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¿Qué hago yo aquí?

Gon se sentó en su forma de gato sobre el pecho del pelirrojo, quien se auto proclama su dueño. Viendo cómo sus pestañas también son rojas, sus ojos dorados no están a la vista y eso es un inconveniente para él ya que los considera muy bonitos.

Según él, son como dos grandes luciérnagas que encontró en un bosque sin árboles, dónde la belleza pareció tener una mínima esperanza de volver a surgir aún sabiendo que las cenizas no lo dejarán hacerlo.

Gon se ha preguntado últimamente. ¿Por qué este monstruo de piel se empeña en querer acercarse a él? No entiende la razón.
Su padre le decidía que cada acción de las personas como los animales tienen razón de ser, nada sucede solo porque sí.

O es algo que pasó porque lo planearon, o, solo pasó por un error de cálculo. ¿Qué es calculo? Sepa Simba porque él no, no sabe absolutamente nada de esta bestia de piel.

— Miau. — puso una de sus patas en la boca del otro, sintiendo sus labios y una idea se le cruzó por la mente.

Sus garras comenzaron a hormiguear ante la idea, pero se contuvo cuando recordó que él dijo que iba a cuidarlo, protegerlo y que con él estaría a salvó.

¿Cuál de todas esas palabras es verdad y cuál es mentira?

Gon alejó su pata y comenzó a enroscarse en el pecho del pelirrojo, sintiendo el ritmo de su respiración gracias a qué estaba encima de él.

— Por un momento pensé que ibas a besarme~. — tarareó el hombre.

Gon no se inmutó y siguió encima de él, bostezando como si no acabará de despertarse recién minutos atrás. Su cola se meneó hasta golpear la cara de Hisoka varias veces consecutivas.

— No beso cosas desagradables. — sacó la lengua con los ojos cerrados.

El más grande sonrió, acariciando la cabeza del michi que ahora sí se deja acariciar por él. Al pelirrojo le gusta ese tipo de conversación, le gusta que la bestia no lo alejé como si lo aborreciera.

¡Debe celebrar que el pequeño cachorro esta encima de él!

Oigan... Eso sonó raro, pero para él sonó maravilloso.

Ahora~ Gon ya no podrá huir de mí~. – vitoreo.

Ambos se quedaron así, en esa posición que parece cómoda para el gato negro que meneaba su cola aún cuando parecía dormido. Hisoka observó a la bestia pequeña que yace sobre él, analizando el porque sus cambios solo son pequeños si se supone es un cambia formas. ¿No? Se supone que por naturaleza escogen animales que dominan, que son los putos amos.

Entonces... ¿Por qué este gatito se transforma en cosas pequeña?

¡Aniki! ¿Dónde está la pantera?

Las orejas de Gon se movieron y poco después alzó la cabeza, mirando la entrada con interés ya que los pasos se detuvieron en la puerta.

Genial, la rata albina ya llegó. – el pelirrojo hizo una mueca cuando el gatito Gon se levanto de su pecho y se acercó a la puerta, arañando la madera de esta.

— ¡Niño nube, niño nube! — empujaba con las patas delanteras pero no pudo, es demasiado grande.

Hisoka sonrió, es lindo así. La sonrisa se borró luego, cuando lo miró cambiar al aspecto de un humano o mejor dicho, a su forma humana. Sus cabellos negros llegaban hasta los hombros, brazos y piernas largos, facciones salvajes y finas.

Frunció el ceño.

¿Piensa salir sin nada? – Hisoka se puso de pie y fue hacia la pequeña bestia.

La Gran Subasta [Hisogon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora