Capítulo 12: Arrebatos

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En medio del desayuno no podía apartar la mirada de ese chico rubio de nuevo, él estaba consiente de ello y de vez en cuando me miraba pero no tardaba en voltear hacia otro lado.

Al terminar de desayunar, uno por uno se iban marchando, mientras que yo me ofrecí a limpiar, por lo que me quede. Cuándo los demás se marcharon se fueron, en la mesa solo quedamos Popee y yo, frente a frente y noté cierta inquietud en su mirar.

— ¿Qué hacías ayer afuera y tan noche?.

Me pregunto una vez se cercioro que estuviéramos completamente solas.

— ¿Cómo te supiste que estaba ahí?.

Su mirada fulminante me decía que no estaba para bromas, sin embargo igual mantuve mi postura tranquila, no dándole más remedio que contestar.

— No podía dormir, iba a la cocina por un té cuando te vi ahí acostada en la arena —contesto.

— Que coincidencia, yo tampoco podía dormir y salí a mirar las estrellas —le dije con poco entusiasmo

El chico no aparto la mirada de mi. Decidí no darle mas vueltas al asunto ahora que lo sabía y me levante para recoger la mesa.

— Te ayudare —dijo quitándome los platos que había recogido para llevarlos al fregadero y lavarlos.

— No hace falta, yo puedo hacerlo —comente con un tono de queja.

— No te pregunté si podías, ya se que si, pero te estoy diciendo que te ayudare.

Comencé a sentir angustia al ver que me estaba quitando una de mis tareas que me ayudaba a distraerme para no sobrepasar y sentirme miserable. Quería que se detuviera.

— Pero, tienes tus ensayos, ¿no vas a practicar tus trucos con Kedamono?.

Recurrí a aquello en espera de convencerlo para que se marchara, pero entonces hubo una contradicción en mi. Una parte me decía que me dejara sola, pero otra me suplicaba que no se fuera para no estar sola. Comencé a jugar con mis manos en busca de calmar esa ansiedad que sentía.

— Hoy no habrá ensayos —decía mientras me daba la espalda y procedía a lavar los trastes.

Empecé a frotar mis manos con mas fuerza y velocidad, mi ritmo cardiaco se iba acelerando de a poco y mi respiración se volvía irregular. ¿Qué me estaba pasando?.

— ¡No! —alcé la voz y llame su atención— ¡no quiero que me ayudes!, no me lo quites...

— ¿Quitarte?, ¿de que estas hablando? —me cuestiono mostrando una mueca en su rostro.

Sentía que me faltaba aire y el juego que hacia con mis manos ya no tenía sentido, tampoco podía controlar las palabras que salían de mi boca.

— ¡Eso no te importa!, ¡vete! —le grité al chico.

Popee frunció el sueño enfadado mientras se acercaba hacía mi. No podía ni moverme, estaba congelada en esa angustia que no entendía de donde provenía o porque de su existencia. Una vez el chico se encontró en frente de mi, ni siquiera tenía las agallas de alzar la mirada. Hasta que un movimiento brusco me interrumpió.

Mi mejilla izquierda comenzó a arder, caí en cuenta que el chico me había abofeteado cuando el dolor se empezó a hacer mas intenso conforme los segundos pasaban. Este acontecimiento me saco del trance en el que me encontraba, desvaneciendo en su totalidad cada síntoma anteriormente mencionado. Deje mis manos en paz, mi corazón regreso poco a poco a su ritmo natural y mi respiración se estabilizo de un momento a otro. Finalmente pude levantar la mirada.

Fragmentos Perdidos ||PopeexT/N||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora