Un cuento

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La aparté de un ligero empujón y caminé hacia la cama.

— Como sea. Lo importante es que tenemos que dormir. — dije.

— Hay que compartir la cama. — ella sonrió con malicia brillando en sus ojos verdes. — Prometo comportarme. — y luego brinco a la cama. — Elijo la pared.

— ¿Por qué elijes tú?

— Ok, entonces, tú quédate con la pared.

Lo pensé por un momento y estar entre la pared y el cuerpo de Lena no era una muy buena idea.

— Está bien, qué te parece si jugamos piedra, papel o tijera — sugirió al notar mi indecisión — La que gane elije en qué lado dormir.

Entrecerré los ojos desconfiada, pero terminé aceptado y trágicamente perdiendo.

Lena eligió la pared y yo me quede con la orilla, aunque tarde un rato en recostarme. Era incomodo, pero la cama era suave. Estábamos a una distancia prudente espalada contra espalda y en silencio y aunque estaba cansada, no podía quedarme dormida.

— ¿Estás dormida? — pregunté sin moverme, y sin obtener respuesta — ¿Lena...? — la patee en la pierna.

— ¿Qué demonios quieres? — escuche su voz malhumorada.

— Cuéntame un cuento.

— ¡¿Qué?!

— Por favor.

— ¿A tus padres te les caíste de bebe?

— ¿Por qué...?

— Hace no más de media hora me odiabas a muerte; y ahora quieres que te cuente una historia, ¿Estás loca o de verdad eres bipolar?

— Dijiste que no te gustaba el silencio, así que cuéntame algo.

— No. — dijo tajantemente.

— Si.

— No.

— Si.

— No.

— Que sí. — sin darme cuenta había una sonrisa en mis los labios y volví a patearla, ella se quejó.

— ¡Deja de golpearme!

Seguimos dándonos la espalda.

— Por favor. 

Luego de mi última suplica nos envolvió el silencio. Iba a volver a intentarlo cuando escuche su voz.

— Hubo uno vez hace mucho tiempo un gran imperio, regido por un justo y bondadoso rey. Este imperio estaba bajo la protección de unos seres celestiales...— comenzó a relatar.

Guardé silencio y escuché con atención. El tono de su voz era tranquilizador y no supe en qué momento me quedé dormida.

°°°

De nuevo estaba en el bosque, recostada bajo un árbol y entre los brazos de alguien que me hacía sentir protegida y la persona más feliz del mundo. Todo lo que buscaba estaba allí, pero de pronto tuve miedo de que desapareciera y le abracé con más fuerza.

— Kara...— levanté el rostro para verla. — Esto va a ser difícil...

— Lo sé.

— ¿Segura qué...?

— Ya te dije que no me importa. No importa nada de lo que pase siempre que este conmigo. — aquella persona sonrió con tristeza.

— Kara, Monel es un muy buen partido, él podría...

— No lo amo a él. Te amo a ti ¿Por qué dudas?

— No dudo de tu amor, pero... tengo miedo de que algún día te arrepientas de dejarlo todo y de darle la espalda a toda tu familia por mí.

Negué con un movimiento de cabeza y sonreí con ternura.

— Eso no pasara nuca, yo te amo y lo de mas no me importa... Kieran— me acerque a ella y la bese.

°°°

Poco a poco fui despertando. Me sentía tan feliz y había descansado como no lo había hecho durante meses. Estaba de muy buen humor por el sueño que había tenido, aunque no recordaba exactamente que había soñado, pero fue algo hermoso, de eso estaba segura. Estaba tan cómoda en la cama y entre los brazos de... un momento.

Recordé de pronto lo que había pasado y la situación en la que estaba y me congelé al instante.

El brazo de Lena estaba sobre mi cuerpo y ella tenía la cabeza clavada en mi cuello, me tenía completamente aprisionada en la orilla de la cama, pero al parecer estaba dormida. Con cuidado trate de zafarme, pero al sentir que me movía ella apretó más el abrazo. Me levante de un tirón, pero por la posición en la que estábamos termine perdiendo el equilibrio y cayendo al suelo jalándola a ella conmigo.

Lena despertó de inmediato.

Estaba sobre de mí, nuestros rostros estaban a la misma altura y nos miramos directo a los ojos, ella se veía confundida pero no se apartó. Mi corazón comenzó a latir con fuerza, sentía las palpitaciones en el rostro mientras ella seguía sin moverse, sus labios atrajeron mi atención y mis mejillas se sonrojaron al instante.

— Ho-hola— fue lo único que mi boca pudo decir. Trate de recuperar mi sentido común. –¿Podrías...?

— ¡Claro! ¡Perdona! — Lena se apartó y me ayudo a ponerme de pie.

El ambiente se tornó muy incómodo, pero me enterneció al ver que también estaba sonrojada y miraba hacia otro lado mientras se rascaba la nuca.

— Parece que la tormenta se detuvo. — dijo finalmente.

Miré a la ventana por donde el sol de la mañana comenzaba a brillar sobre la nieve blanca.

— Es hora de irnos.

No dije nada solo asentí aun con el corazón agitado.

°°°

— ¡Me importa un cuerno lo que diga ese hombre! ¡La buscaré! — grito Monel saliendo del hotel seguido por las demás chicas.

— Podrías calmarte por favor. — le dijo Alex sujetándolo por el brazo.

— ¡Kara! — grito Kal detrás de ellos y corrió para encontrar a su prima.

Kara y Lena bajaban por la colina con tranquilidad.

Cuando Kal llegó hasta ella se lanzó a abrazarla y segundos después Sam y Lex llegaron con Lena.

— ¿Están bien? — le preguntó Sam a Lena.

—Estamos bien no te preocupes. Solo fue una tormenta— Lena giró el rostro para buscar a Kara, pero ella ya se había alejado colina abajo para reunirse con el que seguramente era su novio y sus amigos.

Cuando vio que el sujeto la abrazaba y la besaba, Lena quiso correr y separarlos, pero no lo hizo, simplemente se quedó quieta viéndolos marcharse. Espero a que Kara se girara pera verla, pero ella no volvió a mirar atrás y eso ocasiono que un dolor punzante e intenso le invadiera el pecho.

— ¿Estás bien? — volvió a preguntar Sam tocándole el hombro.

Lena la miro y sonrió débilmente.

— Estoy bien. Vámonos.

Lex la ayudo con los esquíes y los tres caminaron hacia el hotel. 

Cuando el amor se convierte en odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora