Capítulo XXX

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Hola a todos! Acá un nuevo capítulo jeejejeje. Realmente veo que todos están muy emocionados con este arco de la historia, porque me han bombardeado a mensajes internos. Así que pues, he tenido que dejar de trabajar en las otras historias, para terminar rápidamente este arco jaja.

Les dejo este capítulo, y ya saben, espero ver esos comentarios para disfrutarlos y ver que piensan de la historia jeje. Me emociona cuando comentan y me dan ganas de escribir, porque siento que vale la pena.

Besos y abrazos y los dejo para leer.


- Quita tus manos de ella - dijo Daemon dando un puñetazo al sujeto que sostenía a Rhaenyra apenas liberaron sus ataduras.

Fue golpeado, pero alcanzó a devolver al golpe antes de ser derribado y golpeado para someterlo.

- Déjenlo malditos bastardos- dijo Rhaenyra arañando la cara de uno de los septones. Una de las septas la abofeteo y la hizo caer, pero aun así ella se puso de pie mirándola con desafío.

- Al parecer su juicio será adelantado, no importa cuantos los apoyen, serán juzgados de igual manera- dijo la septa golpeando nuevamente a Rhaenyra.

Rhaenyra y Daemon fueron llevados hacia otro lugar para limpiar sus heridas y que el pueblo no notara que tan lastimados estaban, aunque deberían hacerlo rápido, pues el pueblo estaba exigiendo que el juicio se adelantara.

- Quita tus sucias manos de ella- dijo Daemon observando como unos sujetos arrancaban la precaria ropa de Rhaenyra y la vestían con ropa que no estuviera manchada.

Por más que ellos lucharon por resistirse a que los tocaran, fueron reducidos y golpeados, eso y el efecto de las drogas que les habían dado para debilitarlos les hacía imposible poder defenderse como querían.

Afuera del septo, las multitudes se habían reunido. 

Otto Hightower que llegaba en un carruaje junto a la reina al lugar, observaba sin entender como era que casi la totalidad de la guardia de la ciudad estaba allí.

Se acercó a su hijo, Gwayne Hightower, el comandante de la guardia de la ciudad y lo miró a la cara.

- ¿Qué se supone que es esto? ¿Por qué están todos acá apoyando a los príncipes de Rocadragón?- preguntó la mano del rey sin importar si alguien lo escuchaba.

- No son leales a mi- dijo su hijo avergonzado- Son leales al príncipe Daemon, no sé como ha ocurrido- dijo el hombre y Otto salió de allí dirigiéndose al septo.

Alicent lo siguió siendo escoltada por Ser Criston Cole que estaba tan shockeado como ella.

¿Qué estaba pasando? ¿Cómo había ocurrido eso?

Sin embargo, Criston Cole debió sostener a la reina y ambos debieron aparentar que no estaban horrorizados con lo que sucedía, cuando vieron a llegar a más personas, pero estas personas cargaban estandartes.

Un guardia real se acercó a la reina y a Criston Cole, cargando información con él.

- Su majestad, Ser Criston- dijo él mirando a ambos- No sé quién ha enviado los mensajes, pero barcos de todas partes del reino han llegado hasta acá trayendo multitudes con ellos- dijo el guardia real y Alicent no podía creer lo que veía.

¿Cómo esos barcos habían llegado tan rápido?  Era imposible que en tres días hubieran llegado hasta allí, a menos que alguien hubiera sabido que día denunciarían a Daemon y Rhaenyra. 

- Ahora sabemos que tenemos espías muy cerca- dijo Ser Criston Cole con desprecio sacando a la reina de allí.

- No fue un espía, fue Viserys- dijo Alicent mirando a Ser Criston Cole- Ya no tenemos su confianza ciega, él sabía que haríamos esto- dijo Alicent y Ser Criston Cole maldijo.

Daemon y Rhaenyra- Historias de una familiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora