Con el pasar de los días, seguía mirando a Popee por la ventana, con cada día se veía mejor, estaba recibiendo la ayuda que necesitaba, sin embargo, no me necesitaba a mi...
La sensación de soledad se volvió abrumadora, una sensación que me envolvía como una manta fría y opresiva que me dejaba temblando. Me encontré desesperada sin encontrar una solución para mi situación. Salí a correr hasta cansarme, pero no lograba calmar el dolor, gritaba y lloraba pero nadie me escuchaba.
Llego el día de mi siguiente cita con el psicólogo, tener a alguien que me escuchara me hacía sentir mejor, pero no era suficiente solo una hora cada dos semanas. Antes de volver al circo, decidí perderme un rato por las calles de la ciudad, caminar un poco para despejar la mente.
Aunque la ciudad estaba llena de vida y movimiento a mi alrededor, me sentía como si estuviera perdida en un mar de multitudes solitarias, rodeada de gente pero completamente sola. Cada paso que daba resonaba en el pavimento vacío, recordándome lo ajena que me sentía en la inmensidad del espacio que me separaba de los demás. Los edificios altos se alzaban sobre él como testigos silenciosos de mi soledad, mis sombras envolviéndome en una capa de melancolía y desesperación.
Miraba a mi alrededor, buscando algún rastro de conexión en el mundo que me rodeaba. Pero las caras desconocidas que pasaban a mi lado eran solo eso: desconocidas, extraños sin rostro que pasaban sin dejar huella en mi vida solitaria. Anhelaba tanto algo de compañía.
Pero mientras deambulaba por las calles vacías, de pronto al alzar la mirada lo vi Popee estaba frente a mi, detrás de una ventana, le vi en un restaurante en compañía de sus amigos a los que antes no quería ver ni en pintura, ahora conversaba de manera mas tranquila aunque con sus respectivas reservas.
Inconscientemente sonreí al verlo, pero al cabo de unos segundos caí en cuenta que nunca me necesito para poder lograr aquel avance en su vida. Aunque anhelaba la calidez que solo Popee podía transmitirme, me sentí incapaz de acercarme a él de nuevo y continúe mi camino.
A medida que el día avanzaba, me encontraba cada vez más perdida en sus propios pensamientos. Me preguntaba si alguna vez encontraría la conexión que tanto anhelaba, si alguna vez podría romper el ciclo interminable de soledad que me consumía desde adentro.
— Aquí estas, Umi, te estuve buscando —Me detuvo de seguir deambulando en soledad, la pequeña hermana de quien solía ser mi amigo mas cercano— Ya es momento de volver al circo.
Mientras regresábamos, nos encontramos en una situación incomoda. Manejaba aquel hombre dueño del circo junto a su copiloto su bella hija con quien iba cantando muy amenamente; Mientras tanto en los asientos de atrás, en un extremo se encontraba Popee quien miraba por la ventana evitando cualquier contacto visual conmigo, en el otro extremo estaba yo, mirando hacía abajo, sintiéndome completamente ajena a aquella familia que parecía recuperarse de a poco.
Al llegar, padre e hijo se marcharon hacía el mismo rumbo y me quede sola con Marifa.
— Míralos —Sonreía al ver a su familia unirse de nuevo— Están intentando arreglar su situación, han avanzado a pasos agigantados y ambos ponen de su parte.
— Me alegra que sea así —Les mire con melancolía.
Me salté la cena y me encerré en mi habitación, se estaba volviendo costumbre en mi saltarme las comidas. Me eche a la cama y no salí en toda la noche, al día siguiente tampoco me presenté en el desayuno.
Pasaba las horas que parecían enteras, yo permanecía acostada, mirando al techo, perdida en un mar de pensamientos oscuros y sombríos. Las lágrimas se convirtieron en mis compañeras constantes, dejando un rastro salado en mis mejillas mientras luchaba por encontrar una razón para levantarme de la cama. Sin embargo ya no la había, no había razón para salir de mi habitación, porque al hacerlo, tan solo me sentía como una molestia para estas personas que me habían acogido.
El mundo exterior se volvió borroso y distante, como si estuviera mirando a través de un velo de niebla que me separaba del resto del mundo. La sonrisa en mi rostro se desvaneció por completo, reemplazada por una máscara de desesperanza que ocultaba mi verdadera angustia a los ojos de los demás.
Era sumamente triste saber que nadie necesitaba de mi, pero yo necesitaba de todos. Sentía que me ahogaba en mis propias lagrimas, necesitaba algo para evitar sentirme así, lo que fuera, estaba desesperada. Eso fue lo único que me levanto de la cama.
Llegue hasta la cocina en busca de comida, pero apenas pude dar un solo bocado cuando sentí unas nauseas incontrolables que me hicieron correr al fregadero donde vomité. La comida no era la solución.
Mientras limpiaba fui descuidada y me corte el brazo cerca del codo con el filo del cuchillo que yacía cerca del fregadero esperando ser lavado. Solté un quejido de dolor pero de alguna manera sentí alivio por dentro, como si eso fuera una manera de distraerme de mis demás pesares. No era la primera vez que me sucedía esto pero confirmo mis sospechas.
Al día siguiente, cuando mi depresión estaba por consumirme, salí de mi habitación desesperada por encontrar algo que me ayudara. Me adentre a la bodega donde busque incansablemente algún artilugio que me ayudara a mi pesar, pero no había nada. Me encamine a la cocina, en donde busque entre los cajones hasta que lo encontré.
Como un oasis en el desierto, sonreí cuando encontré un cuchillo de tamaño pequeño, el mas pequeño que encontré, apenas medía quince centímetros de largo y era perfecto. Sobre la encimera de la cocina estaba el afilador de cuchillo el cual también tome.
Con sigilo regrese a mi habitación y me dispuse a afilar el cuchillo por un par de minutos, esperanzada que esto me hiciera olvidar aunque fuese por unos instantes, después hice una pequeña prueba cortando una hoja de papel con el, la cual se corto al instante y sin mucho esfuerzo, supe que estaba listo.
Con manos temblorosas, tomé con una mano el objeto afilado, busque el lugar perfecto el cual termino siendo mi antebrazo, cerré el puño para armarme de valor, posicione el cuchillo donde haría la incisión, cerré los ojos, respire profundo y de un solo movimiento pasé el cuchillo por mi piel.
Me queje de dolor, abrí los ojos mirando como la sangre apenas salía de aquella herida, no fue grave pero fue mas profunda que un simple rasguño. Sentí una oleada de alivio momentáneo, el dolor físico parecía eclipsar el dolor emocional que me atormentaba, proporcionándome un breve respiro de la tormenta que rugía dentro de mi y una sonrisa se dibujo en mi rostro.
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Disclaimer: no hagan eso :3
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Fragmentos Perdidos ||PopeexT/N||
FanfictionTras sufrir un accidente traumático, despiertas con amnesia en un circo el cual te aloja y ayuda en tu lucha por reconstruir tu vida, descubres que has perdido todos tus recuerdos tanto de tu familia como de tu vida en general. Atrapada en un mundo...