¿La mataste?

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No pensé que fuera posible. No quería creer que el ser que había destrozado todo lo que era, mi alma, mi vida, estuviera allí. Pero era verdad.

Miré a un lado, encontrándome con aquel monstruo oculto en la oscuridad.

Dio un paso al frente, mostrando su rostro sin expresión. Al verlo, el miedo que me había inundado se transformó en rabia. Intenté lanzarme sobre él como una fiera, pero lo único que logré fue lastimarme los brazos por las ataduras que no me dejaron avanzar.

— ¡Maldito! — grité raspándome la garganta — ¿Cómo te atreves?

— Kara...— su voz sonaba dulce, incluso arrepentida.

Eso solo me hiso enfurecer más.

No tenía derecho. No tenía ningún derecho de hablarme así.

— Solo esto te faltaba Monel. Aliarte con esta tipa...

El puñetazo en la boca del estómago que Andrea me dio, me obligó a guardar silencio y caer sobre mis rodillas para tratar de recuperar el aire y aguantar el dolor.

— Que conmovedor reencuentro. — se burló Andrea colocándose de cuclillas delante de mí.

Me tomó del cuello y me dio un fuerte puñetazo en el rostro.

El sabor a hierro inundo mi boca. Comencé a entender de lo que se trataba todo eso. Así que tenía que ser mucho más inteligentes que ellos. Tenía que salir de allí a como diera lugar, y entre menos lastimada, mejor.

— Pero, no tenemos tiempo para su reconciliación— siguió hablando Andrea — Tengo que hablar contigo un rato. Prepararte, antes de que nuestro otro invitado llegue.

Sin decir una palabra miré a Andrea con intensidad ¿Otro invitado? ¿Quién sería? ¿Quién más quería hacerme daño?

— Tenemos que hacerlas entrar en razón.

¿Hacernos entrar en razón? Pero ¿De qué demonios estaba hablando?

De pronto lo entendí. Hablaba de Lena.

— Hagas lo que hagas. — levanté el rostro para mirarla directo a los ojos — Ella nunca te amara.

Un nuevo golpe en la cara. Esta vez con mucha más fuerza y furia. Luego me sujetó del cabello y me obligó a verla. El ultimo puñetazo golpeo mi ceja derecha, haciéndome una cortada de donde comenzó a brotar sangre.

Andrea sonrió, complacida por la herida. No solo era eso, sino que el labio comenzaba a hincharse y la sangre a mezclarse con mi saliva.

— ¿Amor? — me susurro al oído — Mucho les ha servido a ustedes ¿O no? — apretó con más fuerza para seguirme lastimando, obligándome a echar la cabeza hacia atrás — No, princesa. Lo que yo quiero es venganza. Verlas sufrir por todos estos años en los que se han burlado de mi dolor. — de la nada, una pequeña navaja apareció en sus manos — Ver correr un poco de sangre antes del evento principal. — pasó la hoja fría y afilada por mis mejillas, acariciándolas al principio. Luego hizo un pequeño corte en ambos lados de mi rostro.

No grité aun cuando el dolor era agudo. No tenía ningún caso. Estaba segura que entre más sufrimiento demostrara, más satisfacción iba a sentir, así que no iba a darle ese gusto.

Molesta por no recibir la reacción esperada, me soltó, se alejó un par de pasos y después de un momento, volvió a sonreír.

— Vamos a ver que tanto le duran esas agallas— un nuevo golpe, ahora un patada, de nuevo sobre la cara — Veamos que tanto resistes antes de comenzar a gritar. Antes de que empieces a suplicar que te mate.

Cuando el amor se convierte en odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora