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Su raciocinio se perdió en el manglar de sensaciones con un mismo fin, siendo las mismas sensaciones las que envían corriente eléctricas a cada extremidad de su cuerpo; peleándose por quien será el primero en tomar el control para destruir a la causa de su rabia mal contenida.

Cada uno de los pelos de su cuerpo, como los de los brazos y piernas, estaban totalmente erizados como si una ola de corriente los hubiera mantenido así por varias horas; podía sentir como ambos seres que lo volvían uno se daban la mano para acatar lo que dicta su corazón y su instinto.

Ir y matar a Geretto.

No pensó en las consecuencias cuando se lanzó, no vio a la par de madre e hija que iban delante de su objetivo. No vio a la familia que estaba dentro del local detrás de Geretto cuando lo lanzó, no pensó en el anciano que iba pasando por ahí cuando uno de los cristales se incrustó en su ojo izquierdo.

No pensó con la razón cuando su mano se clavó en la pierna de una mujer embarazada, no pensó en nada. Absolutamente, más que solo en su deseo de acabar con el hombre que ahora mismo retrocede; el mismo que choca contra las mesas, rehuyendo de él con el gran terror que se refleja en su cara.

Sus manos estaban bañadas en el líquido carmesí de la sangre, estaba tibia, los gritos de las personas a sus espaldas no eran audibles a sus oídos. Su rabia iba dirigida hacia una sola persona, era tanta que aparte de su poder natural de bestia... Él ya habia manifestado poseer energía Nen, y justo ahora está a punto de hacer uso de ella.

Matar, matar, matar.

No hay peor sentimiento que el odio hacia otros, ya que de cierta forma odiamos una parte de nosotros que es similar a la de los demás. "Odiamos lo que nos hace corrientes, y amamos lo que nos hace extraños. Hoy en día la rareza se ha vuelto la nueva normalidad, y eso es abominable." Se repetía una y otra vez lo que el maldito Geretto se replicaba a su padre mientras movía las pinzas con algodón y alcohol sobre la herida mal tratada.

"No intentes buscar tu lugar en el mundo, ya que los lugares vacantes ya fueron tomados." Le dijo cuando había vomitado sangre cuando perforó uno de sus pulmones por 'accidente'.

El hombre grita mientras él está a punto de tocar su cara, se ve aterrorizado cuando ve su mano cada vez más cerca. ¡Es genial maldita sea! ¡Está mierda es lo mejor que ha sentido! Deberá agradecer a Hisoka por haberle dado la idea de vengarse, tiene razón, es tan revitalizador verlos temblar y rogar piedad.

"Solo servirás para calentar mis pies algún día, la piel que cargas es de gran calidad." Geretto había tirado a su padre contra la pared.

Maldito humano... Debe morir.

En su rostro desfigurado por la rabia se mostró una sonrisa, una muy fea y aterradora sonrisa. Al verla, todos se quedaron congelados y esperaron la muerte, no saben que habían hecho mal... O quién demonios era el chico, pero al parecer... Hoy era su último día en la tierra.

Su mano estaba tocando la nariz de Geretto, y quizás lo hubiera conseguido si Hisoka no lo inmoviliza con Goma Bungee.

— ¿¡Qué demonios crees que estás haciendo, Gon!?

El chico miró a su humano, sintiendo una gran ola de emociones: felicidad y recelo se veían mezcladas en la mirada.

Pero su presencia no bastaba para sacarlo de ese estado de destrucción pura...

Necesita algo más potente que solo un leve e inútil aroma dulzón del humano, es su pareja, sí. Pero eso no cambia el hecho de que casi no tiene influencia cuando llega a un estado de catarsis total, dónde su única finalidad es matar, destruir y demoler.

La Gran Subasta [Hisogon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora