Imbécil

140 10 0
                                    

Sabía que, en este lugar, había un río.

Y es hermoso. 

Sobre todo, por lo cristalina que es el agua, y los pequeños peces que viven aquí.

Estoy en la orilla del río, en cuclillas, esperando a que uno de esos pequeños peces de colores, se acerque lo suficiente para poder atraparlo. Uno de ellos lo hizo y estaba justo al alcance de mi mano. Esperé el momento justo para poder atraparlo y con un movimiento rápido metí la mano en el agua, pero al mismo tiempo, el pez brincó librándose de mí y salpicándome con el agua.

No solo no lo había atrapado, sino que ahora, además, tenía la ropa mojada. Alguien se reía detrás de mí, pero no me asusté ni perdí la calma.

— No es gracioso. — le dije a esa persona algo molesta mientras me sacudía la ropa.

— Sí lo es. Solo déjalos en paz. — me respondió una voz familiar.

— No. Yo quiero uno. Atrapa uno para mí. — me puse de pie girándome para verla.

°°°

Abrí los ojos lentamente con algo de dificultad.

No podía enfocar bien mi mirada. La luz en la habitación era molesta. Me dolía un poco el cuerpo y la cabeza. Todo era demasiado blanco y limpio. Intenté llevarme una mano a la cabeza palpitante, pero, al moverla, sentí la venoclisis.

¡Genial!

Con lo mucho que detestaba las agujas.

De pronto, algunos recuerdos me llegaron a la mente. Escenas borrosas, confusas y desordenadas que no lograban darme una idea clara de lo que había pasado.

El corazón en mi pecho comenzó a latir muy rápido y estaba segura de que, en cuestión de segundos, uno de mis ataques de ansiedad se haría presente.

¿Cómo había llegado allí? ¿Qué había pasado?

El pánico llego a mí, y justo cuando estaba a punto de ponerme a gritar, la vi.

— Por fin despertaste.

Me dijo una chica que estaba de pie junto a la ventana. Su piel era blanca y su cabello oscuro y lacio. No supe de quien se trataba, pero su rostro me pareció familiar.

— ¿Cómo te sientes?

Preguntó acercándose a la cama, pero yo no respondí, solo la seguí mirando preguntándome ¿Quién era ella?

– Kara, ¿Estás bien? —su expresión estaba llena de preocupación.

¿Era acaso que esta chica me conocía?

— ¿Quién eres tú? — fue lo primero que le pregunté y al hacerlo su rostro palideció.

— ¿No sabes quién soy?

— No. — respondí dudando.

— ¿No me recuerdas?

¿Recordarla?

¿Era caso que tenía que recordarla?

— ¿Sabes dónde estás? - preguntó ella.

Ante su pregunta, me tomé un momento para analizar mi alrededor.

Estaba en una cama con sábanas blancas. La habitación no era muy grande. Había una ventana, un mueble a un lado de la cama, y un sofá muy grande en uno de los extremos de la habitación.

Esto parecía... la habitación de un hospital.

Estaba en un hospital.

¿Hera paciente de un hospital? ¿Cómo? ¿Por qué?

Cuando el amor se convierte en odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora