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Hisoka no había dormido en doce horas, pendiente del chico entre sus brazos. Lo ha estado vigilando a la vez que admira cada uno de sus rasgos desde tan cerca, algo que no había sido capaz de hacer antes; ya que el pequeño se mostraba huraño con él.
Sus ojos ámbar se opacaron al recordar lo que había dicho entre lágrimas, recordando su pequeño y lindo rostro llenándose de desesperación como si pudiera recordar con vivida claridad esos traumatizantes sucesos.

Y el único consuelo es que esos malditos están muertos. - apretó los dientes, suspirando con suavidad para no despertar al pelinegro.

Sus dedos apartaron los mechones negros que se habían deslizado, cubriendo los ojos del menor; y con cierta diversión en sus ojos y, la linda sonrisa que se había acomodado en sus labios; los apartó uno a uno, disfrutando de eso.

- ¿Te gustó tanto que no puedes dejar de verme?

No se sobresaltó cuando el ahora adulto abrió los ojos, enfocandolo a él con el ceño fruncido; y a pesar de eso, en ningún momento lo alejó. ¿Ya no lo pone incómodo su tacto? Tal vez, y eso ya es algo; y quizás sea algo pequeño. ¡Pero eso lo hace felíz!

El pelirrojo sonrió con los ojos cerrados en media luna, acariciando las mejillas regordetas del adolescente; sintiendo el calor natural que emanaba su piel, la textura suave de la misma... ¿Cómo es que su piel es igual que su pelaje? ¿Será algo que las bestias poseen? ¿A él le afectará también por beber la sangre de Gon?

Sonrió, entre abriendo los ojos.

- Bingo, me gustas tanto que no puedo dejar de verte y tocarte.

Gon sonrió, aún con el ceño fruncido.

- Maldito pervertido. - bufó - Dile eso a Chrollo.

Se apartó de Hisoka, estirándose en la cama, y se estremeció cuando el pelirrojo deslizó las manos sobre su vientre desnudo; el frío tacto del otro lo hizo temblar de una forma inimaginable.

Mi piel no era tan sensible antes.

Se tensó cuando los labios del pelirrojo se deslizaron por su cuello, aún con las manos en su vientre para acariciarlo; como si hubiera algo valioso ahí dentro.

Se sacudió y apartó de él en pánico.

... ¿Acaso él... Él...?

- No hicimos nada.

- ¿Qué?

Salió de sus pensamientos cuando el mago había tapado su cuerpo con la sábana, se sonrió avergonzado por haber actuado de esa forma tan violenta; aunque se avergonzó más por no haber visto primero que solo intento tapar su desnudez.

Humano, nuestro humano nos cuido.

Escuchar a su instinto tan tranquilo, lo hizo relajarse de forma natural y espontánea. Sus ojos notaron el desastre en la habitación, muebles rotos, su aroma que está inundando el espacio reducido; los arañazos en la pared y la cama rota.

Tragó grueso al tocar su cuerpo, tratando de notar algo que no sea normal; como el dolor que había sentido hace tres meses, pero no, no hubo nada de eso... Pudo soltar el aire que estaba reteniendo, su cuerpo está en óptimas condiciones; ya no me duele como antes (indicativo de que su celo ya terminó).

- ¿No me tocaste? - dijo brusco.

Sonó mal, aunque no quiso decirlo así.

- No, no podía aprovecharme de tí cuando estabas fuera de ti. - bostezó.

Gon miró al suelo.

- ¿Acaso no soy atractivo? - apretó los labios - ¿O no me comparo con los hombres de tu mansión?

La Gran Subasta [Hisogon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora