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Una visita al pasado.

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Las mutaciones de una bestia no son comunes hoy en día, las pocas ocasiones en las que mutan; es más cuando se está en peligro de extinción, asimilando que la especie solo depende de ellos, un ejemplo de la mutación por un evento crítico: las hormigas quimeras, esas monstruosidades que nacieron de la fallecida reina; la cual dió vida a toda esa colmena de malagradecidos que la asesinaron para coronar a su rey.

Ella muto su propio cuerpo para ser grande, a la par de que se alimentaba cada vez más y agotando las comidas de los alrededores (que normalmente eran las bestias sin inteligencias de la isla) y gradualmente eso cambio cuando la norma se estableció, siendo su única comida las orcas invasoras que subían a la superficie por cachorros.

El aroma de las orcas era típico de un pez, olía a sal y pescado; pero, hubo un tiempo en que habían vuelto a retomar la caza de cachorros. ¿Por qué y cómo lo hicieron? Todos saben que las bestias (incluyendo a las hormigas) poseen un excelente olfato, solo que está vez no pudieron hacerlo. ¿Por qué? Volvemos a preguntar, ellos fueron los primeros en darse cuenta de la existencia de la flor esconde olores.

O como Ging le nombró: La inholora, siendo así su perfecto pase para la cacería de crías. Ese lapso de tiempo fue muy corto, ya que Meruem y Ging habían hecho una asociación para asesinar a todas las orcas invasoras y así poner a salvó el resto de cachorros que estaban dispersos por toda la isla. La reina había fallecido luego de dar a luz a la próxima reina, solo que ella nació físicamente como humana y... Ciega.

Fue entonces cuando Ging se imprimió en una cachorra menor que él, ella también se había imprimido en él al haberse sentido querida y protegida. Ellos dos se unieron después de que ella fuera una hembra adulta, a lo que pasaron su primer celo juntos... Y luego de dos meses, ella dió a luz a tres cachorros.

Dos machos y una hembra.

Dos de ellos eran muy gorditos y grandes para ser unos recién nacidos, en cambio, el tercero en nacer era muy pequeño y delgado; muy flaco y era agobiante y triste pensar que quizas no pasaría la primera noche. Cosa que logró con facilidad ya que su padre lo metió entre sus patas para darle calor, él le daria el suficiente si así lograba que viviera.

Ging había tenido tres cachorros con su hembra, y los tres eran muy bonitos; sus ojos cerrados y sus quejidos lastimeros pidiendo atención y dirección por parte de sus padres, habían logrado derretir por completo el amargado corazón de Ging. Estos eran sus primeros cachorros y... Los últimos.

Pasaron dos meses luego de que nacieron y el estado de salud del último cachorro iba de picada, su peso no parecía subir ni aunque el propio Ging le apartaba un poco de carne y de la daba masticado para que el pequeño cachorrito pudiera ingerir con facilidad. Pero, a veces no podía, ya que su hembra también exigía atención para los otros dos. Pero, aparte de eso todo iba de maravilla.... Antes de conocer a Pariston.

Su hembra se había vuelto muy cercana al tipo de la lengua dividida, él la tocaba mucho y ella actuaba de forma muy violenta hacia él y los tres cachorros que aún no tenían uso de razón; claro, eso solo era hecho por los dos primeros, el único consciente era el tercero al que su madre ni siquiera veía con desdén.

La tragedia ocurrió una noche en la que él había ido a cazar, con la excusa de revisar el perímetro de otros animales peligrosos. Pero... ¿Por qué nadie le dijo que el peligro estaba durmiendo con sus tres preciosos cachorros? Fue tarde cuando llegó y vio a su hembra mordiendo con desprecio el cuello de dos de sus cachorros.

Su sangre se heló al ver esos ojos negros, tan negros como un abismo sin retorno. Ella había perdido el control de su raciocinio y cedió el poder a su lado animal, eso lo pudo comprender... Lo que no entendía fue... ¿Por qué ella aún sigue mordiendo el cuerpo de sus cachorros? ¿Por qué no reacciona ni aún con sus propios hijos? Sus ojos habían comenzado a picar cuando notó un pequeño y gran detalle.

Faltaba uno de sus cachorros.

La vio volver con desespero iracundo a la cueva.

Tardo en darse cuenta y cuando lo hizo, la vio salir sin nada entre el hocico, ella seguía un rastro, uno muy débil que era difícil de seguir. Veía como se acercaba a una grieta en el suelo, lo suficientemente grande como para un cachorro; uno muy pequeño y, cuando ella asomó la nariz, retrocedió tras soltar un gruñido.

La nariz de ella habia comenzado a sangrar por un zarpazo, y como si fuera un milagro. Ging había recuperado su alma y corrió hacia su hembra, empujándola con todas sus fuerzas mientras veía en la grieta al cachorro más joven gruñir, desconfiado de todo y de todos. Sintió un alivio recorrer su cuerpo, uno de sus cachorros está vivo, y por él tiene que ganar.

Gruñó dolorido cuando sintió los dientes de su hembra clavarse en su espalda, cuando simultáneamente las garras de esta se clavaban en sus patas; impidiendo que se moviera demasiado. Ging estaba confundido, viendo como ella, la que tanto había estado deseando tener a los cachorros los había asesinado a sangre fría. Había acercado su hocico con cuidado para lamer la herida en su rostro, jadeando cuando ella lo mordió.

Y un leve aroma amargo penetró en sus fosas nasales.

El olor de la maldad estaba en ella, pero no podía profundizar mucho en ello en este precioso momento. Se encontraba en una verdadera situación de vida o muerte, y no solo es su vida la que estaba en juego; sino que también la de su ahora único hijo.

Fue una hora de dolor puro, sus heridas no le dolían. No, no era eso. Le dolía tomar la decisión más dolorosa de su vida, la que nunca espero haber tomado... Matar a su hembra para que no siguiera causando daños, sabía que ella no se rendiría hasta matar al último de los cachorros y que a él solo lo veia como una amenazaba para excentuar su plan.

Al final ella murió, su cabeza colgaba de su hocico.
Con los dientes clavados en la carne ahora fría de su fallecida hembra, el dolor que sentía en todo su ser por la muerte de ella; era aún peor... Porque fue él quien la mató.

Se vió en la obligación de tomar forma humana, aunque no le gustase; ocupaba las manos delgadas que podían tener acceso en esa estrecha apertura en el suelo y llegar a su bebé. Sufrió varias mordidas y rasguños en los brazos y manos, el cachorro estaba poniendo resistencia al no reconocerlo en su forma humana, le dolió cuando notó un rasguños en la pata izquierda cerca del hombro.

Solo tuvo que volver a su forma de animal para que el cachorro buscará refugio entre sus patas, el propio Ging se sentía devastado esa fría noche; pero había algo que le daba fuerza a seguir, y que debía mantener a salvo cueste lo que le cueste. Su cachorro ahora es su fuerza de vivir.

A la mañana siguiente llegó mito junto a razor, notando los tres cuerpos que yacen tumbados en el suelo delante de la cueva dónde Ging descansaba con Gon en sus patas, totalmente dormido. Se había quedado por el hambre que sentía el cachorro, y no sabia como suplirla. Su hermana se habia ofrecido a amamantarlo, pero él se negó.

Y por una vida, forzó una mutación en su propio cuerpo para generar leche... Leche que fue consumida por el único cachorro que había vivido, el cachorro que su hembra había dicho que moriría pronto... Ahora es el único que está bajo su cuidado, y con una lágrima deslizándose por su hocico, lamió el pelaje oscuro del cachorro que se alimenta de él.

Protegeremos a nuestro cachorro.

Su instinto se volvió más fuerte con esa simple meta.

Y como si fuera un milagro, el cachorro con el pasar de los meses creció muy sano; volviéndose uno muy animado y energético, haciendo que su padre se quejara de su exorbitante hiperactividad.

A veces Ging se planteaba la idea de qué su cachorro le chupo la energía cuando era un bebé, y ahora es así.

Ah... Da igual, su razón de ser ya creció... Y eso es un logro para él.





























[ Mini teatro:

La autora chilla en su rincón para locos.

Hisoka: ¿Qué le pasó?

Gon se encogió de hombros.

Todos logran ver qué entre sus brazos está llorando encima de un muy enfadado Ging.

Ging: ¿Ya vas a soltarme, llorona de cuarta?

Ella se suena la nariz.

— Sufriste mucho. Eres un papá luchon. ]

La Gran Subasta [Hisogon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora