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— ¡Mmmm~! — bostezó.

Hisoka se estiró en el pasillo, escuchando crujir sus huesos a cada paso que daba.

Fue una noche maravillosa. – se revolvió el cabello.

Anoche había ido a la habitación de Illumi, una de tantas en esta mansión. Suponiendo que sería una noche de sexo llegó a pensar que quizas debería haber llevado alcohol para la ocasión, siempre les daba una botella del mejor vino en la ciudad.

Anoche fue la excepción.

¿Cómo sabría que estaban sus dos preciosos amantes teniendo algo - a su parecer, muy maravilloso - frente a sus narices? No debe decir más qué, le llegó de sorpresa tener un trío luego de una persecución tras el cachorro.

La bestia no está... ¿Y sí se escapó?

Hisoka dejó de caminar.

Su cuerpo se tensó cuando miró a Nobunaga junto al hermano de su amante más sexy, corriendo de un lado a otro mientras trata de buscar rastros de pelos.

¡Esos enormes pelos que dejaba por doquier! Pero, se le está dificultando encontrar alguno... No encuentra ni un solo rastro de ese pelo azabache que desprende la hermosa pantera negra.

— No lo sé, pero si el señor despierta y no lo encuentra... Nos va a castigar.

Morrow sonrió. Es bueno saber que sus trabajores lo conocen, saben cómo es su temperamento cuando lo que considera suyo se escapa.
¿Quién puede escapar de sus garras? Nadie, absolutamente nadie, ni siquiera un gato gigante le va a ver la cara de estúpido.

¿Dónde estás, Gon~? – volvió a caminar, pero está vez, a su habitación.

Antes de buscar a su felino favorito debe darse una ducha, limpiarse todo lo que le hicieron esos dos urgidos anoche. Sonrió de nuevo, recordando como se habían peleado solo por montarlo.
Se humedecio los labios, disfrutando del vago y corto recuerdo de su noche de pasión

— Mi gatito es mucho más importante ahora~.

Tarareó mientras se abotonaba la camisa roja con algunos dibujos de cartas, un trébol, un corazón, una estrella y alguno lágrima. Él siempre ha mantenido un estilo exótico, odia lo aburrido y todo aquello que le obligue a ser normal.

Hisoka Morrow, El mago es todo, menos normal y todos lo saben.

Se encaminó a su habitación, dónde la habitación que le había asignado al cachorro gigante estaba justo al lado dea suya.




Medio día pasó e Hisoka no pudo encontrar al cachorro.

Fué al sótano a su encuentro, pero no lo encontró.
En su lugar había una caja de metal con una grabadora en el suelo y medio destrozada, frunció el ceño. Reprodujo el audio que había escuchado Gon la noche anterior, se congeló cuando escuchó la voz grave y fuerte del papá de su gatito.

Extraño, ¿Cómo llegó la caja ahí? ¿Qué hace esa cosa en la cama de Gon? La grabadora estaba destrozada sobre está, mientras que unas gotas de sangre dejaban un pequeño rastro hasta ella.

¿Gon escuchó esto? – frunció el ceño.

Encontrar al travieso gatito será mucho más fácil si tuviera una nariz mucho mas desarrollado como el del cachorro al que está buscando.

— Señor.

Nobunaga entró, con un pequeño canino en manos.

Hisoka hizo una mueca, notando al otro animal que no le gusta. Aunque, debe admitir que Nobunaga es bueno cuando quiere, casi nadie de los guardas de Chrollo buscan a Gon, y si no hubieran órdenes de su parte sería mucho más difícil hacer que se muevan.

La Gran Subasta [Hisogon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora