visto a tu hermano? —Me apresure a preguntarle, haciendo evidente lo mucho que me preocupaba no saber de él— No lo he visto en todo el día, tengo miedo de que haya vuelto a sus malos hábitos.

— ¡Umi! —Me abofeteo con poca fuerza— Relájate, Papi y Kedamono se lo llevaron a la ciudad.

La solté y lleve mi mano a mi mejilla.

— ¿A la ciudad? —Pregunté sin entender.

Marifa me miro desconcertada.

— ¿No lo sabes?.

— ¿Saber qué? —Estaba confundida.

— Mi hermano esta tomando terapia de abstinencia y conductual para superar su adicción.

Me sorprendí al enterarme y me tranquilice al saber que ya estaba recibiendo la ayuda que necesitaba.

— Que alivio —Me lleve una mano al corazón y sonreí esperanzada.

— ¿Cómo es que no lo sabes? —Me pregunto la chica sin comprender la situación— Ha estado en tratamiento desde que lo dieron de alta en el hospital, Umi, lleva una semana en terapia.

— Él.. no quiere verme —Agache la cabeza con tristeza.

Marifa sintió lastima por mi y me abrazo en un intento por darme consuelo. De cierta manera, su abrazo me recordaba a los que Popee solía darme, pero el aroma era diferente, así como la calidez que me transmitía, no podía compararse a lo que él rubio me hacía sentir con tan solo un abrazo.

Volví a mi habitación con una mezcla de emociones entre felicidad y melancolía, acompañada de ese vació que me a acompañado todo este tiempo. Me acosté sobre la cama y quise poner algo de música que me ayudara a dormir un rato.

En mis sueños, recordé un poco de aquella alucinación que había experimentado gracias a las amapolas, pequeñas cosas como el reencontrarme con mi familia, pero recordando también la desilusión de no haber recuperado mi vida. Desperté con lagrimas saliendo de mis ojos.

Escuche unas voces que provenían de afuera, aunque no pude entender sus palabras. Mire sutilmente por la ventana y pude ver a Popee conversando con Kedamono con tranquilidad, de una manera que nunca antes lo había visto e inconscientemente sonreí al verlo recuperarse poco a poco.

Esto me animo tomar la iniciativa de nuevo. A pesar de haber dicho que le daría su espacio, era inevitable que no intentara recuperar nuestra amistad, porque a pesar de todo, mis sentimientos por él, no habían disminuido ni un poco.

Decidí que este sería mi ultimo intento de acercarme a él. Pase toda la noche en vela pensando en que podía hacer para acercarme a Popee, me resignaba a perderlo sin haber dado una lucha antes. 

Después de pensarlo bastante, llegue a la conclusión que lo mejor sería escribirle una carta.

Tome lápiz y papel, respire profundo aferrándome a mis sentimientos, entonces simplemente me deje llevar, plasmando en cada palabra todo lo que sentía, siendo tan honesta con lo que escribía que fueron inevitables derramar algunas lagrimas, deje todo de mi en aquella carta. Incluso le confesé los sentimientos que descubrí por él; La manera en la que me reconfortaba al estar conmigo, la tranquilidad que sentía al mirarlo a los ojos, lo afortunada que me podía sentir al conocerlo y lo mucho que deseaba pasar mas tiempo a su lado, aceptando que a pesar de querer encontrar a mi familia y recuperar mis recuerdos, no deseaba que eso sucediera si implicaba alejarme de su lado.

Al terminar, doble la extensa carta y la guarde en un sobre de intente adornar, escribiendo mi nombre para que supiera que se trataba de mi. Cuando mire a la ventana, caí en cuenta que el sol había salido, dándome la oportunidad perfecta para entregar mi carta antes de que despertara.

Me acerque a su puerta sintiéndome sumamente nerviosa, planeando introducir la carta a su habitación por debajo de la puerta, sin embargo, al acercarme pude escuchar algunos ruidos que me daban a entender que pronto saldría de su cuarto. Entre en pánico y solamente pude dejarla recostada sobre el suelo antes de salir corriendo a buscar un escondite.

Me agache escondiéndome detrás de la pared mas cercana, apenas asomando parte de mi para, quería ver su reacción ante mi carta, tenía la esperanza que después de leerla, todo volviera a la normalidad con nosotros.

Poco después, Popee finalmente salió de su habitación y noto de inmediato la carta. Mi corazón comenzó a latir aceleradamente. Entonces, se agacho para recogerla, examinando cada detalle con precisión, hasta darle vuelta, su mirada se fijo en aquella parte donde había escrito mi nombre. Alzó la mirada y volteo a sus alrededores, tuve cuidado de no ser vista, cuando se dio cuenta que no había nadie al rededor arrugo el sobre con ambas manos hasta terminar siendo una pelota la cual tiro en el bote de basura mas cercano y continuo su día sin remordimientos.

En ese preciso instante sentí como si me hubieran clavado un cuchillo al corazón y se encontrara desangrándose. Fue el dolor mas intenso que nunca antes había experimentado.

Regresé a mi habitación aun en shock, recordando cada palabra hiriente que me había dicho, cada vez que me había alejado de él, cada momento que me ignoro y ahora, la carta que desecho sin haberla leído ni siquiera.

Caí de rodillas al suelo yendo en picada al abismo en el cual había caído y del cual parecía no haber retorno. Desde ese día, me encerré en mi habitación como si no hubiese otro sitio para mi en el que pudiera encajar por mucho tiempo. Deje de pasar los ratos con Pola o Marifa, pues ellas tenían una vida ocupada y cosas que hacer, por lo que al final, terminaba quedándome sola, acepté mi realidad y solo me encerré.

Al iniciar un nuevo día, los rayos del sol se posaron precisos sobre mis ojos, me hizo enfadar al molestarme a pesar de no haber dormido absolutamente nada en toda la noche. Me levante para cerrar las cortinas pero debido a mis movimientos bruscos termine tirando el florero de las amapolas, el cual ya estaba vacío y completamente seco, por lo que al impactar contra el suelo se rompió en varios pedazos, así como mi corazón.

Tuve que recoger las piezas pero fue inevitable terminar con una cortada de la cual broto algo de sangre. El echo de sentir dolor y concentrarme en aliviarlo, hizo que mis pensamientos se distrajeran de todo por unos momentos en los que a pesar de sentir un dolor físico, deje de sentir ese dolor emocional que me carcomía por dentro. Abrí los ojos al darme cuenta de ello.

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A mi si me paso eso de la carta :'v

Fragmentos Perdidos ||PopeexT/N||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora