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Hisoka había estado desaparecido desde tempranas horas de la mañana.

Freecs lo buscó por todos lados, tratando de ubicarlo pero sin éxito. Pareciera que todo rastro de su aroma hubiese desaparecido en su totalidad de la mansión, como si no hubiera estado ahí en primer lugar.

Caminó por los pasillos, tratando de divertirse al ver el pánico en la cara de esos humanos hipócritas que le sonreían cuando el mago estaba cerca y lo vieran mal cuando el mismo mago no estuviera a la vista.
Sabe qué, su naturaleza dominante es la que a veces disfruta de ver cómo se aferran a la pared de los pasillos para desaparecer, le divierte verlos temblar cuando gruñe y muestra los dientes en advertencia.

Y quizás esté un poco de mal humor ya que no ha visto a su humano rojo, tampoco al niño nube o a su compañero de juegos Nobunaga.

Es aburrido estar rodeado de inútiles que solo saben correr y esconderse, huyendo de sus garras como un conejo huyendo de una comadreja. ¡Divertido y muy divertido! Hace poco se encontró con una niña de pelo negro y ojos azules.

Su instinto animal la dejó de lado, no le dió atención.

Caminó por toda la casa, dónde fue evitado como un bicho raro entre ellos. Menudos zancudos que solo saben chupar el dinero del dueño de la casa, gracias a sus oídos desarrollados ha podido escuchar unas platicas dónde se quejan del mago.

Estaba sentado en el césped del enorme patio trasero personal que había sido entregado por el hombre, el que es dueño de esta mansión y que algunas veces se hacía llamar su dueño.

La cola se movía a sus espaldas, tratando de ver más allá del corto césped verde que hormigueaba en sus patas. A veces, podía sentir como algunas cosas moverse en su pelaje, algunas veces llegó a pensar que eran pulgas, pero no fue así.

Era solo por su crecimiento que sus rasgos físicos de pantera habían estado cambiando constantemente, eso solo indicaba que estaba dejando de ser un cachorro y que muy pronto dejará de depender de sus padres.

... Es una lastima que su padre ya no esté.

— Gon.

No se inmutó al escuchar la voz del mago, y siguió viendo el horizonte. Disfrutando la sensación sobre su pelaje, el cual se sentía fresquito a pesar de la temporada calurosa en la que se encuentran en este lugar llamado ciudad.

Sintió una mano acariciar su pelaje y se tensó.

Este aroma es diferente, no es el del humano rojo, no.

Es otro humano... ¿Humano?

— Soy Kite y a partir de hoy seré tu veterinario.

Hisoka quiso reírse. ¿Quién habla con los animales?
Cualquiera que los viera pensaría que ese hombre de pelo blanco está loco, o que quizás solo son secuelas del oficio.

Yo habló a veces con mi gatito~... ¿Quiere decir que estoy loco? – dejó de hacerle gracia.

Carraspeó. — ¿Los dejó solos o quieren que me quedé? — miró fijamente al cachorro.

— No es necesario, retirese.

Hisoka sonrió forzadamente, no le agrada que le den órdenes en su propia casa... Pero no tiene de otra si quiere que el cachorro vuelva a la normalidad, y de verdad espera que tenga solución.

Él desea privacidad para poder tener sexo con los dos hombres hermosos que se quedan en su mansión.

— ¿Podrías por favor dejar salir lo que sientes?

Freecs parpadeó mientras se dejaba acariciar, viendo al humano. Y mientras lo ve de tan cerca, puede ver sus ojos rasgados, esos mismos que están ocultos tras la gorra que cubre el reflejó del sol, evitando así que se vean.

La Gran Subasta [Hisogon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora