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Era viernes y era un día nublado, con viento y frío.

Gon caminaba por el bosque, olfateando el aire, sintiendo el dulce aroma de un árbol de manzano que estaba muy alejado, pero bastante cerca si va en su forma animal.
Y aunque quiere comer su deliciosa manzana, debe ir esta vez como humano, sentir la sensación de serenidad que muchas veces sentía desde que comió a esas personas.

El crujir de las ramas bajo sus pies, el sonido de las ramas moviéndose y el leve y bajo sonido de los grillos.

— Nobunaga había dicho que Hisoka venía aquí a veces. — dijo bajito, mientras caminaba hacia un claro, dónde se veía un manzano.

La soledad del bosque le recordaba a su isla, esa dónde había vivido toda su vida, desde que nació junto a sus hermanos, creciendo solo con su padre, tía y abuela.

¿Qué estará haciendo mi tía ahora? ¿Los cachorros nacieron ya?

Se cuestionaba mientras veía el gran manzano, esas deliciosas y grandes manzanas rojas, colgando ahí mientras le llamaban.

— Rico... — lamió sus colmillos.

Se subió al árbol aún en su forma humana, tomando una en sus manos, limpiando el fruto en su ropa y dándole una gran mordida.

Sus colmillos se tensaron... Hace tiempo no sentía esa dulzura.

— ¿Eres tú?

Gon se estremeció cuando escuchó la voz.

Su nariz se llenó de un aroma familiar, sus sentidos se adormecieron y sus ojos buscaron urgentemente a la presencia, encontrándose con unos ojos castaños como los suyos.

Su respiración se cortó y sus ojos se cristalizaron, la manzana cayó al suelo junto con él. Sus ojos veían al recién llegado con emoción, tristeza y melancolía...

— ¿P-papá? — balbuceó.

El recién conocido como papá, sonrió abriendo los brazos.

— ¿No vas a darle un abrazo a papá?

Y sin pensarlo corrió hacia él, escondiendo su rostro en el cuello del mayor, sintiendo ese calor característico de su padre.

— Papá... — comenzó a sollozar.

Sintió unas caricias en la espalda.

— ¿Haz estado bien? — susurró.

— S-si... ¿Y papá? — se frotó en su mejilla.

Un mareo lo invadió y grandes ganas de vomitar también, sus ojos comenzaron a cerrarse mientras veía la imagen de su padre preocupado, con sus ojos llenos de pánico mientras trataba de mantenerlo despierto.

Solo es un sueño.

Pensó, pero aún así sonrió.

Es la primera vez que sueña con su papá.




— Mmm...

Se quejó, sintiendo una punzada en la espalda.

— ¡Gon! — el grito de nobunaga lo exaltó.

Y con gran rapidez se levantó.

Mirando primero a su alrededor, notando los colores opacos que caracterizaban al sótano. Tan oscuro y lugubre que le daban cierta comodidad.

— ¿Qué pasó? — ladeó el rostro confundido.

Nobunaga lo observó en silencio, pensando que lo hacía por broma o de verdad. Aunque, el estado en el que lo encontraron no era de broma. ¿Cómo se supone que bromeé?

La Gran Subasta [Hisogon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora