Esta noche

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En cuanto colgué el teléfono salí corriendo de la casa de Maxwell para buscar a Lena. Pero, afuera ya me esperaba Monel.

— ¿Lista para ir a cenar?

— ¿Cenar?

— No me digas que lo olvidaste. La reservación está hecha desde hace dos días.

— Lo siento. Pero no puedo ir— traté de pasarlo de largo, pero él me sujeto suavemente de la mano para detenerme.

— ¿Cómo que no puedes ir?— preguntó con una sonrisa en los labios — No bromes Kara. Vamos, sube al auto.

— ¡Ya te dije que no puedo!— grite al mismo tiempo que de un jalón soltaba su agarre. Él me miro confundido y me sentí mal. Monel no se merecía esto. No se merecía ser tratado de esa manera y mucho menos se merecía que yo estuviera jugando con él de esa forma. Me acerque a él y acaricie su mejilla — Perdóname yo no quería...

— Dime qué es lo que pasa, Kara— baje la mirada porque no podía soportar aquellos ojos llenos de amor.

Aún conservaba un poco de vergüenza.

— Alguien muy importante para mí, me necesita. No puedo dejarla sola en este momento. Tengo que estar con ella.

— ¿Sucede algo con Alex? ¿Puedo ayudar?

— No se trata de Alex— sus ojos se llenaron de más dudas — No me preguntes nada por favor. Prometo que te lo contare todo. Ahora, solo déjame ir.

Por un segundo creí que aquella charla iba a seguir, pero Monel me soltó sin decir nada. La verdad, cuando me di media vuelta para marcharme, me sentí como una basura.

°°°

Llegue al parque cuando el sol se había ocultado. Lo único que iluminaba mi camino, eran las lámparas colocadas en el sendero de piedra. No tenía miedo, a pesar de la oscuridad y soledad. La noche era fría, pero lo único que me importaba era encontrar a Lena.

Corrí lo más rápido que pude. Corrí con todas mis fuerzas, hasta que las piernas me dolieron. El corazón palpitaba con desesperación, mientras que las ideas atormentaban mi mente con preguntas tontas.

¿Y si Lena no estaba allí? ¿Y si me había equivocado? ¿En dónde más podría buscarla? ¿Acaso la había lastimado de tal manera que decidió alejarse de mí para siempre?

Ese último pensamiento hizo que disminuyera el ritmo de mi andar ¿Y si Lena no quería verme?

Me detuve por completo en la entrada al jardín con la esperanza de que todas esas preguntas fueran erróneas. Busque a Lena con la mirada y respire aliviada al ver un par de piernas colgando de la pequeña barda que delimitaba el jardín del otro extremo de la entrada.

Me acerque a ella con paso cauteloso y me quede a más o menos un metro de distancia. Creo que no se dio cuenta de mi presencia porque tenía la vista clavada en el césped. A un lado de ella había varias latas de cerveza, al parecer cerradas, pero junto a ella había una abierta.

Había estado tomando.

¿Estaría ebria?

— ¿Te vas a acercar o solo te quedaras allí mirando?— escuchar su voz me sobresalto. No se había molestado siquiera en voltear a mirarme pero sabía que estaba allí.

— ¿Cómo lo...?

— Tu aroma te delata, Kara— Lena tomó la lata de cerveza y le dio un trago.

— Me mentiste. — fue hasta entonces que por fin me miró. Estaba sorprendida y ofendida.

Cuando el amor se convierte en odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora