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Cuatro días pasaron, y Gon siguio asistiendo a clases regulares con Wing.

— Felicidades, Gon. Lo haz hecho de maravilla.

Revolvió el cabello del cachorro que sonreía orgulloso de su acelerado proceso.

En esos cuatro días ha mejorado tanto, que incluso Wing ha pensado que es una clase de genio que encontró de pura casualidad. Gon, por su parte, se sentía extraño, leyendo tan naturalmente esas palabras que antes le parecían inentendibles, ahora eran algo tan fácil para él.

— No es tan dificil si lo aprendes de otras personas. — sonrió.

Nobunaga entró, con la charola de bocadillos de carne que Gon había pedido, ya que su dieta cambió de la noche a la mañana. No es que le moleste, simplemente le sorprendió la peticón ya que usualmente el cachorro gon es más de pescado.

Zushi y Gon se abalanzaron sobre la comida, dejando a los adultos hablar con más tranquilidad.

— ¿Cuantó tiempo dijo el veterinario que estaría fuera? — Wing lo dijo en un susurró.

Nobunaga no comprendió la acción tan misteriosa del tutor.

— El señor Kite dijo que estaría aquí pasado mañana ya que su paciente ya se encontraba mucho mejor. —respondió.

Wing suspiró aliviado. Él quiere que el veterinario especializado en bestias pueda ayudarle a entender el porque Zushi ha estado tan agresivo últimamente.

Ambos hablaron amenamente, dejando a los dos cachorros alimentarse con todo lo que quisieran.

Y cuando se dieron cuenta, ambos estaban dormidos sobre la mesita, dónde antes estaban haciendo los deberes básicos para aprender a leer y a escribir.
No es que Zushi no sepa hacerlo, es que se ofreció a ayudarle a Gon con lo que no entendiese.

— Llevaré a Gon al sótano.

Wing alzó una ceja. — ¿Por qué al sótano?

Nobunaga lo miró, algo extrañado.

— El pidió que lo instalamos ahí, ya que casi no hay ruido y no afecta sus oídos.

Wing asintió comprendiendo.

Nobunaga lo cargó con cuidado, dejando a Wing en la habitación despues de recibir un asentimiento en respuesta.




Sed.

Gon se levantó en medio de la noche, en su forma animal. Caminando por el gran sótano que está a oscuras pero que él puede ver perfectamente, como si estuviera iluminado.

Ah... Agua...

Se dejó caer sobre el suelo duro, parpadeando con algo de cansancio mientras que la gran necesidad de agua invadía su sistema. ¿Qué demonios le está ocurriendo está vez? Nunca se había despertado a media noche solo por tomar agua, sin mencionar el extraño calor en su cuerpo.

— ¿Gon? ¿Estás aquí?

El rechinido de la puerta abriéndose, seguido de los pasos de su cuidador le animó un poco. Gracias a su buena visión, notó como Nobunaga traía unos platos con bocadillos y una jarra de agua.

¡Eso es lo que necesita! ¡Agua para sacar ese calor sofocante que se expande por su cuerpo!

Su respiración se agitó, percibiendo el sutil aroma de su padre provenir del peluche, pero con su instinto buscando desesperadamente el aroma dulzón del mago le caló un pequeño espasmo doloroso.

— Nobunaga... — jadeó.

El mayor encendió una linterna y fue hacia él, lo más rápido posible y le dio agua para saciar la necesidad que ha aparecido desde hace tres días.

La Gran Subasta [Hisogon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora