3

237 34 16
                                    


Dos días después.

Después de que Nobunaga le diera agua y un poco de pan, nadie volvió a darle nada de comer o beber.

Sus sentidos se mantuvieron alerta todo el tiempo, y aunque todos pensaron que eso lo haría poner mal se equivocaron. Él es una pantera negra, y gracias al entrenamiento de su padre cuando era un cachorro bebé, puede mantenerse dormido por varios días sin beber y comer absolutamente nada, y fue así por un mes completo.

Pero gracias a eso, pudo mantenerse sereno en esta ocasión.
Los sirvientes han estado entrando y saliendo los últimos días, y de vez en cuando Nobunaga entra a escondidas para tener una charla con él, explicando lo que hace en esa gran jaula de cemento.

— El dueño de esta mansión es amante de mi jefe.

El felino paro las orejas y su cola se meneó con más fuerza en el aire.

— ¿Ellos copulan? ¿Tienen cachorros? ¿Puedo verlos?

Nobunaga hizo una mueca triste, el felino aún no le dice su nombre, pero, lo peor es que él actúa como un niño, un niño que a veces pregunta por su padre cuando ya sabe la verdad.

Suspiró, acariciando sus cienes, pensando en las preguntas. ¿Copular es lo mismo que aparear como los animales? Uy, entonces sí.

¿Cómo le dice eso a un felino?

— Sí, copulan. Pero ellos no pueden tener tener cachorros.

El felino se quedó quieto y retrocedió un poco.

— ¿Qué clase de bestias son ustedes? — su vocecita infantil le dió gracia — ¿No pueden concebir los hombres?

Nobunaga quiso bromear con eso, ambos ya tienen la suficiente confianza como para hacerlo.

— ¿Las pantera macho pueden hacerlo?

— Sí.

E iba a decir algo más, pero la puerta fue abierta de un manotazo, como si hubieran estado escuchando desde hace mucho tiempo y estaban esperando el momento perfecto para entrar e interrumpir.
Se puso de pie y se giró para ver al supuesto intruso, pero se encontró con quién menos esperaba.

Agachó la cabeza rápido, y con un poco de nervios le dedicó una sonrisa nerviosa al felino que se puso a la defensiva casi al instante en que esos dos pisaron el sótano, aunque su molestia no se debe a eso.
¿Cómo es que no se dió cuenta que habían personas a fuera? ¿Por qué no las detectó con su super nariz? Umm, eso no es de su agrado.

— ¿Hablás?

Chrollo estaba parado detrás de Hisoka, mirando con cierto reproche a su subordinado que desobedeció una orden directa solo por hablar con una bestia que entiende el idioma.

¿Qué te importa?

Hisoka sonrió, le gusta la actitud defensiva de este pequeño cachorro de bestia. ¿Qué debe hacer con él? Umm, si lo piensa, el vendedor dijo que podía adiestrarlo. ¿Pero cómo? El nunca en su vida tuvo una mascota.
Solo ha tenido a Illumi y a Chrollo con quién se quita las ganas cuando desea follar, pero ahora que tiene a esta pequeña criatura que sabe hablar. ¿Qué se supone que haga?

Se inclinó hacia delante, queriendo tocar las orejas del felino.

— ¿¡Han visto a mi Aniki!?

Hisoka retrocedió cuando el felino quiso morder su mano y se giró para ver al molesto hermano de uno de sus amantes.
Killua pasó sus ojos de Hisoka al felino que estaba en el suelo, mirando su sorpresiva presencia en el oscuro lugar donde ha estado encerrado.

La Gran Subasta [Hisogon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora