Capítulo 41: El sueño revelador

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Las pastillas se convirtieron en su compañera constante, una presencia reconfortante en medio del caos que llenaba mi mente. Cada dosis era como una anestesia para mi alma, una pequeña luz en la oscuridad que me rodeaba, pero no era suficiente. 

Los antidepresivos se habían convertido en mi ancla en medio de la tormenta que azotaba mi mente, pero solo era efímero su efecto en mi. Pero odiaba que al darme cuenta de que las tabletas eran del mismo color de los ojos de Popee, no podía verlas pues a mi mente llegaba ese chico rubio.

— ¿Te tomaste medio frasco en tan solo una semana? —La expresión de mi psicólogo no tenía precio. No me atreví a mirarlo directamente— Generaste una adicción a ellos demasiado rápido.

— Me sentía adormecida con las pastillas, pero no era suficiente —Intente justificarme.

— No puedo permitir que sigas tomando esto, a partir de ahora y en adelante no volverás a tomarlas —Advirtió reafirmando su autoridad.

Me quede callada, hasta yo sabía que esas pastillas no me ayudaban lo suficiente. No se en que punto deje de escuchar las palabras de mi psicólogo y me perdí en mis propios pensamientos, jugando con mis mangas recordando que lo único que me tranquilizaba era el dolor.

Sabía que al dejar las pastillas, volvería con las cortadas en los brazos, sin embargo ya no me quedaba espacio para mas cortes..

Al volver al circo, lo vi. Popee estaba parado frente a mi puerta esperándome. Me miraba fijamente, pero no se movía un solo centímetro.

— Umi, necesito hablar contigo.

— No si bloqueas mi puerta —Le respondí sin mucho interés.

— Precisamente lo hago para que no escapes y te encierres de nuevo ahí adentro —Hablo con firmeza, se quedaría ahí como una estatua y no se movería hasta que habláramos. Me acorralo.

— La verdad yo no tengo nada que decir —Le hice saber.

— Pero yo si —Se apresuro a contestar— Me moveré y te dejaré en paz solo hasta que me escuches, no hace falta que respondas si no quieres, solo necesito que me escuches.

— ¿Y por qué no escribes una carta? —Hablé con enfado, pero de inmediato caí en cuenta de mis palabras y cubrí mi boca, por un momento deje que el dolor hablara por mi.

Popee se quedo sin palabras al respecto, solo atino a bajar la cabeza.

— Se que no me perdonaras por eso, yo tampoco me perdono por haber tirado tu carta —Suavizo el tono de su voz— Pero quiero que sepas que me ayudaste mucho —Alzo la mirada. Permanecí callada, no tenía mas remedio que escucharlo— Tu llegaste en mi peor momento y fuiste tu la que se intereso por mi cuando nadie mas lo hacía, cuando aleje a todo el mundo fuiste tu la única persona que se quedo hasta el final.

Aparte la mirada, recordando como me había tratado y como me dolió que me alejara de la manera en que lo hizo. Cubrí mi boca cuando sentí un nudo en la garganta. Definitivamente no podía verlo fijamente o no aguantaría por mas tiempo las ganas de llorar.

— Eso no es cierto —Dije muy apenas, me costó hablar— No pude hacer nada por ti y al final también me alejaste.

— Hiciste mas de lo que crees.. —Se acerco a mi lo suficiente para tomarme del mentón y hacer que lo mirara a los ojos, me resistí al inicio, pero de alguna manera termine cediendo— De entre todos los demás, tu eres quien mas me arrepiento de haber alejado, no sabía como acercarme de nuevo a ti..

— No tienes idea de lo que a pasado este tiempo —Aguante a mas no poder las lagrimas, pero ya era evidente su existencia.

— Por eso quiero recuperar nuestra amistad, volver a ser tan cercanos que puedas dormir conmigo de nuevo.

— No puedo —Aparte la mirada de inmediato cuando sentí una lagrima resbalar por mi mejilla— No se si quiera.

— Yo se que no será fácil y que a mi también me falta tiempo para sanar, pero te prometo que lo intentare y no descansare hasta tener de nuevo tu cercanía.

Ya no tenía palabras para continuar, ni siquiera las fuerzas para seguir ahí y no desmoronarme. Me hice a un lado y camine hasta mi habitación sin decirle nada mas y cerré la puerta detrás de mi, Popee intento detenerme, pero no pudo. Asegure la puerta para que no pudiera entrar. Cubrí mi boca con mis manos y deje caer las lagrimas, también me deje caer al suelo, recargada aun en la puerta, sabía que él seguía afuera.

— Lo siento —expreso Popee tras la puerta— nunca quise lastimarte Umi, es solo que no estaba en mi mejor momento y me arrepiento de haberte tratado tan mal, lo lamento...

Con todo el pesar en mi corazón me aleje silenciosamente de la puerta esperando que se marchara y lo hizo al cabo de un rato.

Después de unos cuantos cortes sobre mi piel, encima de mas cicatrices y cortadas ya existentes, note que había llegado a tal punto de no retorno, pero en esos momentos ya no importaba nada. Caí dormida en el suelo, con lagrimas frescas en mi rostro, el cuchillo en una mano y heridas aun sangrando en el otro brazo...

De repente, una figura comenzó a emerger de la neblina, avanzando hacia mi con pasos lentos y deliberados, no tardo en unirse otra figura más. Poco a poco aquellas siluetas fueron mostrándose con mas claridad y entonces lo supe, eran mis padres. A sus alrededores la niebla se disipo mostrando una cocina muy familiar, era mi casa. "Debemos darte una noticia muy emocionante", dijo mi madre con una enorme sonrisa en su rostro. "Conseguimos un lugar en el barco, y nos iremos mañana mismo así que ve preparando solo lo esencial para el viaje", continuo mi padre. 

Luego de aquella noticia pasamos juntos la ultima noche en aquella pequeña casa, felices y esperanzados de un futuro mejor. Era mi primera vez en un barco, me sentí nerviosa. "No te preocupes T/N, todo estará bien a partir de ahora", expreso mi madre abrazándome de manera reconfortante, sin embargo, cuando quise abrazarla de vuelta desperté.

Mire a mis alrededores, encontrándome en aquel cuarto solitario, mis heridas abiertas pero ya no sangraban, el cuchillo en mi mano aun. La luz se colaba por la ventana, era un nuevo día. Me levante sintiendo un rayo de esperanza al saber que había recordado lo mas importante.

— Mi nombre.., mi nombre es T/N..

Fragmentos Perdidos ||PopeexT/N||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora