Terminar con toda esta mierda

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Alex condujo alrededor de una hora, siguiendo las indicaciones del GPS, mientras Sam que iba en la parte trasera del auto revisaba superficialmente a Kara. Al final, llegaron a una gran propiedad en medio de la nada.

— ¿En dónde estamos? — pregunto Sam mirando a todos lados. Lo único que había delante de ellas era unas enormes puertas de madera, pero no había una barda que delimitara nada.

— No lo sé. Pero aquí es donde marca el GPS— Alex apago el auto y bajó para investigar. Tocó las puertas de madera y luego las rodeo, no había nada del otro lado. No entendía que clase de broma era esta.

¿Acaso Braini las había engañado?

Iba a regresar al auto y largarse de allí para llevar a Kara a un hospital, pero antes de que entrara de nuevo, las grandes puertas de madera se abrieron, revelando un camino y una mansión sobre una colina.

Alex abrió y cerró los ojos. Habría dicho que sorprendida, pero después de todo lo que había vivido, eran muy pocas las cosas que lograban sorprenderla. Entro en el auto y manejo al interior de aquel mundo.

En cuanto llegaron a la entrada principal de la mansión y detuvieron el auto, un hombre abrió la puerta y las ayudo a cargar a Kara. Las dos chicas estaban algo confundidas, y no muy seguras de poder confiar en ese sujeto.

— ¡Espera! ¡¿Qué estás haciendo?!— gritó Sam cuando el tipo se llevó a Kara al interior de la mansión.

— Está bien. Solo la llevara a su habitación. — no había notado a la mujer que también estaba allí. Pero sintieron un gran miedo al verla.

— ¿Quién eres tú? ¿A dónde la llevan?

— Por favor, cálmense. Somos amigos. Prometo explicarles todo después de que revises a la chica. Ya está todo preparado, todo lo que ocupas está adentro. Así que...

Sam apretó los puños, mientras Alex la sujetaba del brazo.

— Sam...— susurró, Alex.

La chica tuvo que tragarse su furia e ir tras del hombre que cargaba a su amiga. Iba a curar primero a Kara, luego golpearía a barias personas hasta que le dieran todas las respuestas que ella buscaba.

°°°

— ¿Cómo está? — fue lo primero que preguntó Alex, en cuanto Sam salió del cuarto donde pasó poco más de una hora con Kara.

La joven doctora parecía cansada, abrumada y la verdad, molesta. Miró a Alex y luego golpeo fuertemente la pared con el puño liberando un poco de su frustración.

— ¡Ese hijo de puta! ¡Juro que si vuelvo a verlo lo voy a matar! ¡El bastardo...! — Alex no dijo nada. Interpreto las palabras de su amiga y supo que lo que le había pasado a Kara era horrible. Un sufrimiento que ella solo podía imaginarse. Y con solo hacerlo, se sentía miserable. No quería pensar en lo que le diría a Kara cuando la viera.

— ¿Esta despierta?

— No. Aun no. Pero... no sé qué le diremos cuando lo haga— Alex no supo que responder. Solo bajó la mirada y suspiró.

Iba a llorar, pero sintió la mano de Sam sobre su hombro y levantó la cara. Su amiga le regalo una triste sonrisa, tratando de calmarla, aunque fuera un poco.

— Braini llegó hace rato— le dijo a Sam — Está en el comedor con su madre.

— ¿Su madre?

— La mujer que nos recibió es la madre de Braini y Andrea. Por eso se parece tanto a ella.

— ¿Ya hablaste con ellos? — preguntó Sam, pero Alex negó con la cabeza.

— Estaba esperándote. Yo no... entiendo nada.

Cuando el amor se convierte en odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora