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La situación llegó a un punto crítico.

Y el único responsable de que las cosas terminaran así, es el hombre que tiene delante; ese mismo tipo que es capaz de confundir la obsesión con amor. El mismo hombre serpiente que se encargó de hacer su vida una mierda, en todo el sentido de la palabra.
Admite que en algún momento quiso intentar comprenderlo, pero al final todo fue para nada; ahora que lo piensa bien.

... Fue un error desde el principio.

— ¿Oh~? Interesante, hace tiempo que no veía esa fea expresión en tu bonita cara.

Podía sentir como una vena sobresalía de su frente, le molesta lidiar con él; ya que siempre parece estar burlándose de las personas con las que habla, pero es necesario tener esa molesta conversación.

— ¿Desde cuándo? — parecía pensar — ¡Oh, sí! Creo qué, desde que murió tu hembra. ¿No?

Hace lo mejor que puede para contenerse.

Sus colmillos e instintos le imploran por saltar sobre él y hacer lo mismo que ayer, arrancar la cabeza con fuerza mientras se siente satisfecho por verlo muerto.

Sus ojos brillan amenazadoramente.

— ¿Quieres hablar de ella? ¿De cómo la llevaste al borde del colapso para que perdiera el control?

Cada palabra que salía estaba llena de mucho odio, tiene odio hasta el hombre serpiente que sonríe tan despreocupadamente mientras le recuerda la muerte de la madre de sus cachorros.

Algunas veces, en el pasado; llegó a preguntarse si este maldito imbécil iba a dejarlo en paz. Pero cuando parecía recuperar la cordura, él siempre iba a secuestrar a Gon solo para recordarle que puede destruir lo poco que le queda.

"Soy yo el que lo es todo, el que hará añicos tu futuro brillante." Recuerda muy bien ese evento, cuando tuvo que asesinar a su propia pareja porque había perdido el control y no lo reconoció.

— Puedo hacerlo si quieres, sabes que amo hablar de ella. — se inclinó, queriendo tocar la mejilla del otro.

Sin embargo, antes de hacerlo el hombre bestia quitó el rostro con una expresión de odio puro.

— ¿Ya te dije que fue lo que hice para que perdiera el control tan fácilmente?

Los nudillos de sus manos estaban muy blancos por la fuerza, su sangre hierve y su rostro está tan rojo como una manzana... Y de repente se escuchó como una olla de presión, silbar avisando el límite de su paciencia.

El odio que siente, los deseos de matarlo, las ganas de hacerlo añicos... Debe tragarselas, ya que el muy maldito tiene huevos en su vientre y por eso no puede matarlo.

— ¿Podrías dejar de mencionar a mi hembra con esa asquerosa lengua tuya? — refutó.

Pariston se encogió de hombros y se cruzó de brazos.

— ¿Puedes decirme porque demonios hiciste eso?

— Umm ¿De qué hablas ahora? — el hombre rubio se hizo el tonto.

Ging gruñó internamente, rozando los límites de la paciencia que le está teniendo.

— ¿Por qué le mentiste a la pareja de mi hijo? — se alejó de nuevo ante el leve contacto que estaba por tener con la serpiente.

El rubio sonrió divertido y algo molesto, molestia que se esconde tras su sonrisa.

— ¿Por qué odio a su especie y deseo llevarlos al colapsó? — ladeo el rostro hacia la derecha — Sabes que más que nada, odio a tu cachorro.

La Gran Subasta [Hisogon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora