𝐀𝐋𝐈𝐒𝐎𝐍 +𝟏𝟖

Cap 32 | Preocupaciones

Pov Alison

Me quedé congelada con el celular en la mano viendo la foto, estaba aquí, me estaba vigilando.

Ésta persona parecía conocerme, ¿quién podría ser? Envié nuevamente un mensaje preguntando quien era, pero no recibí respuesta y después de la foto no recibí otro mensaje más.

Leí el mensaje varias veces pensando en quién podría ser sin ningún éxito, a los únicos que conocía aquí eran a las chicas y Franco. Mis antiguos amigos los tenía registrados a todos, era fácil creer que alguno de ellos estuviera haciendo alguna broma.

Pero no eran ese tipo de personas, los conocía bien.

—¿Todo bien? —di un brinco del susto, voltee encontrándome con Ingrid, rápidamente guardé el celular en mi bolsillo.

—Eeh, si si —ella no parecía muy convencida de mis palabras.

—¿Sucede algo? —volvió a preguntar arqueando una ceja, yo negué frenéticamente con la cabeza.

—No, todo bien —sonreí, ella sin decir nada más solo asintió.

Regresamos juntas a la mesa con los demás, pero no podía dejar de estar alerta viendo a todas partes tratando de ver quien podría ser el que me envió esos mensajes.

Pensaba en quién podría ser, pero no se me ocurría nadie. No conocía a mucha gente en Londres así que era muy difícil pensar en alguien en específico.

—Nena, ¿te pasa algo? —cuestionó Kilian con su mirada en mi.

—Sí, has estado muy callada desde que regresaste del baño —comentó Adara.

—Aparte de pasar viendo a todas partes como si estuvieras alerta —agregó Bonnie.

No quería decirles sobre los mensajes y preocuparlos, tal vez solo sea alguna broma de muy mal gusto de un amigo.

Sí, tal vez sea eso.

—No pasa nada, solo estoy algo cansada eso es todo —mentí, lo mejor será no decirles nada hasta que averigüe de quien se trata. Ellas solo me miraron raro no muy convencidas de mi respuesta.

—¿Podemos irnos? —miré a Kilian, él me sonrió.

—Claro princesa —tomó mi mano llevándola a sus labios dejando un beso en el dorso —bien señoritas, nos retiramos.

Noté como ellas sonrieron picaramete, Ingrid solo me guiñó un ojo, no había que ser adivina para saber lo que estaban pensando. Nos despedimos de las chicas para luego salir del restaurante, enseguida el aire fresco de la noche llenó mis pulmones al salir.

Caminamos por la playa tomados de la mano, yo llevaba mis sandalias en mi otra mano. La hermosa luna llena se reflejaba en el mar haciendo de un paisaje digno de admirar.