Desperté lentamente, como si emergiera de un sueño profundo y denso. La primera sensación que me invadió fue el olor antiséptico del hospital, ese aroma clínico y estéril que parecía filtrarse en cada fibra de mi ser. Mi cuerpo se sentía pesado, adormecido por los analgésicos, y noté una punzada sorda en el estómago que me recordó lo que había ocurrido. Parpadeé varias veces, intentando enfocar la vista en la habitación a mi alrededor.
El techo blanco y las luces fluorescentes me cegaron momentáneamente, pero poco a poco mis ojos se acostumbraron a la iluminación fría del lugar. Giré la cabeza lentamente, notando el roce de la almohada contra mi piel, y vi que estaba en una habitación privada, con cortinas de color azul pálido separando mi cama de una pequeña ventana que dejaba pasar un rayo de luz del sol. Al lado de la cama, una máquina de monitoreo emitía un suave pitido, marcando el ritmo constante de mi corazón.
Sentí un peso en mi mano izquierda y al mirar hacia abajo, descubrí que mi padre estaba allí, sentado en una silla junto a mi cama. Su rostro, marcado por las líneas del cansancio y la preocupación, se iluminó al ver que había abierto los ojos. Estaba despeinado, con la barba crecida y los ojos enrojecidos, como si no hubiera dormido en días.
—Papá... — murmuré, mi voz apenas un susurro.
Él se inclinó hacia adelante, apretando mi mano con delicadeza, pero con una fuerza que mostraba su alivio.
—Estoy aquí, cariño — respondió, su voz llena de emoción contenida —. Estás a salvo ahora.
Tragué con dificultad, sintiendo mi garganta seca. Asentí levemente, recordando poco a poco lo que había sucedido en el bosque, el fuego, Asher, y Ossian...
¿Ossian?
Me incorporé un poco, lo que hizo que mi padre me sujetara por los hombros para evitar que me moviera demasiado.
—Ossian... ¿Dónde está Ossian? — pregunté con urgencia, ignorando el dolor punzante que me atravesaba al hablar.
Mi padre frunció el ceño, su expresión se ensombreció por un momento antes de suavizarse.
—Ossian está bien. Lo detuvieron, pero fue liberado después de que explicamos lo que sucedió. Ahora no sé donde está, vino a verte cuando te hospitalizaron y no ha vuelto a venir.
Asentí lentamente, tratando de procesar toda la información.
—¿Y Asher? — susurré, sintiendo cómo mi corazón se aceleraba ligeramente al mencionar su nombre.
Mi padre apretó los labios, su mirada se endureció.
—Lo mataste. Se ha esfumado...
Suspiré, dejando que mi cabeza se hundiera de nuevo en la almohada. El miedo todavía se aferraba a mí, una sombra persistente en mi mente, pero al menos estaba rodeada de personas que me importaban y que harían lo que fuera necesario para protegerme.
Miré a mi padre de nuevo, notando la preocupación en su rostro, pero también la determinación.
—Gracias, papá... por ir a por mí — dije, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a acumularse en mis ojos.
Él sonrió ligeramente, acercándose para besarme la frente con ternura.
—Siempre estaré aquí para ti, Lux. Siempre.
—¿Y mamá? — pregunté, con la voz débil y rasposa, mientras mis ojos recorrían ansiosamente la habitación en busca de ella.
Mis ojos verdes, aún vidriosos por las lágrimas, siguieron explorando cada rincón del cuarto, pero no había rastro de mi madre. La habitación estaba impoluta, demasiado ordenada para que alguien hubiera estado aquí recientemente. Las cortinas azules estaban perfectamente alineadas, y la luz que entraba por la ventana iluminaba una cama vacía al otro lado de la habitación. Una sensación de vacío se apoderó de mí, haciendo que mi pecho se apretara con una mezcla de angustia y desasosiego.

ESTÁS LEYENDO
Mi Presa
Fiksi RemajaLux, una escritora de thrillers, ve su creación, el aterrador asesino Ossian Darkbourn, cobrar vida. Obsesionado con ella, Ossian se convierte en su peor pesadilla. Lux debe enfrentarse a su propia invención en un emocionante juego de ingenio y supe...