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Nobunaga había contratado a un maestro para enseñarle al cachorro a leer y escribir, y aunque la idea no fue bien recibida por el pelinegro aceptó con algo de persuasión. A las diez de la mañana comenzarán y Gon sigue pegado a la cama, sin querer salir de ella.

— ¿Tengo que ir? — gruñó.

Nobunaga suspiró, no sabe que hacer o decirle a Gon para que asista.

— Sí, o puedes pasar las clases para la tarde y hacer lo que quieras el resto del día.

Las orejas de Gon se levantaron aún cuando estaba acostado boca abajo, abrazando al peluche y su cola se movió emocionada como si hubiera escuchado lo que quería escuchar.
Alzó la cabeza, mirando que Nobunaga estaba marcando algo en ese aparato que Hisoka había dicho era un teléfono y que si aprendía a leer podría usar.

Frunció el ceño. ¿Es realmente necesario aprender a leer y escribir? ¿No puede simplemente tener a alguien para que lea y escriba por él siempre?

No.

Puso los ojos en blanco al escuchar a su instinto.

¿Dependiendo de un humano hasta para eso? Seré una vergüenza si lo permito.

Miró a Nobunaga hablar con el maestro que vendría, pareciendo que estaban discutiendo. ¿Le causará un problema a Nobunaga si no asiste a la clase? Él no quiere causarle molestia a Nobunaga, solo quiere quedarse un rato más en cama.

Suspiró.

— ¿Dónde está la habitación de clases?

Se levantó con pereza.

Nobunaga le miró algo sorprendido. — En el cuarto piso. — señaló al techo.

El cachorro asintió, escondió la cola junto a las orejas y siguió a Nobunaga por el pasillo. Los sirvientes lo miraban con molestia al verlo andar por ahí, como si de verdad fuera su amo. ¿Le molesta? No, sabe que son como los insectos, sabiendo que su bullicio es molesto hacen aún más ruido.

Aunque siendo sincero, no quiere aplastar a esos humanos cotorros. Debe aguantar aún cuando los quiere morder hasta sangrar, sonrió.

Su instinto irracional es bastante eficaz cuando pierde la cordura.

Pero ahora debe concentrarse en su rival más grande al que se ha enfrentado.

Estudiar.




Retrocedió cuando encontró a un hombre asiático, de lentes, con una camisa blanca que está fuera de sus pantalones y un pantalón negro elegante. Uy, y es atractivo.

Su presencia no es una amenaza.

Se permitió relajarse cuando vio detrás de él a un niño. O más bien, un cachorro de un puma, pelo castaño y ojos oscuros pero en dónde aún se puede ver la pupila rasgada, piel morena y unos colmillos filosos. Sus ojos se iluminaron y caminó con más confianza hacia delante, haciendo que Nobunaga sonría.

— Soy Wing, y desde hoy seré tu profesor.

Se agachó a su altura y extendió la mano, la cual Gon tomó sin dudar, estrechando con un fuerte apretón y una linda sonrisa.

— Yo Zushi. — hizo una reverencia.

Nobunaga grabó todo, con una cierta emoción al ver cómo se relaciona con otro niño que no sea el joven maestro Killua. ¡Se siente como una madre que ve a su bebé caminar sin ayuda! Hasta quiere llorar.

Gon miró al niño y se acercó a él, sus orejas y cola se salieron por la emoción. Mirando con cierta alegría como los ojos del niño Zushi se iluminaban, acercándose y ambos caminando en círculos para verse bien.

La Gran Subasta [Hisogon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora