Si la amas, morirá.

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— Kara nosotras...— Alex miró a Sam con nerviosismo, clamando por ayuda en silencio para dejar de sentirse tan culpable. Ya que ella pensaba que de alguna forma habían sido responsables de lo sucedido.

— No les estoy reprochando nada. — Aclaró Kara al darse cuenta de la situación — Pero no entiendo nada. Todo es tan confuso. Todos esos recuerdos, caras, voces; una y otra vez en mi mente, ¿Qué es eso? ¿Qué hacemos aquí? ¿Dónde estamos? ¿Qué fue lo que pasó?

Las preguntas de Kara confundieron a las cuatro mujeres. Alex miró a Braini pero él negó con un ligero movimiento de cabeza.

— Son recuerdos. — Dijo de pronto la madre de Braini — Memorias de tus vidas pasadas.

— ¿Vidas pasadas? — Kara devolvió la pregunta.

— Hace muchos siglos fuiste hechizada...

— ¡Cayese! — gritó Sam — ¡No tiene ningún derecho!

— Ella tiene que saber todo lo que pasó. Si recuperó sus recuerdos, es por algo.

— Pero...— Sam miró a Kara, quien estaba mucho más confundida que antes.

La madre de Braini comenzó a explicarle todo a Kara, y entre más sabía, más dolor caía sobre sus hombros. Cuando terminó de hablar la mujer, todas se quedaron en silencio, esperando la reacción de Kara.

— Están diciendo... que, Andrea hizo todo esto solo para separarme de Lena. Solo porque está enamorada de ella desde hace siglos, ¿Morimos una y otra vez solo por el capricho de esa bruja?

— Sí — concluyo la mayor de todos.

Kara seguía sin entender nada. Después de recibir la respuesta de la madre de Braini. Miró a las cuatro mujeres que tenía frente a ella incapaz de creer que fuera verdad lo que acababan de contarle. A pesar de que los ojos de ninguna parecían mentir.

Bajó la mirada y se encogió de hombros, tratando de contener la risa que se estaba formando en su pecho, pero le fue inevitable no dejarla escapar.

Al principio solo reía en silencio, y al verla, Alex creyó que estaba llorando. Pero cuando levantó el rostro y las carcajadas inundaron la habitación, las confundidas fueron ellas.

— No puedo...— la risa no le permitía hablar. Se llevó las manos sobre el estómago que comenzó a dolerle por el esfuerzo — De verdad... esto es...— las lágrimas se acumularon en la comisura de sus ojos.

— Kara... — Alex trató de acercarse, pero Kara dio varios pasos para alejarse de ella.

— ¡Están locas! ¡Todos ustedes están locos! — se dio la media vuelta y caminó hacia la salida decidida a marcharse de ese lugar.

Cuando estuvo a punto de llegar, las puertas se cerraron de golpe frente a ella sin que nadie las tocara. No pudo dar ni un paso más, ya que había algo que la estaba deteniendo. Una fuerza que la mantenía inmóvil.

La silla, donde minutos atrás había estado sentada, se movió hasta ella, la obligo a sentarse para finalmente regresar frente a la madre de Braini.

Todo eso había sucedido sin que nadie se moviera de su lugar. Sin que nadie dijera una sola palabra.

Había sido, magia.

— ¡¿Qué es lo que está sucediendo?! — gritó Kara histérica mientras se retorcía sobre la silla sin poder ponerse en pie. Pero al igual que con las puertas, su voz se cerró de la nada. Sus labios se movían, pero no emitían ningún sonido.

— Así está mucho mejor. — Dijo Braini acercándose a ella — Sus gritos me taladran la cabeza.

— Hijo, por favor— le pidió su madre.

Cuando el amor se convierte en odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora