Capítulo 20: Efímero

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— ¿Te gustaría ir a la ciudad? —Me propuso apenas iniciar el día.

Me tomo muy por sorpresa. De inmediato me gira para mirarlo con una sonrisa y totalmente entusiasmada.

— Pero, ¿Y tus ensayos? —Respondí tartamudeando.

— Pueden posponerse —Sonrió ofreciéndome su mano.

No dude ni un segundo en tomar su mano. Sin decirle nada a nadie, tomamos lo esencial y corrimos hasta la estación de tren con entusiasmo; Estábamos por embarcarnos en una nueva aventura juntos.

En el trayecto de camino a la ciudad, Popee me quito mi celular que poco o nada solía usar y comenzó a tomar fotografías a cosas aleatorias, incluyéndonos. Sabía que serían recuerdos que atesoraría por siempre.

En las bulliciosas calles de la ciudad, entre el constante murmullo de los transeúntes y el ruido de los automóviles, Popee y yo, nos adentrábamos con emocionante curiosidad por conocer los rincones de mas divertidos de la ciudad. Estaba lista para nuestras aventuras, abierta para descubrir todo aquello desconocido y olvidado por mi mente.

Popee, con su espíritu aventurero, una bella risa contagiosa y su mirada curiosa, me llevaba gustoso a cada una de sus travesías, disfrutando de la emoción de explorar el mundo a su alrededor. Disipaba por completo todo aquel pesar en mi corazón.

No contábamos con un plan específico para esta visita, simplemente nos adentramos por las calles del centro, sin un destino en mente más que el de dejar nuestras mentes y dejarnos llevar por la corriente de la ciudad. Caminamos sin rumbo fijo, maravillándonos con la arquitectura de los edificios y los colores vibrantes de los murales callejeros.

A medida que avanzamos, compartimos risas, historias y secretos, profundizando una conexión más allá de la simple amistad. Me di cuenta de lo mucho que disfrutaba de la compañía de Popee, así como la paz que me transmitía, de cómo sus ojos brillaban como pocas veces podía verlo, el sol se reflejaba en ellos de una manera asombrosa; Disfrutaba de cómo su risa resonaba en su corazón como una melodía encantadora. Cada momento a su lado era una aventura única, una historia por descubrir.

Me sentía tan dichosa al caminar de su mano. Popee era mi lugar seguro.

A medida que avanzaba la tarde, el sol comenzaba a ponerse en el horizonte, tiñendo el cielo con tonos dorados y rosados. Popee y yo nos adentramos en una pequeña plaza, rodeada de árboles y bancos de piedra, donde nos sentamos a descansar después de un largo día de exploración, disfrutando de un refrescante helado para alivianar el calor.

En un momento, Popee se acerco y comió de mi helado sin preguntarme.

— ¡Hey! —Me queje debido a su atrevimiento 

— Es un buen sabor, quizás era tu favorito antes de perder la memoria — Dijo sin remordimientos.

Entonces me acerque a su helado para probarlo de la misma manera que él, sorprendiéndolo en el proceso.

— Fresa. También es un buen sabor —Comenté de la misma manera.

— ¿Esto es una guerra? —Levanto una ceja fingiendo seriedad.

— No lo se, tu comenzaste —Le respondí fingiendo indignación.

Entonces se desato una pequeña guerra entre nosotros, comiendo del helado del otro y a su vez protegiendo el propio; Incluso comenzó a hacerme cosquillas, haciéndome sonreír incontroladamente.

— ¡Basta! —Me quejaba entre carcajadas.

— No hasta que admitas tu derrota —Reclamó, sonriendo ampliamente.

Después de unas suplicas mas tarde, finalmente seso de las cosquillas, más no se aparto.

— Mi estomago me duele —Dije mientras dejaba escapar las ultimas risas.

El ambiente se llenó de una calma reconfortante, y en el silencio compartido, nos miramos el uno al otro, nuestros ojos reflejaban complicidad y ternura. El momento se volvió mas íntimo al caer en cuenta de nuestra cercanía, que poco a poco se acortaba. Mi corazón comenzó a acelerar sus latidos y fui capaz de sentir la respiración de Popee en mi rostro. No entendía muy bien lo que estaba sucediendo, pero tenía la intención de averiguarlo..

— ¡Hanabishi!.

Nuestro momento íntimo se termino al escuchar aquel nombre. Popee abrió sus ojos y frunció el seño al instante. Giramos la mirada hacía aquella persona, un chico de cabellera azul y sonrisa radiante.

— No me llames así —Respondió el rubio con el animo pesado. 

— ¡Si eres tu! —Aquella persona se emociono— Hace tiempo que no te veía, no contestas el teléfono, no hemos sabido de ti mas allá de lo que Keita nos reporta —Explicaba con cierta preocupación.

— Maldito hablador —Susurro con molestia para si mismo. 

— Seguimos sin entender por qué te alejaste así —Expresaba con melancolía.

Popee ni siquiera se digno a dirigirle la mirada, incluso evito la mía. No entendía con exactitud lo que estaba pasando, a pesar de no ser la primera vez. Chasqueo la lengua, me sujeto fuertemente de la muñeca y se levanto de la banca con brusquedad.

— Nos vamos —Comenzó a caminar llevándome del brazo con fuerza.

— Espera Hanabishi —Aquella persona se apresuro y le sujeto del hombro intentando evitar que se marchara— Solo queríamos apoyarte.

Retiro la mano de aquel chico con brusquedad, incrementando a su vez tanto su enfado como la fuerza con la que me sujetaba, comenzaba a lastimarme pero decidí mantenerme callada.

—  ¡Y una mierda! —Le grito enfurecido— No quiero saber de ustedes, no quiero saber de nadie.

Aquel chico retrocedió con miedo.

— ¿Por qué te comportas así con nosotros?, el accidente no fue nuestra culpa.

— ¡Ya lo se!.

— ¿Entonces por qué te niegas a nuestra ayuda? —Popee siguió su camino conmigo a rastras. Él chico de cabellera azul no se detuvo— ¡Hanabishi!.

Popee se detuvo y completamente enfadado le aventó su helado, luego me arrebato el mío lanzándoselo también para luego empujarlo hasta hacerlo caer.

— Mi nombre es Popee —Fue lo ultimo que dijo antes de salir de la plaza, dejando al pobre chico ahí.

Me llevaba con agresividad mientras caminaba sumamente irritado y a paso veloz. Ya no solamente estaba lastimando mi muñeca al sujetarla con fuerza, sino también mi brazo entero. Aguante. Terminamos de vuelta en la estación, que fue donde finalmente se detuvo ligeramente mas tranquilo al estar completamente solos en el lugar. Me miro dándose cuenta de mi malestar debido a mi expresión.

— Lo siento —Me soltó de inmediato y sentí alivio— No debí llevarte así.

— No te preocupes —Oculté mi verdadero dolor y malestar— Me dolió más lo del helado — Intenté bromear para alivianar el ambiente. 

— Perdón por eso también —Desvió la mirada con frustración—  Te compararé otro después.

Me entristecí de verlo así. Me acerque a él y le tome de la mano tratando de brindarle confort.

— No importa el helado, me preocupe más por ti —Le dirigí una sonrisa cálida.

Popee me miro. Aquella expresión de melancolía se apodero de nuevo de su rostro. Popee se recargo de mi hombro escondiendo su cabeza.

— ¿Podemos aparentar que eso no sucedió?  —Hablo casi en un susurro.

Sentí empatía por su situación. Le abracé con mi brazo libre y reforcé ligeramente el agarre de nuestras manos.

— De acuerdo  —Le hablé con calma— Pero, prométeme que intentaras darle una solución.

Popee se mantuvo en silencio unos momentos pero luego accedió. Entonces, sentí mi hombro humedecerse y de inmediato entendí lo que estaba pasando. Permanecí en silencio, simplemente dejándolo desahogarse mientras le brindaba tanto apoyo como podía.

Fragmentos Perdidos ||PopeexT/N||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora