Ajedrez

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Sam estaba en la cocina buscando algo para comer. El hambre siempre la despertaba temprano. Era domingo, su día de descanso y seguramente Lex y Lena aun estarían dormidos. Así que, en silencio, abrió la nevera en busca de un bocadillo. Algo que pudiera calmar su apetito hasta la hora del desayuno. Toda su atención estaba en buscar algo que comer hasta que de pronto escucho algunos ruidos, cerró la nevera y se encontró a Lena de pie, en medio de la sala y con ropa deportiva.

— ¿Qué estás haciendo?

— No encuentro mis llaves, ¿Las has visto? — Lena levantó los cojines de los sillones para seguir buscando.

— ¿A dónde vas?

— A correr.

— ¿Tú? ¿Correr?

— ¿Por qué te sorprendes? — pregunto Lena ofendida.

— Es que no es algo que suelas hacer.

— Las cosas cambian... ¡Aquí están! — tomó las llaves y salió corriendo del departamento. — Nos vemos al rato. — en cuanto Lena cerró la puerta, Sam tomó su celular y marcó el número de Alex.

°°°

— Ok, sí. Está bien... sí, allí te veo. Adiós.

— ¿Sucede algo? — le pregunte a Alex cuando terminó de hablar por teléfono.

— De hecho... sí. Pero no es nada grabe, solo que no voy a poder acompañarte hoy.

— Pero...

— Necesito arreglar esto. — Alex me dio un beso en la mejilla. — Te lo compensare, lo prometo. — no dije nada porque no tenía caso. Si había algo sagrado para Alex, era el trabajo. Así que tomé mis cosas y me fui sola a correr como todas las mañanas.

°°°

— Estamos perdiendo el tiempo. — le dijo Sam a Alex cansada de estar escondida detrás de unos arbustos.

Su plan para que Kara y Lena se encontraran por "casualidad" al parecer iba a funcionar. La primera parte era muy simple, tenía que lograr que Lena fuera a correr al mismo tiempo que Kara, y de alguna manera encontrarse. Las dos estaban allí, pero corriendo detrás de la otra sin posibilidad de toparse.

— Eres muy negativa. No estamos perdiendo el tiempo. Estamos esperando la oportunidad adecuada.

— ¿Oportunidad de qué? Esto... es una tontería.

Alex miró a su amiga sentada sobre el pasto con las piernas cruzadas. Sacó un objeto de la bolsa de su sudadera y se lo mostró.

— ¿Una resortera? — Sam sonrió divertida. — Hemos hecho esto por más de mil quinientos años ¿Y es lo mejor que se te ocurrió? Creo que estás perdiendo el toque.

Alex sonrió sin decir nada y regresó a su posición de vigilante.

Kara estaba a punto de pasar frente a ellas y la oportunidad que Alex estaba esperando también apareció. Un grupo considerable de palomas se había reunido en medio del camino y Kara tenía que pasar por allí para continuar con su camino. Entonces Alex tomó la resortera y lanzó una piedra para asustar a las aves justo cuando Kara iba a pasar. La parvada levanto el vuelo atrapando a Kara y asustándola. La chica gritó fuertemente y se cubrió la cara. Una vez que las palomas se alejaron, revisó que todo estuviera bien con ella, suspiró aliviada y continuo con su ejercicio.

Alex había logrado su cometido. Ahora Kara corría en la dirección contraria, justo hacia donde se encontraría con Lena.

— Esto es como el ajedrez. — le dijo a Sam, complacida. — Todo se trata de movimientos. Yo ya hice el mío. Es tu turno de mover.

— Muy lista—. Aceptó Sam, divertida. — Pero, ahora hay que movernos si de verdad quieres que se encuentren.

°°°

— Trata de ser creativa ¿Quieres?

— Tú solo vigila.

— Pues date prisa porque Kara no debe de tardar.

Sam y Alex estaban de nuevo escondidas detrás de unos arbustos, mientras vigilaban a Lena que había dejado de correr cerca de un pequeño estanque. Kara iba a pasar por allí en cualquier momento y se encontrarían pronto. Claro, siempre y cuando Lena no decidiera volver a correr en la dirección equivocada.

A Sam no le extrañó para nada la razón por la que Lena se había detenido de pronto. Un par de chicas muy atractivas estaba haciendo estiramientos en ese mismo lugar y Lena estaba aprovechando para deleitarse la pupila. Sam sonrió al ver como su amiga hacia todo lo posible para mirarles sin que se dieran cuenta. Lena era una descarada, pero con un gran corazón. Y de pronto se le ocurrió una grandiosa idea, no solo para seguir con el plan, sino para tener una pequeña satisfacción con ella misma.

— Préstame tu resortera. — le pido a Alex, quien sin apartar la vista del camino por donde estaba apareciendo Kara, se la entrego.

Era una pequeña colina que bajaba hacia el estanque. Kara estaba en la cina, solo unos metros más y se encontraría con Lena. Había sido muy fácil reunirlas, quizá la ocasión más fácil de hacerlo durante siglos. Pero antes de que pudiera cantar victoria, se angustio un poco porque Kara no continúo corriendo. La miró estirase un momento en la sima de la pequeña ladera para luego quedarse parada un segundo mirando el reloj de su muñeca.

Alex sabía bien lo que aquello significaba. Kara había terminado de correr. Era hora de regresar a casa y eso significaba que no se encontraría con Lena. Solo tenía unos segundos para actuar si quería tener éxito. Como había dicho Sam, llevaban mucho tiempo haciendo este tipo de cosas y venia preparada para cualquier situación. Del otro de sus bolsillos, sacó un pequeño silbato y soplo fuertemente sin emitir algún sonido.

Un par de minutos después, Kara se estaba dando la vuelta para marcharse, pero se detuvo de pronto y dio un par de pasos hacia atrás, su mirada estaba clavada en algo frente a ella. Parecía asustada y sin razón aparente, corrió colina abajo seguida por una jauría de perros de todos los tamaños y razas.

Mientras Alex estaba entretenida con Kara, Sam, con la ayuda de la resortera, había lanzado una pequeña piedra al trasero de una de las chicas que estaba junto a Lena. La joven sintió el impacto, detuvo su ejercicio y miró a todos lados en busca de lo que la había golpeado. Pero solo encontró la sonrisa de Lena, así que continúo con sus estiramientos. Sam tomó una nueva piedra y dio de nuevo justo en el blanco, provocando la furia de la joven que había deducido erróneamente que Lena le estaba tocando el trasero.

La furiosa mujer, le comenzó a gritar a Lena que solo la miraba confundida y algo asustada. Obviamente no sabía de lo que la estaban culpando. Al parecer aquella chica era muy temperamental, sus intenciones eran golpear a Lena que asustada retrocedía unos pasos preparándose para salir corriendo de allí. La chica lanzo el primer golpe, pero sin saber cómo, Lena lo esquivo, se dio la vuelta y corrió un poco antes de chocar de frente con Kara.

Por la velocidad a la que iba Kara, y lo distraída que estaba Lena, terminaron dándose un gran golpe, enredando sus cuerpos y finalmente cayendo al agua del estanque que no tenía más de medio metro de profundidad y que estaba justo a la orilla del camino.

— ¡Uy! — exclamaron Alex y Sam al ver el impacto de sus amigas y como caían al agua.

— ¿De dónde salieron todos esos perros? — preguntó Sam.

— Fui yo. Con esto. — aceptó Alex con orgullo mostrándole a Sam el silbato.

A ella solo le costó unos segundos saber lo que eso significaba.

— ¡Tonta! — gritó Sam saliendo de su escondite y mirando a todos los perros que corrían hacia ellas sin control — ¡Corre! — gritó antes de salir disparada hacía donde fuera para alejarse de allí.

Alex no entendía lo que había pasado, se puso de pie y miró a los perros. Gritó y fue detrás de Sam, corriendo lo más rápido que sus piernas podían. 

Cuando el amor se convierte en odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora