Capítulo XLIX

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Hola a todos! Acá un nuevo capítulo de esta historia jeje.

He tenido más de 15 mensajes preguntando cuando actualizo esta historia, y me sorprende que la mayoría son de gente que para mi son fantasmas, no votan ni comentan pero exigen capítulo.

No tengo nada contra los lectores fantasmas, pero si van a exigir algo, lo mínimo es colaborar, sobre todo la persona que me envío 32 mensajes preguntando lo mismo. Así como se lee 32 mensajes....

Ustedes saben que en Wattpad las historias se van al olvido si no tienen votos ni comentarios, no suben nunca en el algoritmo y jamás alcanzan buenas posiciones en el Ranking ¿Entonces con qué sentido escribo si casi nadie comenta?

Sinceramente me estresa cuando esa gente manda mensajes exigiendo, porque me agrada el interés, pero si se demostrara con comentarios y votos, que no sean un ''continua'' se agradecería montones.

Solo eso quería decir porque no quería responder tanto mensaje por interno referente a esta historia.

No olviden comentar y votar. Besos y abrazos.


A pesar de que Daemon dormía en su habitación nuevamente, Rhaenyra sabía que él seguía molesto.

Era muy fácil saber cuando él estaba molesto.

Básicamente apenas si le hablaba, no la abrazaba por las noches, se acostaba tarde y se retiraba del dormitorio temprano.

Era tal su molestia porque ella lo había alejado seis meses que incluso si ella se paseara desnuda frente a él, él no la tocaría.

Ya habían pasado dos semanas desde que él había matado a Mysaria, dos semanas desde que él se la folló contra una piedra en Rocadragón, y dos semanas desde que había vuelto a sus habitaciones.

Pero simplemente las cosas no mejoraban.

Rhaenyra sabía que no podía exigirle que todo mejorara en dos semanas, ella se había encargado de alejarlo lentamente por seis meses, había sido dura con él, lo había tratado mal y aunque él solo tenía paciencia con ella, su paciencia no era inagotable.

Y Rhaenyra temía que su paciencia se hubiera agotado.

Pero ese día le correspondía a ella hacer algo por él, al otro día sería la celebración del día del nombre de su esposo, y ella no lo olvidaba.

Él solía decir que no le gustaba celebrar el día de su nombre, o que no tenía sentido, pero ella quería celebrarlo, él merecía algo dedicado solo a él.

Su padre que aún se encontraba en Rocadragón, no dudó en ayudarla, y para ser justos, luego del juicio a Mysaria, Otto y Alicent estaban tan asustados, que habían ofrecido inmediatamente su ayuda.

Sin embargo, mientras Rhaenyra estaba nerviosa organizando eso en secreto y queriendo que todo saliera bien, sus hermanos estaban ansiosos porque querían lo mismo, y sus hijos estaban tan emocionados que a Rhaenyra aún le sorprendía que a sus hijos menores no se les hubiera escapado el secreto.

- Hermana, está todo listo, yo me encargaré de conseguir el mejor vino para la celebración- dijo Aegon y Rhaenyra rodó los ojos.

- Lleva a Daeron contigo- rogó Rhaenyra y Aegon la miró ofendido.

- Pero hermana ¿Acaso no confías en mi?- preguntó Aegon mirando a Rhaenyra y Daeron que estaba a su lado lo miró.

- Ni siquiera tú mismo confías en ti, ahora vamos, necesitamos conseguir algo de calidad y no esa porquería que tomas que parece orina de elefante- dijo Daeron y Rhaenyra sonrió.

Daemon y Rhaenyra- Historias de una familiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora