Pervertida

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Lena tenía la mirada clavada en la luna que se asomaba por detrás de una montaña a lo lejos. Perdida en sus pensamientos intentaba disfrutar de la fresca brisa nocturna. Tenía que reconocer que el clima de la ciudad le era muy placentero. Los ruidos que se hacían presentes en la noche la tranquilizaban un poco. Y estando sola, en silencio, en el balcón de la que sería su habitación, trataba de asimilar todo lo que había sucedido durante las últimas dos semanas.

La cancelación de su boda y el escándalo que tuvo que enfrentar por eso.

El desprecio de sus padres y la imposición de ir a un país que desconocía, solo para alejarla de la persona que amaba.

Las lágrimas de Cat al despedirse y saber, aunque ninguna quisiera aceptarlo, que jamás se volverían a ver.

Pero lo que más inquietaba a la joven en ese momento, era aquella mujer que estaba prometida a su hermano.

Solo recordar su rostro la hacía sentir algo en el estómago. Una sensación que solo podía comparar con cosquillas. Aquellos ojos azules la habían hechizado desde el primer momento, pero Lena no lo sabía aún. De lo único de lo que estaba segura era que no podía sacársela de la cabeza.

Volvió a suspirar pesadamente, dejando salir todo el oxígeno que guardaba en sus pulmones, cuando llamaron a la puerta.

— ¡Adelante! — gritó Lena desde el balcón, observando como una esbelta y bella joven entraba a su habitación con una charola en las manos.

¿Era acaso que esta ciudad estaba llena de hermosas chicas? se preguntó Lena divertida.

— Buenas noches, señorita. — le dijo la recién llegada, colocando la charola sobre una pequeña mesa que estaba en la habitación. La joven llevaba puesto el uniforme de las sirvientas de la mansión. – Mi nombre es Samantha y seré la encargada de atenderla.

Lena le sonrió y regresó al interior de la habitación para verla más de cerca.

— Tú no eres de por aquí, ¿verdad? — le preguntó al notar su perfecto inglés.

— No señorita. Soy de Margate, pero desde hace muchos años que el señor ZorEl nos trajo a mi hermana y a mí a vivir con ellos para cuidar a la señorita Kara. Ahora nos ha puesto a sus servicios, señorita.

— ¿Tienes una hermana?

— Sí.

— ¿Y es igual de hermosa que tú? — preguntó Lena con un tono coqueto, provocando que Samantha se sonrojar.

— Señorita...

— Solo estoy bromeando. Dime Sam, ¿puedo llamarte Sam? -- la chica asintió. -- ¿Dónde está mi hermano? — preguntó tomando asiento en la mesa donde Sam puso la charola con comida.

— El joven amo, se fue a su recamara. Me pidió que le trajera la cena y que le dijera que lo disculpara, pero que estaba muy cansado por el viaje. Me dijo que le avisara que mañana temprano van a ir a conocer toda la finca. — le explicó Sam mientras le serbia un poco de té –Junto con el señor ZorEl y la señorita Kara.

Al escuchar eso, Lena casi se ahoga con el líquido que bajaba por su garganta.

— ¿Se encuentra bien señorita? — preguntó la chica preocupada, ofreciéndole al instante una servilleta.

— Sí, solo... estaba algo distraída, perdona.

— Bueno, si no se le ofrece nada más, me retiro.

— Claro. Buenas noches.

Sam se despidió con una ligera inclinación y volvió a dejar sola a Lena.

Cuando el amor se convierte en odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora