En otra vida - Seamos amigas

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— ¡Esto es malo Alex! — le gritaba Sam a su amiga mientras caminaba de un lado para otro dentro de la pequeña habitación.

— Yo creo que...

— ¡Son hermanos! — Sam se detuvo frente a ella. —¡HERMANOS!

— Y eso es... ¿Malo?

— ¡Claro que es malo! — gritó Sam desesperada porque parecía que no se estaba explicando. —¡Y cruel! Muy cruel. 

Alex suspiró y se puso de pie con calma.

— Yo no creo que esto sea malo. — dijo la chica mientras se quitaba la ropa y se preparaba para dormir.

— ¿De qué...?

— Son hermanos. — Comenzó a explicar Alex. —Lo que quiere decir que se quieren como tal. Así que, si manejamos las cosas bien, esta vez todo podría terminar en felices para siempre.

Sam lo pensó por un momento, mientras Alex se ponía el camisón de dormir y se metía a la cama.

— ¿Crees qué...?

— Piénsalo, ¿Qué posibilidades hay de que Monel mate a Lena siendo su hermana?

°°°

Tal y como lo había prometido Monel, al siguiente día el señor ZorEl junto con su hija pasaron por ellos para ir a conocer sus tierras. Los cuatro viajaban por la hacienda en un carruaje mientras el señor ZorEl explicaba cada una de las partes que recorrían y el único que estaba fascinado con eso era Monel. Al parecer todo aquello de verdad emocionaba al joven heredero ya que el rostro se le iluminaba y su sonrisa crecía cada vez que llegaban a un nuevo lugar. A diferencia de él, Lena no tenía ningún interés por lo que veían.

La chica se estaba aburriendo de lo lindo sentada en el coche fingiendo prestar atención. A mitad del camino estaba considerando muy seriamente saltar del carruaje, aunque estuviera en movimiento. El señor ZorEl no dejaban de parlotear y la mitad de las cosas que decía ni siquiera las escuchaba. En medio de todo aquello se dio cuenta de que la joven ZorEl, que iba sentada a un lado de su padre y frente a ella, no apartaba la mirada de Lena.

Al principio creyó que solo lo había imaginado, pero después de notarlo dos veces más supo que no era así. Al final Lena le sostuvo la mirada hasta que la chica termino sonriendo, provocando que las mejillas se le encendieran y de inmediato apartara la mirada apenada.

— Estos son los establos. Donde están la mayoría de sus cabezas de ganado.

— ¿Podemos verlos? — pregunto Monel.

— Por supuesto muchacho. 

El señor ZorEl y el joven bajaron del carro y se dirigieron a los establos.

— ¡Padre! — lo llamó la joven ZorEl. —Nosotras volveremos a casa para preparar la comida.

— Está bien. — respondió su padre sin prestarle mucha atención.

Lena guardo silencio mientras veía a los dos hombres alejarse de ellas. Al instante sintió la mirada de Kara de nuevo y cuando la volvió a mirar, sus ojos se encontraron.

—¿Qué tanto me vez? — le preguntó molesta.

—¡Vaya! Si hablas.

—¡Por supuesto que hablo! — gritó Lena ofendida.

—Bueno, como no me habías dirigido la palabra desde que nos conocimos. Comencé a creer que... quizá eras muda o no podías hablar español. 

Lena rodo los ojos y se cruzó de brazos. 

Cuando el amor se convierte en odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora