Un viejo amigo

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Cuando Kara escuchó el tono de llamada se separó de Lena poniéndole fin al cuento de hadas.

— Te están llamando.

Lena colgó la llamada y lanzó lejos el móvil. Se volvió a inclinar sobre Kara, pero ella no dejo que se acercara.

— Puede ser importante. — insistió la rubia.

El móvil no dejaba se sonar. Así que, sin ganas y furiosa, Lena terminó contestando.

— ¡¿Qué?! — gritó al responder.

¿¡Por qué demonios no contestas!?

— Estoy en algo importante, Lex. Así que ve al grano o déjame en paz.

Cat no aparece. Volvió a escaparse esta madrugada y no sabemos dónde está. Ya la buscamos por todos lados.

Lena miró a Kara con el rostro lleno de preocupación. No quería dejarla, no después de lo que había pasado. Necesitaba aclarar las cosas, pero esto también era importante.

— Está bien. Voy para allá.

— Creo que es hora de que me vaya. — Kara se puso de pie, pero Lena la detuvo de la mano.

— No. Espera. Tenemos que... ven conmigo al hospital. Esto será rápido y luego hablaremos.

Kara sonrió aceptando la invitación de Lena.

Unos minutos después, con la ropa y el cabello por fin secos, las dos salieron del departamento tomadas de las manos, pero se soltaron al ver a Sam salir del elevador del edificio.

— ¿Y a ti que te pasó? — preguntó Lena al ver el estado tan deplorable en el que se encontraba. Estaba llena de lodo y sudor, sus pantalones estaban desgarrados de las piernas y su cabello enmarañado y también lleno de lodo.

— ¡Nada! — Respondió la chica de mal humor. — No voy a estar disponible el resto del día. Así que no me molesten. — entro al departamento y cerró la puerta con fuerza. Kara y Lena intercambiaron miradas confundidas, pero no dijeron nada.

Segundos después, la puerta se volvió a abrir y Sam asomó la cabeza.

— Hola, Kara.

La rubia sonrió, pero antes de que pudiera responder al saludo, Sam se despidió.

— Adiós, Kara.

Y desapareció de nuevo tras la puerta.

°°°

Lex estaba hablando con dos guardias cuando las chicas llegaron.

— Si me dijeras en donde se esconde, no tendría que buscarte cada vez que desaparece. — le había dicho a Lena.

— No puedo hacer eso. Le prometí a Cat que no lo haría.

Luego, junto con Kara, fueron a buscarla a la azotea del hospital. La puerta de acceso estaba abierta, pero cuando llegaron, parecía que no había nadie, o por lo menos eso pensó Kara.

— Lena...

La cirujana le hizo una seña para que guardara silencio y luego señala hacia arriba del acceso.

— ¡Cat, soy yo! ¡Baja de allí! — gritó Lena.

Esperaron unos minutos, y luego de un salto, calló frente a ellas una pequeña niña de no más de once años. La pequeña miró a Lena con una gran sonrisa y se lanzó a abrazarla.

— ¡Lena! — gritó la niña, pero al darse cuenta de la presencia de Kara, la miró con recelo — ¿Quién es ella?

— Esta bien Cat, es una amiga.

Cuando el amor se convierte en odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora