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Gon se había acercado demasiado a la cara del recién llegado, olfateando cada parte de él hasta que sus ojos se posaron en el cuello del hombre pelinegro dónde se podía ver algunas marcas de chupetones.

Grrr. — gruñó, empujando a Chrollo con su cola.

Pidiendo que se fuera, no le permite entrar o estar en esa habitación, esa misma que Hisoka le había dado.

Hisoka sonrió. Está aliviado porque no atacó a uno de sus amantes, pero, parece no ser lo único que debería preocuparle. El cachorro gigante se acercó a Killua, dónde se echó sobre él, esperando caricias y mimos del niño nube.

— ¿Gon? — ignorado — ¿Por qué no vienes conmigo?

Gon puso sus ojos negros sobre él, mostrando sus colmillos mientras que su cola bailaba a sus espaldas.

Apestas.

Dejó a Hisoka en silencio cuando le cayó el veinte, ah... Demonios, ahora sabe porqué no quiere ir con él.

Sintió mi aroma en el cuerpo de Chrollo. – ahogó un jadeo cuando vio al cachorro agacharse, dejando que el albino se subiera en él.

Ok, esto no le gusta nada.

Solo quiere que Gon se quede con él y nadie más.




[ Mensaje de voz de la mansión de los Kurta. ]

Hisoka suspiró, frotando sus ojos del cansancio.

Ahora no estaría mal que se alejará. – miró algo frustrado a la criatura cariñosa que no deja de frotar su mejilla.

— Señor, el señorito Kurta está aquí. — Chrollo entró, notando a la enorme bestia a espaldas de Hisoka.

Viéndose tan imponente, una bestia de ese tamaño podría arrancar dos cabezas de una sola mordida, de ahí el miedo que le tiene. Sus ojos oscuros se posaron en el pelirrojo que veía algunos documentos algo preocupado, no, preocupado no... Frustrado, su amo está frustrado por la poca privacidad que ha tenido desde que el cachorro se volvió una bestia completa.

Sin mencionar que ha estado frustrado, no ha tenido sexo por una semana completa. ¡Una estúpida semana entera! ¿¡No sabe Gon que lastima su ego cuando hace eso!? Y, aunque le guste tener al cachorro siguiéndolo, está comenzando a cansarse.

— Lo sé, hazlo pasar.

Gon retrocedió cuando sintió un nuevo aroma en la oficina, no era malo, tampoco su presencia era una amenaza para él. Al contrario de lo que creía, miró al rubio que sonreía con tanta amabilidad que le hizo tranquilizarse.

Su instinto le decía que no es una amenaza.

— Bienvenido, Kurápika. — dijo de mala gana el de pelo rojo.

Kurápika asintió al mayor, mirando con una sonrisa al cachorro que se acercaba con cautela hasta él.

Olfateando todo su cuerpo, y se dejó hacer. Aprovechando para tocar los mechones negros del cachorro, mismo cachorro que cayó rendido a sus suaves toques.
Terminó ronroneando mientras lamía la mejilla del rubio, quien estaba decidido a ignorar la mirada del pelirrojo la cual se veía un deje molestia.

— ¿A qué viniste? — preguntó de golpe Morrow.

— Vine a ver a un lindo cachorro.

Gon saltó en su lugar, moviendo la cabeza en dirección de Hisoka y de Kurápika. Sintiendo un aroma extra y se asomó a la puerta, notando a un pelinegro que temblaba al ver tan imponente criatura.

La Gran Subasta [Hisogon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora