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Las rejas de la caja de metal hacían un ruido muy feo, provocando que tapara sus orejas con sus patas en un inútil intento de bloquear el sonido chocante.

Llevense al padre a la otra esquina y cubran su vista.

Escuchó a un hombre de pelo esponjoso y de piel oscura ordenarle a Tonpa y a los hermanos Amori, dónde los cuatro obedecían sin decir nada en contra. Parecía que tal hombre moreno era el líder de esos cuatro, quienes querían hacer algo con ellos dos.

Pero... ¿Qué es lo que quería lograr?

— Yo me quedó con esté.

El gordito lo señaló cuando recuperó la compostura, su oído dolía por el ruido anterior.

— ¿Qué harás? — Umori miró con duda al gordito.

Tonpa le dió un golpe en el estómago con fuerza.

— Algo que no te importa.

La pantera joven se alarmó cuando se llevaron a su padre herido hacia la esquina de la habitación, aún iban en el barco lo que se tambaleaba de un lado a otro.

Por instinto, el miedo se encarnó en sus nervios, y el mismo le provocó la transformación humana, mirando con miedo al hombre gordo que lo veía de una forma rara. Se cubrió con los brazos mientras buscaba algo desesperado a su padre, pero no estaba... Y aunque él estuviese no podría hacer nada, ya que estaba muy herido por las balas que le habían dado.

— ¡Papá! — dijo con voz ronca, era su primera vez hablando idioma humano, y por lo que había aprendido ya sabía que significaba esa.

Tonpa se lamió los labios al ver la piel bronceada del adolescente de 17 años delante de él, y para aún más suerte o mala fuerte, el chico está desnudo.

— ¡Papá, ayúdame! — gritó a la vez que era jalado de los pies, sus manos fueron atadas rápidamente con unas esposas a las rejas.

— Ushhh... Tranquilo, te va a gustar. — cayó con una sonrisa.

El chico se removía desesperado por alejarse del tacto de ese humano asqueroso.

— ¡Detente! ¡Déjame! ¡Suéltame! — gruñía rabioso a la vez que daba patadas al humano gordo.

Pero esto solo enfurecía cada vez más a Tonpa.

— ¡Cierra la boca, maldita puta! — y "plaf", tonpa le había dado una bofetada mientras entraba de una sola estocada.

Los ojos de Gon se llenaron de lágrimas por el repentino dolor que le invadió en su parte trasera, dolía y no podia moverse. Ya que el degenerado humano lo abría sin pensar en su sufriría dolor o no, solo los desgarraba cada vez más fuerte mientras lo obligaba a bajar la cabeza.

— ¡Suéltame! ¡No me toques sucio bastardo! ¡Humano de mierda!

Tonpa se alejó cuando le dieron una patada en la mera boca, y rodó por el suelo hasta chocar con una de las otras cajas que transportaba animales.

Se encogió cuando lo vio agarrar un garrote, y se acercaba a él con malas intenciones.

— ¡Te dije que cerraras la boca, maldita mierda llorona!

Y a la vez que alzaba el garrote, el chico cerró los ojos para después perder el conocimiento.

Cuando finalmente despertó, se topó con que su físico era el de un niño de doce años.

La Gran Subasta [Hisogon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora