¿Y tu madre?

85 5 0
                                    

Nota: Capitulo con contenido +18. 

— ¿En dónde estamos? — pregunté al cruzar la puerta y al encontrarme con la oscuridad del departamento.

Lena me llevó a un edificio en las afueras de la ciudad. Subimos en el elevador hasta el último piso y mientras yo comenzaba a temblar, ella no soltó mi mano. Asegurándose quizá, de que no escapara corriendo.

— En mi departamento. — respondió detrás de mí.

Me gire para verla, sin entender muy bien a lo que se refería.

— Este no es tú departamento. Se supone que vives con Lex y Sam ¿O no?

Lena sonrió.

— Ese departamento es de ellos, yo solo soy una invitada. Me dejan quedarme con ellos porque insistieron en que no debía de vivir sola. Pero esta, es mi verdadera casa.

— ¿Y tu madre?

— En su mansión, con mi padre. — el silencio inundo la habitación.

Escuchaba el viento contra las ventanas. Como si estuviera tratando de entrar y me obligue a mirar aquellos ojos desafiantes que estaban clavados en mí.

— Estamos solas, Kara.

La forma en las que pronuncio mi nombre, envolviéndolo en una suave caricia, hizo que un fuego líquido me recorriera todo el cuerpo. Su voz parecía indicar que sabía cosas de las que yo solo había oído hablar. Cosas íntimas que su mirada me pedía agritos que compartiera con ella. A duras penas podía respirar cuando me miraba a los ojos, cuando veía la intensidad de su deseo.

Humedecí mis labios con la punta de la lengua, el único gesto que traiciono mis nervios. Estaba nerviosa, paralizada, quizá hasta temblando. Pero no porque tuviera miedo de Lena, sino de mi propia inexperiencia. Yo se lo había pedido. Moría por estar con ella, pero no sabía... como. No tenía idea de lo que esperaba de mí. Y el temor de decepcionarla atormentaba mis pensamientos a cada segundo.

— Entonces...— ella sonrió con un destello de blanco, y unas leves arugas se dibujaron en las comisuras de sus ojos.

Había algo en ella que me llegaba al corazón y me robaba el alma. Me incline hacia adelante, con las manos en la espalda deliberadamente, con gesto desafiante clavando mis ojos en los de ella.

— ¿Tu habitación?

— Kara... — Lena exclamo mi nombre, con suavidad, lleno de reverencia. La necesitaba tanto en aquel instante, cuando me hacía sentir miedo y alegría a la vez. La cabeza me retumbaba por la necesidad, mi cuerpo ansiaba liberarse — No puedo pensar en nada que no sea hacerte mía— había tanta pasión en sus palabras. Tanta vida. Tanto valor. Que por un momento mis rodillas se doblaron. Su confianza me aplastaba, suprimiendo todos mis miedos y dudas. Me acerque a ella y la tome de las manos sin dejar de mirarla a los ojos.

— Hazlo. — le exigí, ella pareció petrificarse así que me acerque a su oído y volví a pedírselo en un susurro — Aquí me tienes, así que hazlo.

Caminamos a su habitación y cerró la puerta detrás de ella. No había escapatoria. Esto estaba pasando, era real.

— ¿Estás segura? — volvió a preguntarme.

— Lo estoy.

°°°

Por un momento Lena se quedó inmóvil, tan absolutamente quita como un tigre antes de lanzarse sobre su presa, con el rostro enmarcado por sus cabellos; y entonces se movió, con pasos silenciosos y seguros que la llevaron a través de la habitación hasta quedar a solo unos centímetros de Kara.

Cuando el amor se convierte en odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora