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El silencio que se había apoderado de su habitación era sepulcral, y ni que hablar sobre la tensión que los rodeaba. Ging no había quitado la mirada del pelirrojo desde que entró, no quitó sus ojos rasgados sobre él en ningún momento. ¿Qué estará viendo? Se preguntaran, y la respuesta es: fisico.

No hace falta decir que el mago se sintió incómodo.

— ¿Tengo algo en la cara? — Hisoka desvió la mirada al sentirse tan vulnerable, como si el hombre bestia pudiera ver a través de él...

Hasta llegó a pensar que le ve hasta los huesos, como si sus ojos lo atravesaran todo.

Como si no tuviera límite hasta donde podía ver, por eso se sentía tan expuesto... O también puede ser que es el padre de su fruto... ¿Qué le viene a decir como para que los niños hayan tenido que abandonar la habitación?

Espero que no me diga que deje ir a Gon. — se tensó cuando lo vio sentarse en su escritorio sin quitarle la mirada de encima.

Ging sonrió de lado, notando el leve temor en sus ojos ambarinos.

Esos dos orbes que brillan en su cara, que contrastan con sus mechones carmesí, esa piel pálida y su obvio atractivo, pero también puede desprender esa sensación tan calida...

... Como una fogata... Y si te acercas demasiado terminarás quemado.

Suspiró, recordando la platica que tuvo con su cachorro hace minutos en el pasillo, cuando le advirtió de los riesgos que tendrá que afrontar por haberse imprimido en un ser humano normal. Con la tipica frase: No juegues con fuego porque vas a quemarte.

"— Estaré dispuesto a arder, papá." 

Negó con una sonrisa rara.

— ¿Te gusta mi hijo, humano?

Castaño y dorado se encontraron, fue un encuentro silencioso, sin palabras de por medio ya que no eran necesarias para ninguno.

¿Me gusta Gon? – pensó aún manteniendo la mirada.

¿Puede decir que le gusta Gon de buenas a primeras sin pensar en algo no sexual? Quizás, pero no es algo afirmativo de que en verdad siente algo por el chico.

— No lo sé.

Ging observó como bajaba la cabeza, como algunos de los animales pequeños cuando se sentían con miedo.

Suspiró.

— Eres sincero. — se paró — Eres la pareja de mi hijo y como tal, espero que puedas respetarlo.

Morrow volvió a alzar la cabeza.

¿Pareja de Gon? ¿Respetarlo? – se repetía.

Su corazón comenzó a saltar de una extraña felicidad y una sensación de plenitud lo invadió, ah... Ahora solo quiere reírse de esos sentimientos que se acercan a tocar la puerta...

¿De verdad le gusta Gon? ¿O solo es su viejo yo que se emociona al tener un nuevo juguete, virgen y solo para él?

— ¿No hay forma de romper el lazo? — alzó la cabeza.

Sus ojos sin vida miraban al padre de Gon, y este solo se encogió de hombros.

Ya está aburrido.

— La hay. — sonrió, inclinándose sobre el escritorio.

— ¿Cuál?

Hisoka se acercó, mirando al otro aún con sus ojos sin vida.

Ging alzó una ceja.

La Gran Subasta [Hisogon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora