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Illumi había sido concubina de Hisoka durante dos años, nunca había estado enamorado y tampoco le interesó estarlo. De la única forma en que se permitió ver al pelirrojo fue como un polvo con el que quitarse las ganas, ambos se utilizaban con el mismo propósito así que no había problemas.

Cuando molestó a Gon solo lo hizo por molestar, ya que no tenía verdaderas intenciones de hacerle daño, pero al verlo entrar en una crisis en plena fiesta supo que fue mala idea. ¿Se disculpó? No, claro que no lo hizo. Ni aún cuando Hisoka lo obligó, no dijo nada y se limitó a ver al cachorro en silencio.

... El mismo cachorro que lo veía con resentimiento cada vez que lo veía, y vaya que le gustaba que le viera de esa forma tan feroz.

Movía algo en sus entrañas pero no sabía que con exactitud, solo se emocionaba al verlo y que él lo mirara con ganas de asesinarlo. ¡Jamás se había sentido tan tentado a hacerle sufrir solo para que le viera de esa forma un poco más! Sí, empezó a sentir cosas raras por el cachorro que se pegaba al mago.

Pero, actuó en su contra cuando tuvo la oportunidad.

Sin decir que estubo atacando a su familia, y vaya que eso no lo iba a permitir; se enfrente al padre del cachorro rabioso, pero se topó con que los adultos son mucho más fuertes que un simple cachorro. Supo de inmediato que Gon crecería para ser que, solo por su naturaleza, sería alguien de tener y de respetar.

Y si su hermanito crecía con él, sabe que el cachorro lo protegerá a toda costa, ya que nadie se atrevería a tocar a las personas de la familia de un pantera tan grande como él lo será.

Por eso, había decidido dejar todo por la paz, dejando todo en el aire cuando le dijo esa amenaza vacía a Hisoka. ¿Qué si iba a tomar represalias?

No, le da pereza lidiar con los de la brigada fantasma.

— ¿Quieres que eliminé a Gon? — se recargó en el sofá.

Sus ojos vacíos veían fijamente al rubio delante, el mismo que sonreía como si sus labios fueran la única respuesta que necesitara para llevar a cabo tremenda locura.

Miró hacia fuera, mirando como el rubio seguía sobre él con unos ojos fríos y casi calculadores.

Un novato, según palabras de Illumi.

— Sí, se que también le tienes rencor.

El rubio se inclinó hacia delante con una sonrisa.

Illumi alzó una ceja.

Por alguna razón, siente que las comisuras de sus labios se contraen hacia arriba y, a la vez; un sonido se escapo de su garganta entonando una sonora carcajada.

Pariston apretó los dientes, sintiendo que se reía de él.

— ¿Rencor? ¿Estás loco? JAJAJA ¡Dios! Sí que estás loco. Jaja... — sujetaba su estómago mientras era visto con asombro por Goto y los demás sirvientes de la mansión.

— ¿No es así? — desvió la mirada molesto.

Illumi miró de nuevo al rubio, de arriba hacia abajo, desde su cabello hasta la planta de los pies.

— También eres una bestia... ¿No? — se cruzó de brazos — Ustedes los raros tienes suficiente fuerza como para doblegarme.

Pariston frunció los labios, notoriamente ofendido.

»— Como es así, ¿Por qué no te encargas de él tu mismo?

— Porque no puedo, su padre amenazó con matarme si vuelve a verme.

Illumi abrió la boca, queriendo decir algo, pero de el solo salió un "oh" ridículo que hizo enojar al rubio de nuevo.

— Si su padre dijo eso, puedes irte por donde viniste, ese tipo casi me mata. — dijo viendo la palma de sus manos — No quiero que toda esa familia de bestias vengan a por mí solo por una venganza, ah... ¿Por qué los clientes solo hacen peticiones estúpidas?

La Gran Subasta [Hisogon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora