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— ¿Gon?

Se detuvo en la puerta cuando miró a un pelinegro revisar al mago, mirando sus lentes y cabello crispo se dio cuenta fácilmente de quién se trataba.

Sonrió, acercándose. — ¿Leorio?

Y saliendo de su sorpresa, el mayor se acercó y le dió un gran y fuerte abrazo, el cual fue correspondido. El médico volvió a abrazarlo cuando se separaron por un par de segundos.

— ¡Te recordaba más chiquito! — exclamó emocionado.

Gon río en voz alta.

— Crecí... Jejeje...

Leorio asintió. — Kite dijo que su crecimiento es diferente al de un humano normal, así qué no es algo raro si lo sabes.

Ambos tenían una sonrisa en la cara, e ignoraron el cuerpo inconsciente del pelirrojo, el cual estaba ya en proceso de despertar. Su olfato pudo sentir el aroma de Gon, el mismo aroma que no había tenido oportunidad de percibir en el pasado.

¿Por qué ahora? Se preguntaba, pero debería aguantar un poco más para satisfacer sus dudas.

Debo soportar, no voy a preguntar qué porque huele a Killua y... Porqué su aroma está en todo su cuerpo. – gruñó a sus adentros.

— ¿Cómo está el idiota? — dijo Freecs suspirando.

Leorio volteó a ver a Hisoka, quien está quietecito en su lugar, con la respiración aún lenta y tranquila.

— Solo tenía fiebre, nada fuera de lo normal.

Gon asintió, escuchando atentamente los cuidados que debería tener el pelirrojo en los próximos días, y aunque pensó por unos instantes en dejarlo al cuidado de su intimo asistente, optó por se él quien sea el responsable de su cuidado - aunque no sepa nada de chucha sobre medicina - pero en fin, todo sea por reforzar su lazo con ese humano idiota.

Chrollo había entrado junto a Nobunaga varias veces a la habitación para saber si se necesitaba algo, sus intenciones fueron buenas para ambos... Pero aún así, Freecs se sintió un poco avergonzado.

A fin de cuentas, Hisoka es mío.

Parpadeó cuando Leorio le mostró las fotos que le habían hecho junto a Kurápika cuando los conoció.

¡Estaba en su forma animal! ¡Caray que vergüenza!

— Lo dejó a tu cuidado, Gon.

Freecs asintió y estrechó su mano con una sonrisa.

— Fué bueno verte, Leorio. — se abrazaron.

— Vendré a verlo en dos días, sí ocurre algo no dudes en llamarme.

El pelinegro menor asintió, observando como Chrollo dejaba a Leorio en la entrada a la mansión, con una extraña sonrisa que no había visto jamás en el ayudante favorito de su humano.

No sonríe ni con Hisoka.

Suspiró mientras se daba la vuelta, observando al inconsciente Hisoka, notando el ceño levemente fruncido en su estilizado rostro.

— Eres un imbécil muy bonito. — murmuró.

Sus dedos se encogieron cuando las garras estaban a punto de tocar su pálida piel. Las ocultó y acarició con cariño y delicadeza su rostro, sintiendo la suave textura de su fría piel.

Mío, mío... Nuestro.

Gritando para que lo impregne en su aroma, se vio luchando contra su propio instinto posesivo.

La Gran Subasta [Hisogon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora