Capítulo 28: Alucinante aroma

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No entendía pero cada día Popee se veía peor, mas delgado, su piel mas pálida y comenzaban a marcarse en el ojeras, me di cuenta que sus pupilas estaban mayormente dilatadas. Empeoro demasiado en tan poco tiempo, debía hacer algo rápido.

Ya no parecía ser él mismo, su expresión reflejaba arrepentimiento, ira, frustración, tristeza e impotencia, todo en una misma mirada que podría asustar a cualquiera. Perseguía a Kedamono con una espada, temí que pudiera lastimarlo gravemente o lastimarse a si mismo.

Me apresure hacía Popee, sujetándolo con fuerza de los brazos, dándole tiempo a Kedamono de escapar.

— ¡Popee suelta esa espada! —Alce la voz.

El mencionado forcejeo hasta que se libero, pero Kedamono ya se había marchado y solo atino a gritar al no encontrarlo. Como pude le quite la espada, aunque no logre salir del todo ilesa. Arroje la espada lo mas lejos que pude y sujete el rostro de Popee, quería que me mirara para que se tranquilizara.

— Mírame, escúchame — Le suplique hasta que me hizo caso— todo estará bien, lo prometo, solo tienes que calmarte.

— Mientes —Dijo entre lagrimas.

— No miento, te prometo que vas a estar bien.

Se dejo caer sobre mi; Le abrace con fuerza y lo deje llorar, necesitaba desahogarlo todo. Después de dejar salir toda su frustración reprimida a manera de lagrimas, termino exhausto, así que lo acompañe hasta su habitación en donde lo acosté sobre la cama para que descansara.

Decidí dejarlo solo un rato y me marche a mi propia habitación, necesitaba tratar mis heridas pero también debía hablar con sus amigos, necesitaba acordar un plan con ellos para que pudieran reconciliarse. 

Al entrar a mi habitación, lo primero que me recibió, fueron algunos pétalos de las flores que Popee me había regalado. De inmediato me acerque al florero solo para encontrarlas ya marchitas. Sentí tanta tristeza por haber olvidado mis flores, ya que había estado ocupada estos días y no pude cuidarlas.

Con todo el pesar de mi corazón, las sujete para sacarlas del florero y tirarlas a la basura. No obstante, las apreté demasiado fuerte, estaban tan marchitas que al instante se hicieron polvo. Comencé a toser repetidas veces, la nariz me picaba, no tuve cuidado y termine apretando el resto, esparciendo el polvo por toda mi habitación. Incluso la garganta me picaba.

De pronto, tuve una sensación de ligereza, como si mi cuerpo flotara en el aire, no sentía las piernas y mi equilibrio estaba fallándome en contra. Luego, los colores a mi alrededor parecían intensificarse, brillando con una luminosidad casi sobrenatural.

— ¿Qué esta pasando?  —Pregunté al aire sintiendo miedo.

Una risa nerviosa escapó de mis labios a la par que sentía un mareo intenso. Sentía que me desprendía de este lugar y me aferré a la realidad que se desvanecía rápidamente a mi alrededor. Todo parecía distorsionarse y fundirse en formas extrañas y fascinantes. Las luces de la habitación danzaban ante mis ojos, formando patrones intrincados que parecían cobrar vida propia.

Poco a poco mi miedo comenzaba a desvanecerse a la par que sentía una oleada de euforia inundando mi ser, llenándome de una sensación de éxtasis y liberación. Por un momento, todas mis preocupaciones y temores se desvanecieron, reemplazadas por una sensación de conexión profunda con todo que me rodeaba.

— Hija, aquí estas, te buscamos por todas partes.

Escuche una voz conocida detrás de mi y al girarme pude ver dos sombras pero no podía enfocar sus rostros, aun así sonreí a mirar a mis padres frente a mi. No tarde en correr a abrazarlos.

Fragmentos Perdidos ||PopeexT/N||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora